-Lo siento, hermano -se disculpó Junier al llegar a la Tierra.
-Tranquilo, no te muevas.
Luzbel, con su luz poderosa, cerró la herida de su amigo.
-Debiste seguir peleando, no debiste detener la lucha por mi culpa; ahora creerán que ganaron.
-¿De verdad piensas que me importa si creen que ganaron o no? A Miguel lo podría haber destruido desde el primer momento, él no es rival para mí. Ninguno lo es.
-¿Y por qué no lo destruiste?
-Porque no soy un asesino, mucho menos de seres inocentes. Yo no soy como ellos, no creo en el camino de la destrucción y en empezar de nuevo. Ya verás que Padre, cuando se canse de sus juguetes o ellos hagan algo que no le guste, volverá a empezar. Una y otra vez.
-Tú eres el primogénito, ¿ya lo ha hecho antes?
Luzbel esbozó una sonrisa enigmática.
-Así es, hermano, ¿por qué crees que hay diferentes tipos de ángeles? Cada uno creado de un modo distinto. Dios no se cansa de crearse nuevos mundos, nuevos seguidores, nuevos comienzos.
Junier guardó silencio, el resto de los ángeles escuchaban la conversación, necesitaban entender lo que ocurría.
-Sea como sea, para ellos ahora somos culpables.
-Lo sé.
-¿Y qué harás al respecto?
-¿Qué quieres que haga y para qué? Todos allá arriba saben cómo pasaron las cosas y acá abajo... Acá abajo hay solo dos pobres seres humanos sin ningún poder, ya ni siquiera tienen la vida eterna por delante, nuestro Padre se las arrebató cuando comieron del fruto prohibido -socarró- y ahora son dos pobres almas que ni sustento tienen, su vida será un abrir y cerrar de ojos. Al final de este día, morirán, ¿crees que me importa su opinión?
Junier se quedó pensativo, meditando en aquellas palabras que le hacían sentido. En realidad, Luzbel no tenía a quien demostrarle nada, ni siquiera a Miguel, todos sabían quién era el más fuerte.
-¿Y ahora qué haremos? -interrogó Samael.
-Liberar a Lilith.
-Luzbel, no podemos hacer eso.
El demonio sonrió enseñando una maléfica mueca.
-¿Quién dice que no? ¿Seguirás obedeciendo a nuestro Padre?
-Tienes razón, es la costumbre -replicó avergonzado.
-Costumbre que tendrás que dejar, así como la costumbre de llamarme Luzbel. Desde ahora me buscaré otro nombre, quizá, como me bautizó Miguel, seré llamado Lucifer, Satanás... El Diablo. Ese me gusta más -terminó de modo casual y divertido.
-Miguel te nombró Lucifer… ¿Portador de luz?
Lucifer sonrió.
-Sí, esa es una de las definiciones, sin embargo, creo que se refiere más a que dejé de ser la luz, el lucero de la mañana para convertirme en un simple portador de luz, alguien que tiene la luz, no que es la luz.
-Miguel es inferior a ti, ¿no te molesta que te haya degradado?
-Miguel no es inferior a mí, yo no soy un ser superior que necesite mostrar su supremacía, sé lo que soy y sé lo que hago, no necesito demostrárselo a nadie.
-Entonces, ¿qué harás? ¿dejarás que te llame de esos modos tan despectivos?
-Así es. Por eso tomaré los tres nombres y seguiré adquiriendo más a medida que pase el tiempo. Y al mismo tiempo, no seré dueño de ninguno. Me gusta la confusión. Creo que esta vez actuaré de un modo distinto, no permitiré que vuelva a acabar con todo solo para que vuelva a empezar. No. Esta vez, esta vida que creó, será la definitiva.
Un grito se oyó a lo lejos. Los demonios se miraron sorprendidos, no sabían qué era aquello, primera vez que oían algo así.
Se acercaron al lugar de donde provenía el ruido con cautela, pensaban que Miguel había bajado con sus amigos para continuar con la batalla. Sobrevolaron el lugar y lo que vieron los dejó perplejos.
-¿Qué es eso? ¿Qué está pasando? -preguntó uno.
-¿Está muriendo? -preguntó Samael.
-¿Fue herida en el vientre? Está sangrando -repuso Gamael.
Las preguntas se sucedían unas tras otras y ninguno sabía responder. Hasta que vieron a Rafael que bajaba con dos ángeles a su servicio.
-Tranquila, respira hondo, ya pasará -le dijo en tono tierno a la mujer al tiempo que acariciaba con suavidad el pelo de la hembra-. Vas a tener un hijo. Todo saldrá bien, cuando yo te indique, pujarás fuerte, ¿lista?
Eva lloraba y asintió sin comprender del todo las palabras del ángel.
-Ahora.
Eva, en un acto instintivo, y con un alarido que estremeció a todos, pujó y el niño salió llorando. Adán no sabía qué hacer, jamás se había sentido tan inútil.
-Aquí está tu primer hijo -le informó Rafael y le entregó al pequeño bebé que buscó el pecho materno.
Eva se sorprendió de que todo su dolor se hubiera esfumado como un milagro de Dios.
-Por voluntad de Dios he adquirido un varón -meditó la nueva madre-. Su nombre será Caín.
Adán estuvo de acuerdo.
Rafael se retiró de la presencia de los humanos y volvió a los cielos seguido por los ángeles que lo acompañaban y por algunos caídos que siguieron a su líder, que voló tras Rafael.
Al llegar a la entrada del Cielo, el ángel se detuvo y se volteó a ver a su exhermano.
-¿Eso querías conseguir? ¿Viste el sufrimiento de esa pobre mujer? -espetó Rafael con una dorada lágrima.
-No me culpes a mí, yo no la maldije con ese dolor. Con enviarlos fuera del paraíso habría sido suficiente castigo. Padre agregó esto, reclámale a Él.
-Por tu culpa tuvo que hacerlo.
-¿Por mi culpa? Rafael, deja de mirar las cosas bajo el plasma de Dios, esto no era necesario. Dime con sinceridad, ¿qué probó con el sufrimiento de esta mujer?
-Que todo el que se aleja de Dios, sufre.
-No. Lo que probó es que a cualquiera que se aleje de Él, Él le puede causar mucho sufrimiento.
Rafael no quiso seguir discutiendo, entró raudo al Cielo y dejó a Satanás y a los otros fuera del recinto divino.
-¿Así llenará la Tierra? -inquirió Junier-. Al menos pudo haberle hecho tener más hijos de una vez. De esta manera, el planeta se llenará en miles de años terrestres.
Satanás miró a Junier con rostro serio, sin una gota de sarcasmo.
-La viste, hermano, de haber tenido más de un hijo, se hubiese muerto de dolor. -Negó con la cabeza, frustrado-. Y luego soy yo el malo -murmuró lo último y comenzó a bajar para ir a buscar a Lilith.
-¿A dónde crees que vas?-lo interrumpió una voz poderosísima que parecía venir de todas partes.
El Diablo sonrió y elevó la cara sin culpa.
-Al fin te dignas a aparecer.
-¿Dónde está Lilith?
-¿El Dios Todopoderoso no sabe dónde está su mujer? -se burló sin miramientos.
-No es mi mujer.
-Es cierto, ya no. Tú la expulsaste de tu lado cuando te cansó y la condenaste a vivir en ese inmundo lugar.
-Ella se lo merecía.
-¿Ah, sí? ¿Igual como Eva se merecía ese sufrimiento para tener hijos? Eres un ser malvado que se disfraza de bondad.
-Dónde está Lilith -exigió-, deberías haberla eliminado.
-Jamás la encontrarás.
-Yo soy el Padre, el Creador, tu Dios -exclamó con voz potente.
-No, tú no eres mi Dios. Mi Padre…No, definitivamente, no. No puedo servirle a un ser tan ególatra y egoísta como tú.
-Llegarás a suplicar mi perdón.
-¡Jamás!
-Lo harás. Miguel no pudo contra ti, pero yo no soy Miguel y tú y tus huestes serán castigados. Aún es tiempo de volver a mí si quieren vivir.
Un silencio en espera de quienes decidieran volver al Cielo fue roto por Satanás.
-Los que quieran volver con su Padre pueden hacerlo. Son libres, mis hermanos, yo jamás los obligaría a algo que no quieren o no pueden hacer. Y no piensen que habrá represalias de mi parte, siempre serán mis hermanos y siempre estarán mis brazos abiertos para quien quiera regresar.
Algunos, con vergüenza, salieron de las filas de los caídos y dieron unos pasos al frente.
Samael miró a su hermano con culpa.
-No temas, Samael, siempre serás mi hermano y siempre que me necesites podrás contar conmigo, no te preocupes. Si quieres volver con Él, puedes hacerlo.
Samael dio unos pasos al frente, dudoso, y Dios, en vez de alegrarse por los que volvieron, al primero que castigó fue a Samael: lo convirtió en un demonio.
-Desde ahora serás el Ángel de la muerte, el ángel de la oscuridad, de las almas del purgatorio. No serás de nuevo mi ángel privilegiado, tampoco podrás ser un demonio de Lucifer.
Lucifer dio un grito y voló raudo hasta donde estaba su amigo, pero antes de llegar, una luz atrapó al ángel y sus alas se volvieron negras como el azabache.
-Hermano -musitó, confundido, Samael, hacia Lucifer.
El Demonio se acercó y abrazó al ángel maldito, con un abrazo fraterno y protector.
-¿Por qué lo castigas a él? ¿Por qué no a mí, que fui quien lo hizo caer, según Tú? ¿O a los demás que no quieren volver?
Abbadon voló hasta quedar al lado del Diablo.
-Te queda bien el n***o, amigo -comentó con rabia, mirando a Samael-. Mientras ustedes discuten aquí por nimiedades, al Todopoderoso Señor de la creación se le están resistiendo sus pequeñas creaciones. Sus juguetes recién están naciendo a la vida y ya la están haciendo trizas. No creo que lleguen a concluir el día si se siguen matando entre hermanos.
Un trueno retumbó en los cielos y un relámpago cruzó el firmamento en señal de que Dios se alejó de ellos.
-¿Qué pasó, Abbadon? -lo interrogó el Diablo.
-Caín acaba de matar a su hermano.
-¿Qué dices? Caín es un bebé.
Abbadon rio a carcajadas.
-Recuerda que sus días son escasos y son diferentes a lo que es aquí en los Cielos. En lo que te fuiste con Rafael, Caín creció, Eva tuvo más hijos, bueno, un hijo y una montonera de hijas. ¿Sabes que pueden parir muchas veces seguidas? Yo creo que por eso Dios les dio a tener una sola criatura, van a tener muchos hijos pronto.
-Pero si se están matando...
-Caín mató a su hermano por error. Era Abel el que lo quería matar. Caín solo se defendió de su hermanito pequeño.
Los demonios volaron hasta el lugar donde se encontraba Caín. Dios lo estaba castigando con la expulsión eterna de... ese páramo. Ya ni paraíso tenían. Fue condenado a vagar por la Tierra, sin rumbo por toda la eternidad, con una marca en su frente para que no pudiera ser asesinado. No podría morir.
El hombre se dispuso a partir y varias de sus hermanas lloraban por él, así fue como, al irse de ese lugar, algunas de esas mujeres lo siguieron. Abbadon lo acompañó, se fue con Caín, dijo que había sido muy injusta su expulsión y que él sería su compañía en la soledad a la que había sido desterrado.
Lucifer resopló, Dios se estaba mostrando tal como era mucho antes de tiempo. ¿Sería capaz de aguantar al menos más de una semana antes de que se le ocurriera destruir todo, una vez más?