CAPÍTULO V Despertó riendo y comprendió donde había estado y que la habían hecho reír hasta que las lágrimas rodaran por sus mejillas. Su Señoría había encontrado sus viejos avíos de pescar en la sala de armas y los había llevado la noche antes hasta el arroyo, donde los ocultó entre la hierba alta. Por la mañana ordenó, como de costumbre, que le ensillaran a Sansón, porque iba a cabalgar. Le dijo a Millet que no volvería a almorzar, pero que le gustaría llevarse consigo algunos emparedados. Millet, suponiendo que su amo no deseaba que lo vieran en las posadas locales, se apresuró a darle instrucciones a la señora Bates, la vieja cocinera que tenía casi cincuenta años de trabajar en Barons' Hall, para que le preparara a su señoría un almuerzo que él pudiera llevar en las alforjas de su