La isla Oscura, dentro de sus oscuros bosques y toda esa humedad y putrefacción que rodea las murallas de la prisión, para muchos de los condenados este lugar se ha convertido en su hogar, un lugar donde nunca volverán a ver la luz del sol ni sentir la brisa fresca del viento, claro que para la mayoría no era así.
Diez largos años son los que él ha pasado encerrado en esa prisión sombría, su cabello n***o había crecido y su barba ya no era pequeña; ahora era prominente y espesa, ocultando su rostro atractivo. No quedaba rastro de aquel hombre que siempre mostraba elegancia al caminar y al vestir, los duros trabajos impuestos en la prisión fueron desgastando su aspecto físico y sus harapos sucios lo hacían ver más desolado.
Su condena a pasar toda su vida ahí era intento de asesinato contra el rey. Su hermano. Sabía que mientras no pudiera escapar de ahí, Satír seguiría en el trono y él se pudriría en esa isla, pero para poder escapar necesitaba ser ingenioso, la barrera anti magia que cubría por completo la isla anulaba la magia de los hechiceros condenados, pero Derkno era diferente, sus poderes no eran tipo magia como los hechiceros, sus poderes eran mucho más antiguos que cualquier otro, para que él no usara sus poderes le colocaron dos brazaletes en ambas muñecas, los brazaletes estaban hechos de un material que solo anulaba los poderes de Derkno. Además, alrededor de la isla había ocho barcos reales con treinta y ocho guardias cada uno, y dentro de la isla vigilando de cerca a los prisioneros había alrededor de cien guardias.
Sabía cómo podía escapar de ahí, aun cuando la última vez que lo intentó no dio resultado y desde entonces la seguridad fue aumentada y su alimentación fue disminuida para mantenerlo débil, él ha sabido cómo mantenerse fuerte y hacerles creer a los guardias que nunca podrá salir de ése lugar, esta vez su plan daría resultado.
Al anochecer saldría por fin de ahí.
― El cambio de guardia será a la media noche, cuando se supone que todos deben estar dormidos, solo se quedarán diez soldados ―susurró Isayri al acercarse a él, hechicera y su subordinada que ayudó a Derkno en su complot. En sus años de libertad había sido una mujer muy hermosa, pero durante sus diez años de encierro su belleza había decaído, el brillo de sus largos cabellos negros había desaparecido, ahora solo eran un montón de greñas rebeldes y descuidadas. Sus ojos color miel ya no mostraban mucho de ese fuego de vida que resplandecían de ellos. Su cuerpo esbelto se había deteriorado, y ahora solo parecía huesos en vez de la figura hermosa que poseía.
― ¿Estás segura? ―inquirió con voz ronca.
― Lo estoy ―dijo y torció su rostro en un gesto de repugnancia, el recordar cómo había utilizado a uno de los saldados entregándose a él para obtener información; información que obtuvo al escuchar a otros hablando al respecto y la única manera de saberlo era siendo llevada a un cuarto privado cerca de los puestos de vigilancia.
― Perfecto ―susurró para sí mismo. Levantó un enorme tronco con sus manos callosas y heridas, lo llevó hacia el otro extremo donde estaban cortando leña otros prisioneros, procurando no llamar la atención se acercó a uno de ellos, un joven de cabello rubio y rostro hermoso, era la misma imagen de Corman, tan parecidos por fuera, pero en su interior, eran muy diferentes, su nombre era Vyrkon. Rápidamente Derkno le susurró―. Todo está listo para esta noche.
Vyrkon curvó sus labios en una sonrisa perezosa y asintió levemente una vez la cabeza, mientras cortaba los enormes troncos le dirigió una mirada a una chica que tenía una combinación curiosa de cabello la mitad de la raíz hasta el cuello plateado y de las puntas color lila, su piel blanca como la leche no se notaba mucho por toda la mugre y el sudor que se había pegado a ella por los duros trabajos, estaba apilando los troncos partidos junto a un grupo de prisioneras, y con el leve asentimiento de cabeza que Vyrkon le dio supo que era su turno para seguir con el plan.
Sus ojos marrones resplandecieron con excitación anticipada.
Cuando era una niña su apariencia la hacía parecer pura inocencia, pero detrás de esa "inocencia" había una asesina de sangre fría, ella era hija del asesino, Ragor Zors.
Él, mientras vivía, había acabado con decenas de aldeas, la tortura era lo que más le encantaba, el escuchar gritar de desesperación a sus víctimas era uno de sus retorcidos pasatiempos y como era de esperarse, le enseñó lo mismo a su hija.
Al igual que su padre, Komram creció disfrutando torturar a sus víctimas hasta morir. Pero para todo criminal buscado, siempre le llega su hora, cuando Satír se enfrentó a Ragor lo asesinó. Komram tenía doce años en aquel entonces y desde ese día, juró que asesinaría a Satír, aunque le costase la vida.
***
Cuando la media noche al fin se presentó, y el cambio de turno fue efectuado, Komram atrajo a uno de los guardias hacia su celda al mostrarle sus pechos, invitación que no fue rechazada. A pesar de que con la ropa andrajosa y la mugre su aspecto no había decaído tanto como el de la hechicera, al contrario, su belleza no se opacaba mucho y todos los soldados habían deseado poder pasar unas horas con ella en privado, pero Komram dejó claro que ella nunca sería tocada por nadie al desgarrarle la garganta con los dientes a dos guardias que quisieron pasarse de listos.
Nadie se atrevía acercársele con otras intenciones que no fueran al ser azotada por negarse a trabajar en el bosque o por causar disturbios.
Ahora que había una oportunidad como esa, el guardia simplemente no la desaprovechó, colocó a Komram contra la pared y ató sus muñecas con una soga sobre su cabeza, y luego prosiguió a deleitarse con su cuerpo. Mientras él tocaba cada parte de su cuerpo con sus sucias manos, Komram sujetó todo su peso en sus manos al agarrar los barrotes de la pequeña venta sobre su cabeza y con un movimiento rápido subió sus piernas y las envolvió alrededor del cuello del guardia, sin dejarle hacer o pronunciar alguna palabra ella rompió su cuello con un fuerte movimiento hacia la izquierda.
El cuerpo del guardia cayó inerte al suelo de tierra, segundos después, su cuerpo lentamente se dispersó en pequeños destellos, sin perder más tiempo, con su pie derecho se hizo con el cuchillo que cayó al suelo junto con las llaves y la espada del guardia.
Desató sus muñecas y se acomodó las ropas andrajosas, se inclinó para tomar la espada y las llaves de su celda, con cautela, se desplazó a las siguientes celdas para liberar a los demás. Cuando hubo liberado a Vyrkon éste le dedicó una mirada de reproche.
― ¿Por qué tardaste tanto? ―dijo pasando a su lado al salir de la celda― sabes que no tenemos mucho tiempo antes de que el nuevo cambio de guardias regrese.
― Una vez que hayamos destruido la fuente de poder de la barrera anti-magia, no será difícil encargarnos de ellos ―masculló arrojándole las llaves de las celdas― encárgate de librar al príncipe Derkno y a la bruja, yo me encargaré de lo demás.
― Trata de no matarlos a todos, servirán bien como carne de cañón.
Komram con una sonrisa demente en su hermoso rostro se apresuró a eliminar a los pocos guardias que habían quedado, aunque Vyrkon sugiriera no matarlos a todos ella trataría de no hacerlo.
Vyrkon se presentó ante la celda de Derkno éste estaba sentado en el suelo con las piernas encogidas y los ojos cerrados, cuando la puerta se abrió, Derkno abrió sus ojos y luego le sonrió al chico.
― Es hora de comenzar ―dijo al ponerse de pie, y luego se escuchó una explosión que hizo estremecer las paredes del lugar alborotando el polvo, segundos después las puertas de las celdas de los hechiceros explotaron liberándolos, Komram había destruido la fuente de poder del campo anti-magia, lo que significaba que ahora nada podría detenerlos― parece que Komram ha hecho su trabajo, es hora de que hagas el tuyo.
Vyrkon asintió con la cabeza, dio media vuelta y se dirigió a los hechiceros que se habían liberado.
― Es hora de continuar con la segunda parte del plan ―les dirigió a todos, una pequeña sonrisa.
Los siete hechiceros se miraron unos a otros y luego curvaron sus labios en una sonrisa.
― Lo hemos pensado bien, y llegamos a la conclusión de que no los necesitamos para escapar de este lugar ―habló uno de ellos con voz ronca.
― Les agradecemos que se hayan desecho de la barrera ―habló otro de ellos.
Vyrkon observaba a los siete hechiceros por igual, su mirada no les mostraba ninguna molestia ante sus palabras, de hecho, era más bien diversión.
― En realidad, nadie les dijo que ustedes nos serían de ayuda ―y al decir eso, la sangre brotó imparable de la garganta de uno de los hechiceros, los demás observaron el cuerpo de su compañero convertirse en chispas de luz antes de desaparecer y ni siquiera les dio tiempo a reaccionar ante los siguientes ataques que les costaron la vida.
Vyrkon sacudió la sangre que goteaba de sus manos, especialmente de su roca a la cual él había moldeado y afilado para convertirla en un cuchillo, miró sobre su hombro derecho el rastro de sangre que habían dejado los siete hechiceros en el suelo y luego le dedicó una mirada a Derkno e inclinó la cabeza.
― Continuemos con la tercera fase ―dijo éste sin ninguna expresión en su rostro, continuó su camino hacia la salida.
***
― Traten de no matar a todo soldado que se interponga en nuestro camino, cada pieza importa, y lo más importante es no dejar que los barcos se vayan, son nuestro único transporte para salir de esta asquerosa isla ―habló Komram a todos los prisioneros que ahora estaban libres y listos para salir de la isla.
― Los Garluts no obedecemos a ningún Ekhroniano ―habló uno de los prisioneros, un Garluts de nombre Tror, su voz ronca y nada natural mostraba amenaza― saldremos de esta prisión, pero ustedes se quedan, como agradecimiento por haber abiertos nuestras celdas los dejaremos vivir.
― Estoy extasiada de agradecimiento ―dijo Komram arrastrando las palabras con lentitud y aburrimiento― era de esperarse que la escoria no cumpliera con su palabra. Pero, el juramento de lealtad eterna que hicieron al príncipe Derkno deben cumplirla, les guste o no.
Todos los Garluts se echaron a reír ante sus palabras.
― Los Garluts somos más fuertes que todos ustedes, incluyendo a tu príncipe caído, y jamás cumplimos nuestros juramentos ―todos se echaron a reír de nuevo.
― Por supuesto que no ―dijo con el mismo tono de voz― lo sé muy bien.
Les dedicó una mirada divertida y excitada a todos ellos que se estaban preparando para enfrentarse a ella, Komram levantó su espada y atacó al Garluts estrellando el filo de su espada en la piel dura del monstruo, la espada no lograba atravesar su piel dura, y se es sabedor que el único punto débil de un Garluts es su garganta, esa parte de su cuerpo blanda puede ser atravesada por una espada o cuchillo. Así que cuando Komram tuvo la oportunidad de clavarle su espada en la garganta del Garluts, lo hizo con un movimiento ágil y conciso, ningún Garluts pudo ver exactamente en qué momento ella había hecho un movimiento como ese.
Komram sacó la espada de la garganta del Garluts y con su mano izquierda tomó por el cuello al monstruo y apretó fuertemente, el maná del Garluts era absorbido por la chica.