Pero Beatriz sin saberlo está siendo vigilada, la deuda de su padre es muy grande como para dejar cabos sueltos.
La decisión de viajar es algo que no se puede ocultar, de forma rápida y efectiva esa información le es enviada a la mano derecha del señor, Julián Villa
— Señor Villa, tenía usted razón en mandar a vigilar a la señorita Beatriz, como usted lo supuso, no se quedaría de brazos cruzados está planeando irse del país, compró tiquetes para Brasil, no solo para ella, sino también para su madre— dijo Rodas entregándole una carpeta a su jefe
—Aunque la señora no lo sabe— continuó hablando, mientras Julián revisa la carpeta.
—su hija aún no le ha dicho nada, teme que su padre se entere y no se los permita, piensan viajar mañana en la noche.
Bueno, por fin hace algo interesante, a pesar de ser muy bella es insulsa, déjala a ver hasta donde se arriesga a lo mejor me sorprende— contestó Julián con una sonrisa devolviéndole la carpeta
—Averigua si tienen familia en ese país o únicamente será una nueva aventura.
Adelantándose a su jefe Rodas ya tiene la información que Julián solicita.
—Sabía que le agradaría saber que ya lo averigüe señor, mis informantes me indican, que allá vive una hija de la señora Samanta, es mayor que la señorita Beatriz, vive con su abuela, su padre murió hace unos años en un accidente provocado por el señor Leimer, aunque esto último no lo saben ellas.
—Y qué hace la otra hija, será alguna garota que se vende por unos pesos—pregunto Julián, sentía curiosidad por saber a qué se dedicaba la muchacha.
— No señor, estudia medicina, es la mejor de su clase, trabaja en sus tiempos libres en un puesto de salud de un barrio marginal, es muy querida por los niños de las favelas, del dinero que su madre le envía cada mes, ella les compra ropa, comida y regalos— en la voz de Rodas se puede notar que siente algo de admiración por la chica que a diferencia de su hermana se preocupa por progresar.
—Leimer la odia e intenta hacerle la vida imposible, la señora Samanta, hace todo lo posible por brindarle seguridad a su hija.
Las palabras de Rodas logran despertar el interés de su jefe — Se nota que es mucho más interesante que su hermana, espero algún día tener el honor de conocerla.
—Señor aquí le dejo las fotos, se llama Paola Palacios— dijo Rodas extendiendole una nueva carpeta.
Intrigado por ver el contenido, la recibe rápidamente y a su vez le entrega un sobre desea que lo deje a solas ara ver el contenido de la carpeta.
—Excelente trabajo como siempre, te has ganado una comisión por ser tan eficiente.
—muchas gracias señor Villa— dijo Rodas saliendo rápidamente de la oficina.
Julián pasa un buen rato mirando las fotos detenidamente y si es realmente impactante, su piel canela es delicada y esos ojos azules la hacen salvaje, llamativa, en realidad es muchisimo más bella que su hermana, pero su interes está fijado en la hija de Leimer, ella es engreída y fastidiosa y es el tesoro de su padre, es hora hacerlo pagar por todo lo que ha hecho.
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Soy Julián Villa, tengo veinti cuatro años, soy heredero del imperio Villa, dueño de varias empresas alrededor del mundo, soy un soltero codiciado, las mujeres se rinden a mis pies para que juegue con ellas, debo casarme en menos de dos años o todo pasará a manos de mi hermano y eso no lo permitiré, él es un bueno para nada dedicado a las drogas y al alcohol, en poco tiempo nos dejaría en la ruina.
Soy muy bueno en el juego, habilidad que heredé de mi padre, es mi única distracción, bueno y las mujeres, pero el juego me da menos dolores de cabeza.
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El tiempo apremia y es hora de decirle a su madre lo que junto a su hermana a planeado hacer para evitar que se cumpla lo que su padre le ha dicho.
—Mamá podemos hablar— dijo Beatriz entrando al cuarto de su madre
—Si claro, hija ¿Cómo te sientes?—dijo Samanta, mientras le hace espacio en su cama a su hija para que se acueste a su lado.
Sin dudarlo se mete a la cama de su madre y se acuesta muy cerca de ella –Mamá me iré a Brasil y quiero que vengas conmigo, no puedes quedarte con él— le dijo mientras su madre le acaricia el cabello.
—Pero hija tu padre nos encontraría y sería peor, lo mejor es que te vayas sola, yo podría hacer que piense que te fuiste a Rusia con alguno de tus tíos y te daría tiempo de estar segura.
—Tienes razón, pero no quiero que corras peligro, nunca creí que papá te pegara, siempre creía que eras torpe y te caías y que esa era la razón de tus constantes morados en la cara.
Sin dejar de acariciar su cabello, Samanta trata de tranquilizar a su hija
—No te preocupes hija, ahora únicamente debemos organizar lo de tu viaje, alista todo y yo me encargaré de que tu padre no se entere de que saliste.
Sentándose en la cama le dijo a su madre.
—Ya tengo todo listo, mi equipaje está en mi carro, fui sacando de a pocas cosas y ya tengo una maleta con lo necesario.
Pero Beatriz no esperaba encontrarse con su padre, que se encuentra en la sala revisando los resultados d ella lotería, hace una semana la viene comprando, quizá un golpe de suerte le ayude a salvar a sí hija.
—¿A dónde vas hija?— preguntó Leimer, sacando los ojos del periódico.
—Papá iré a la inauguración de una nueva discoteca, digamos que es mi despedida de soltera— dijo Beatriz de forma irónica.
Dejando el periódico a un lado, Leimer dijo con tono serio.
—Lo siento hija, pero no iras a ningún lado, mañana vendrá tu futuro esposo por ti y debes estar disponible, cuando vas a tus fiestas duermes hasta dos días.
La furia de apodera de Beatriz que olvidándose que esta frente a su padre le lanza toda clase de insultos y palabras hirientes.
—Te odio papá, eres un desgraciado, cómo puedes hacerle esto a tu única hija, nunca te perdonaré, eres una escoria— fue lo último que pudo decir antes de caer al suelo, por primera vez su padre la había golpeado, su madre que salió al escuchar la discusión corrió en su auxilio.
—Déjala.
—Tú no te metas—grito Leimer
—Siempre le di gusto en todo y ahora que necesito que me ayude no lo hace. Es una desagradecida.
—Señor Leimer no sea iluso, usted nunca ha pensado en nadie más que en usted mismo, por qué no apostó una de sus empresas, para eso tiene varias.
Pero sabe que hasta hoy es usted mi padre, no quiero volver a verlo nunca, es más prefiero estar muerta que casarme con un desconocido para ayudar a alguien que droga, golpea y viola mujeres.
Samanta miró como su hija salió corriendo hacia su cuarto, no la seguio, creyo que lo mejor era dejarla sola, mientras Leimer la mira con odio, pero sus miradas no le afectan, solo podía sentir desprecio por alguien como él.
Se dirigió a su cuarto y trato de buscar opciones para salvar a su hija, quizá si hacía una contrapropuesta, lograría que le diera tiempo o aceptarían algo más como p**o.
El celular de Samanta empezó a sonar pero no lo llevaba con ella, había quedado en la sala; cuando se disponía a bajar vio su celular estrellándose contra la pared, sin discutir solo recogío el schip y se devolvió a su cuarto, un rato después sonó el celular de Leimer y el contestó de forma vulgar y también asoto su celular.
La noche transcurrio en total normalidad, al día siguiente Samanta sale témprano de casa, debía reunirse con sus abogados, alguna solución debía encontrar. Debía comprar un nuevo teléfono así que le encargo a su asistente la labor de buscar uno, con buena tecnología.
Hacia las tres de la tarde volvio a casa, se dirigió al cuarto de su hija y tocó su puerta
— Hija puedo pasar— dijo esperando alguna respuesta.
—Déjala, la impertinente me tiro la comida en la cara, yo preocupado porque se alimente bien y ella no agradece— dijo Leimer, acercándose a la puerta de la habitación.
Ya debió quedarse dormida, se ha bebido medio bar, la encerré para que no saliera por más botellas.
—Dame la llave, quiero verla—dijo Samanta mientras trata de quitarle la llave, pero un puño la devolvió callendo contra la pared.
Un hilo de sangre corrió por su frente, con dificultad llego a su cuarto, la empleada que vio todo desde el primer piso, espero a que el señor Leimer saliera y fue a ayudarle a hacerse una curación.
Durante el resto de la tarde reino un silencio que presagiaba la tragedia que se acercaba, Samanta prefirió no volver a salir de su cuarto, se quedó dormida y despertó por los toques en mi puerta.
—Adelante— se escucho desde el interior de la habitación.
—Señora acaban de llegar unos señores y el señor pide que usted baje— dijo la empleada, acercándose a la cama y fijándose en que su curación estuviera bien.
—Está bien dile que me den unos minutos— dijo Samanta mientras se levanta de la cama y se dirige al tocador.
Se mira al espejo por unos minutos, mientras la empleada le ayuda a ponerse los zapatos, no puede agacharse, tiene un fuerte dolor de cabeza.
—Señora va a salir usted sin
maquillaje— preguntó la empleada al ver que Samanta se dirige a la puerta.
—En otras ocasiones me hubiera maquillado para evitar que los golpes se notarán, esta vez no lo haré— contestó Samanta recogiendo su cabello en una cola de caballo, dejando su rostro descubierto.
—Buenas noches— saludo Leimer al visitante.
— Buenas noches— contestó Julián Villa y añadió —No tardaré mucho así que espero que tengas todo listo.
—Espero aceptes aunque sea un trago— Objetó Leimer, tratando de mostrarse amable.
—Si así lo prefieres, pero desearía salir de esto pronto, tu me pagas yo me voy— dijo Julián, quien no confía en lo más mínimo en la amabilidad de Leimer, pero el ruido de unos pasos llamó su atención y ve bajar por las escaleras a una bonita figura, la miro de abajo hacia arriba y cuando llega a su rostro ve que tiene una fuerte hinchazón en su cara y una curación en su frente. Ella saluda y se dispone a llegar al primer piso.
Julián se acerca y le extiende su mano mientras le pregunta — ¿Está usted bien señora?
—Tranquilo caballero, no es nada ya mi cuerpo se acostumbró a las caricias de mi tierno esposo— contestó Samanta, tomando su mano bajando los últimos escalones.
—Mucho gusto mi nombre es Julián Villa— dijo mientras hace una reverencia.
—¿Así qué usted es quien se quiere llevar a mi hija? — pregunto Samanta mientras busca un lugar donde ponerse cómoda.
— Señora, yo no obligue a su esposo, el tomo su decisión porque quizo— dijo Julián mientras lleva del brazo a su futura suegra hasta el sofá.
—Te entiendo y creeme no te juzgo, pareces ser una buena persona, solo te voy a pedir que la cuides y no la maltrate— lo dijo y se señaló así misma.
Para Julián Villa Las palabras de Samanta le causaron un dolor en el pecho, le pareció ver a su madre, cuando su padre llegaba borracho y sin razón la tomaba y no la soltaba hasta que la sangre brotaba de su piel.
—Tranquila señora, yo no soy tan ruin— respondió mientras hace un esfuerzo para que no se note la humedad en sus ojos.