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Deudas De Juego. El Triunfo Del Amor

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Blurb

Un juego, una derrota, un sepelio, una boda y mucho amor.

Fui el p**o de una deuda, no pude salvar a mi hermana, pero logré salvar a mi madre, una reunión clandestina me dio el día más triste de mi vida, pero me llevó a conocer el amor verdadero

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Un completo miserable
—Me llamo Paola Palacios , tengo 20 años, nací en España, pero crecí en Brasil, mido 1.65cm, mi piel es trigueña, mi pelo es lacio, mi padre dice que heredé los espectaculares ojos azules de mi madre. Soy delgada, pero con curvas, mis senos son medianos y tengo un trasero que cuido a punta de ejercicios. Mi madre una hermosa española que en unas vacaciones conoció a mi padre, un seductor Moreno que la volvió loca y con quien disfruto el tiempo que duró su visita, al regresar se dio cuenta de que estaba embarazada y sus padres pusieron el grito en el cielo. Quisieron hacerla abortar, pero ella se negó, para evitar la "vergüenza" decidieron obligarla a casarse con ruso de muy buena posición económica, pero para aceptar casarse coloco una sola condición, debía deshacer del bebe apenas naciera. En cuanto nací ella no tuvo opción y para protegerme me llevo con mi padre, aunque hemos compartido poco, siempre está pendiente de mi y me hace saber que me adora. Hace unos años mi padre falleció en un accidente, perdió el control de su lancha y está se estrello contra unos riscos, desde ese día quedé a cargo de mi abuela, mi madre le envía todo lo necesario para que este pendiente de mí. Cuando mi padre murió estaba terminando mi secundaria, pensé que no tendría la oportunidad de hacer algo más, pero mi madre me insistió y decidí continuar con una carrera profesional. Ahora estudio medicina, soy la mejor de mi clase y solo sueño con poder estar con mi madre el día de mi graduación. Tengo una hermana de 18 años, se llama Beatriz, un rubia espectacular, con un cuerpo de ataque, es modelo y desde hace unos años sale en las portadas de revista, nos hemos visto pocas veces, aunque hablamos mucho por teléfono, solo me reúno con ellas en fiestas especiales. Pero no todo puede ser bueno, mi padrastro se llama Leimer, él es otro cuento, es arrogante, malvado adicto al juego, la única con poder sobre él es mi hermana, cumple todos sus caprichos y deseos. Mientras el es un jugador empedernido, mi madre es la CEO de la firma de mis abuelos. Mi padrastro se pasa la vida metido en deudas la que tiene ahora es enorme, en otras ocasiones mi madre le ha ayudado, pero esta vez él apostó algo más valioso, a mi hermana. El hombre con el que jugaba tiene mucho dinero y quería apostar algo realmente importante y que significara más que lo económico, si él perdía le entregaría todas sus empresas a Leimer, pero si él ganaba tendría que entregarle a su hija como esposa. Leimer es muy ambicioso y pensó que la tendría fácil, había dejado a muchos en la bancarrota, así que uno más no sería un problema, pero esta vez la suerte no estuvo de su lado, sintió morir cuando vio las cartas sobre la mesa, estaba derrotado. ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ —Bueno Leimer, ya está hecho, tu hija será mi esposa, según me han dicho es una mujer muy bonita, espero sepa comportarse o tendré que educarla. Pará que veas que soy buen yerno te daré una semana para que me pagues. En siete días estaré en tu casa recogiendo lo que me pertenece— dijo el ganador mientras Leimer sujeta su cabeza con las dos manos, aún no puede creerlo. Después de una buena racha de muchos días es su primera derrota, justo cuando se atrevió a apostar lo más sagrado para él. Angustiado llegó a casa, se sirvo un trago, y se sentó en el sillón de la sala, las luces están apagadas, él debe pensar como le dirá a su hija lo que ha hecho, esperando que lo entienda lo acepte y lo perdone. Está sumido en sus pensamientos cuando la ve entrar a la casa, viene llegando de la universidad. —Hola papito, me asustaste que haces sentado en medio de la oscuridad— dijo Beatriz quien se sorprendio al verlo —Hola hija— contestó Leimer, forzando la salida de una falsa sonrisa. —Beatriz, necesito hablar contigo— esta vez le hablo con un tono que casi nunca usaba con ella —Debe ser ahora, me tengo que vestir tendré una fiesta en el club— Sin darle importancia su hija intentó seguir su camino. —Sí, debe ser ahora. —Está bien papá, pero que sea rápido— dijo mientras hacía un puchero. Después de dudar o mejor de buscar por unos minutos la forma de darle la noticia a su hija, le soltó la noticia sin adornos —Tendrás que casarte. – ¿Es una broma verdad?— preguntó su hija, sin creer en lo que acaba de escuchar. —Estoy hablando muy en serio. — ¿Pero por qué y con quién? — Por qué perdí una apuesta y si no te casas, quedaríamos en la ruina. —Pero papá, mamá podría ayudarte. — No hija esta vez será imposible. — Papá yo no me pienso casar tengo otros planes. —Ya está decidido, tu futuro esposo vendrá en siete días por ti. —No papá yo no me quiero casar, entiéndelo, tengo otros planes en mi vida. —No me importan tus planes. — Te odio— después de quitarle a su padre, sale corriendo, se dirige a donde su madre, es ella quien se encarga siempre de solucionar los problemas, está vez la busca para que la ayude con su padre, pero eso de nada servirá. — Mamá, mi padre quiere que me case con un desconocido— —¿Qué? ¿Tu padre se ha vuelto loco?—preguntó Samanta a su hija. Beatriz sabe que su madre siempre ha sido muy comprensiva, y espera que logre convencer a su padre del error que está cometiendo. —Leimer ¿qué pasa contigo? Cómo es eso que quieres casar a nuestra hija con un desconocido— preguntó Samanta, con un tono que refleja su molestia. —Samanta por favor, ahora no— —¿Entonces cuando? ¿Qué hiciste ahora?— — Aposté a mi hija— dijo Leimer, que aun no logra entender a qué hora terminó su buena racha. —¿Cómo te atreviste a hacer eso?— dijo Samanta quién por primera vez y sin pensar en las posibles consecuencias, descargo su odio y su dolor en una certera bofetada. Sin tener una excusa válida Leimer no tuvo otro remedio que aceptar su culpa —Lo sé fue mi error, pero me confié a mi buena racha. —Tú y tu maldito vicio del juego, maldigo la hora en que padres me obligaron a casarme contigo. —Deberías agradecerme que te convertí en una señora, de lo contrario hubieras sido una la madre soltera de una bastarda y ni tendrías la posición que tienes, ya que tus padres te quitarían todo. —Tal vez no tendría nada, pero sería feliz, lo único bueno que tengo de este matrimonio es mi hija. — No digas eso mi amor, te hice feliz muchas veces. — Cuando me drogabas o cuando llegabas ebrio y me violabas, mis padres no pudieron buscar un hombre normal y me casaron con la peor escoria. Samanta sintió el ardor en su mejilla y el sabor de la sangre llegó a su boca, pero eso no la hizo callar. —¿Te molesta que te diga la verdad? Eso eres una escoria un cobarde que se atrevió a apostar a su hija, mi hija no debe sufrir igual que yo, con un salvaje que la use y la maltrate como tú hiciste conmigo. Aunque le doliera aceptarlo Samanta tenía razón, no había pensado en que pasaría con su hija al entregarla, en ese momento Leimer se sintió, como lo que en verdad era, un completo miserable. Y es que la historia se repetía, él le había hecho la vida imposible a una mujer que fue víctima de sus padres, ella nunca supo que la verdadera razón por la que sus padres la obligaron a casarse con él. Al igual que su hija, ella había sido el p**o a una deuda de juego que tenía su padre con él, era su hija o sus empresas y su suegro nunca dejaría su posición social y su madre no limitaría sus gastos, lo del embarazo fue la excusa perfecta para obligarla a casarse. ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ Mi hermana me llama hecha un mar de llantos, no entiendo muy bien lo que me dice, solo entiendo que la quieren obligar a casarse con un desconocido, que se escapara y viajará a Brasil para quedarse conmigo. Le pido que se calme, que respire y que me explique que pasó. Ella habla con más calma, cada palabra me sorprende más, como un padre puede hacer eso con su hija, luego me cuenta lo que escucho en la discusión que tuvo mi madre con mi padrastro y no puedo evitar llorar, mi madre ha sufrido tanto y ahora se repetira la historia con mi hermana. Solo tenemos seis días para que ella escape y yo poder organizar su llegada y donde esconderla. Han pasado algunos días me quedan tres para que sea entregada al hombre que sera mi marido, ya tengo los tiquetes listos, solo me falta hablar con mi madre, quiero que ella venga conmigo, no la dejaré en manos de mi padre, es un ser despreciable.

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