Al fin llego a la oficina pero no tengo animo de hacer nada lo único en lo que pienso es en follar la boca de Rogert, no entiendo porque tuvo que joder todo, estábamos tan bien hasta que pronuncio la palabra mágica, desde ese momento supe que debía alejarme de él y es lo que haré apenas regrese de viaje con mi hermano, le voy a pedir a Fernando que me permita trabajar en alguna de sus empresas en el extranjero mientras él se termina de recuperar de todo lo que ha tenido que pasar desde que se enteró de su enfermedad, cirugías, rehabilitación, tratamientos agresivos, no cabe duda de que esa chica que conoció el día que secuestraron a mi sobrino lo motivo mucho en su lucha y lo mejor de todo es que estuvo para el cuando se enteró de la muerte de Isabella.
Saco el celular de mi bolso y oprimo el número de marcación rápida que tengo asignado al club, necesito desfogarme de alguna forma o me volveré loca con las palpitaciones de mi centro que no me dan tregua ni un segundo.
— Señorita Castle, que gusto que nos llame. — escuchó la voz melosa de Janeth del otro lado de la línea, ella es la dueña del club.
— Necesito dos sumisas y un sumiso para esta misma tarde. — bramo sin tanto rodeos.
— ¿Hora? — pregunta simple.
— Cuatro de la tarde en punto, que me esperen de rodillas de espalda a la habitación. — digo y corto dando por terminada la conversación. Janeth hará todo lo que le pedí para eso le p**o una muy buena cantidad de dinero.
La mañana pasa lenta aumentando mi ansiedad a cada instante, siempre he tenido el control de mi cuerpo pero eso parece estarme fallando desde decidí terminar la relación ama sumiso con Rogert, no comprendo porque esta vez terminar con un acuerdo me ha afectado tanto, no es distinto de los demás pero a mi cuerpo eso no parece importarle. Mierda, no puedo ni concentrarme en los documentos que tengo en las manos, miro la hora en el reloj de mi muñeca y son las dos de la tarde me queda media hora más para tratar de entender lo que quieren decir estos papeles.
— Emma ¿Puedes venir un momento? — digo alzando la voz para que pueda escucharme.
— ¿Me llamas? — dice asomando sus hermosos ojos café en la puerta, Emma es bastante guapa estatura mediana, delgada con curvas muy excitantes, cabello castaño y sobre todo una muy buena sumisa.
— Si, ven ayúdame con esto en media hora me tengo que ir. — pido viendo como hace una mueca de desacuerdo. — El hecho de que de vez en cuando seas mi sumisa no te da el derecho de mirarme así, no olvides lo mucho que eso me provoca. — digo recordando el día que la hice tener una cuerda atada por todo su cuerpo durante todo el día mientras estuvimos en la oficina, fue una atadura que me enseñó hacer Brettel, la ama que me inicio en este estilo de vida, la atadura consiste en una cuerda que baja desde su cuello con un collar, sujeta los senos y baja por su abdomen pasando por sus pliegues vaginales con dos nudos, uno que se clava en su centro empapandolo con sus fluidos y el otro roza dolorosamente su ano para luego subir por su espalda dejando un nudo justo en la nuca. Este tipo de ataduras requiere de mucha disciplina y confianza en si misma para poderla soportar todo el día sin dejarte llevar por la ganas de correrte, la blusa de cuello alto y holgada que llevaba ese día ayudó a ocultar la cuerda que llevaba, me excitó al instante de solo recordar como estaba desesperada por alcanzar su tan preciado orgasmo y del como disfrute haciéndola sufrir antes de dárselo en su departamento, se mostró tan dispuesta y complaciente.
— Hoy no soy tu sumisa y te miro y hablo como se me antoje. — responde muy segura de si misma, me levantó de mi silla sin apartar los ojos de ella detallando cada reacción y me siento en el escritorio frente a ella, la tomo de la barbilla con fuerza para devorar sus labios metiendo mi lengua por toda la cavidad húmeda de su boca saboreando su sabor.
— Tú eres mía y solo mía cada vez que yo lo decida. — bramo con lentitud sin soltarla. — ¿Entiendes? — cuestiono autoritaria. Veo con felicidad como su mirada baja y pierde toda la actitud desafiante de hace un momento.
— Si señora. — balbucea como puede por la presión que aun ejerzo en su boca con mi mano.
— Termina tu de revisar esos papeles y me los dejas listos para mañana a primera hora. — digo y la suelto al tiempo que tomo mi bolso para salir de la oficina sin esperar su respuesta. Estoy segura que esta tratando de controlar las palpitaciones en su centro.
Con Brettel perdí mi inocencia y descubrí el lado oscuro del deseo, ella es una ama bastante hábil, recuerdo el día que la conocí ese mismo día me mostró solo un poco de esta oscuridad tan viva en mi.
Flashback
Estaba en la biblioteca leyendo en silencio >, cuando ella se acerco susurrando a mi oído sobre el placer que hubiese sentido Justine al entregarse al placer de la carne y cruzar la delgada línea que te lleva del más profundo dolor al punto más alto del placer. Sentí como todos los vellos de mi cuerpo se erizaron al sentir su cálido aliento golpear la piel de mi cuello provocando una sensación inquietante dentro de mi vientre, no entendía porque me pasaba eso, estaba segura de mi sexualidad, había tenido novios con los que nunca llegue a tener intimidad pero sabia y estaba segura de que me gustaban los hombres.
Cerré los ojos e inspire profundamente para calmar los desbocado latidos de mi corazón que se había acelerado al sentir su cercanía, me infunde de valor y le respondí mecánicamente hablando sobre la filosofía materialista en la que se había basado el autor, le dije que en la obra se criticaba la sociedad y el sistema de gobierno y que no solo se trataba de un libro erótico. Ella por su parte alabo mi inteligencia diciendo que era la primera persona que le daba una respuesta tan acertada sobre una lectura tan sugerente. Sin preguntar tomó asiendo delante de mi en la mesa que ocupaba en ese momento con varios libros que planeaba leer, se acercaban los exámenes finales y tenía que prepararme muy bien, queriendo concentrarme de nuevo en mi lectura y tomando las notas correspondientes me olvide por un momento de su presencia aunque el inquietante olor de su perfume me advertía que aún estaba sentada delante de mi observando cada uno de mis movimientos.
— ¿Te gustaría venir a mi casa a estudiar conmigo? También tengo que prepararme para los exámenes. — cuestiono con voz cantarina, sopese la idea de negarme pero a la final termine aceptando ir con ella, tal vez fue un error o quizás la mejor decisión que he tomado en toda mi vida.
Con las manos temblorosas tome los libros y pase con la bibliotecaria para que los cargara en mi carnet y poderlos llevar conmigo, todo el camino en su auto fue silencioso me sentía inquieta por haber aceptado la invitación de una chica que por lo general se muestra fría y distante con todos en la universidad, nunca antes la había visto hablar con alguien hasta que me hablo a mi.
— Solo vamos a estudiar, no soy ninguna asesina serial. — dijo con voz neutra lo que hizo que mi ansiedad incrementara haciendo que los chorros de sudor cayeran por mi frente y cuello. — Listo llegamos. — anuncio estacionando el auto dentro de un garaje abierto.
— ¿Vives sola? — pregunte cuando entramos porque el silencio que se oía era sepulcral.
— Si desde hace un año, mis padres viven en otra ciudad. — asentí por educación queriendo salir corriendo de allí, pero eso me abría ver medio loca. — Coloca tus cosas en el comedor vamos a trabajar allí, si te parece bien. — ordena y me ofrece una sonrisa un tanto extraña.
— Me parece bien. — dije y me senté en una silla cercana a la ventana.
Al cabo de una hora estudiando se levanto y camino hacia mi lentamente mientras me decía lo mucho que yo le había gustado desde que vio la primera vez en la universidad, me tomo de la coleta que me había hecho ese día y halo mi cabeza hacia atrás con brusquedad sin darme tiempo a reaccionar del todo unió nuestras boca y metió su lengua dentro de la mía, al principio trate de resistirme pero al cabo de unos segundos cedí ante su ataque y devolví el beso con mayor ferocidad. Todas las cosas que hicimos ese día siguen muy bien grabadas en mi memoria como un recordatorio de la primera persona que ilusamente creí que amaba, hasta que me hizo compartir nuestros encuentros furtivos con un hombre con el que ella también disfrutaba, ese día fue también la primera vez que tuve un hombre dentro de mí haciendo que llegara al orgasmo, desde entonces supe que no hay distinción de sexos cuando el objetivo es el mismo.
Dominar el deseo implícito que vive en mi.
Fin del flashback
La fachada aburrida y poco llamativa del club fetichista al que asisto desde que llegue a esta ciudad se alza delante de mi con su promesa de una tarde llena de juegos perversos que me harán olvidar la lengua de Rogert devorando mis tetas y mi coño.