Cuando Dessiré se levantó para cambiar a Kiara para llevarla a clases la encontró en las piernas de su padre que le daba el desayuno. - ¡Hola, mami!- le lanza un beso y bate su manita- ¡Papi me trajo un regalo!-hablaba rápido-¡Y me hizo el desayuno!- los ojos de Kiara desborda de alegría. - ¡Qué bien, mi cielo!- dijo nerviosa y buscó su mirada, pero él no la determinó-¡Ya te llevo a clases! -¡No hace falta, yo llevo a mi hija a clases!- dijo él cortante- ¡Termine de arreglarse, señorita!- le habló con dulzura a la pequeña. Dulzura que en esos momentos Dessiré deseó para ella. La niña se bajó de sus piernas y corrió a la habitación a buscar lo que le faltaba. - ¡Lamento mucho, lo que pasó!- Dessiré se sentía muy mal tanto emocional y físicamente, y la palidez en su rostro era notoria.