La habitación está a oscuras y sólo los movimientos bruscos dejan saber que se encuentra alguien ahí. Él olor de las cajas que abarcan el lugar, y a desinfectantes que se utiliza para limpiar, llena el ambiente de aquel lugar cerrado. Es un lugar donde se guarda materiales de aseo y cosas que no se utilizan, y es un poco apartado y poco visitado, es el lugar perfecto para la intimidad clandestina.
-Vamos, di qué sí - ella frota sus senos en el pecho de él - dame lo que más deseo - sus manos finamente cuidadas acaricia con mucha suavidad el vientre, bajando hasta el cierre del pantalón y lo abre con presteza - yo sé que también me deseas y quieres al igual que yo- mete su pequeña mano y toma el m*****o grande y duro. Lo acaricia y lo saca del pantalón.
Los ojos del hombre la mira y brillan de solo imaginar lo que ella hará.
-Roberta, por favor - era imposible negarse a la febril mujer. Ella era fuego líquido -estamos en la empresa.
-¿Y cuándo eso te ha detenido?-deslizaba su mano con movimientos suaves. Sin esperar respuesta alguna de él se acuclilla y lo engulle en su boca chupando con fuerza. Ella lo invade con deleite y placer.
-¡Roberta!- murmura mientras toma su cabeza y la sostiene con fuerza, para presionar sobre su eje- ¡Eres......ah!- él excitado echa la cabeza hacia atrás y disfruta de la placentera caricia.
La mujer no se cohíbe ante la fuerza que él le imparte.
-¡Te gusta!- su cálida lengua da pequeñas lamidas tanto al pliegue como a la cúspide cremosa y suave. Sus ojos no pierden la oportunidad de verlo excitado.
- ¡Maldición! - murmuró excitado - siempre haces lo que quieres conmigo- la tomó con brusquedad levantándola de donde ella estaba agachada y tomó su falda para quitarla de su camino y sin reparo alguno ni cuidado rompió la fina braga- ¿Esto es lo que quieres?
El corazón de la mujer latía apresurado por aquella deliciosa faena. Estaba tan excitaba que sentía como su vulva palpitaba de emoción.
- Si, que seas un animal - ella jadeaba orgullosa por haber doblegado la voluntad de ese hombre que tanto le gustaba y deseaba.
Él la colocó frente a unas cajas y la hizo inclinar hacia adelante.
- ¡Abre las piernas!- le decía mientras con el pie él se ayudaba a que ella quedará como él quería - siempre tan dispuesta- le dijo al acariciar la entrada húmeda de la excitada mujer - siempre lista- murmuró él excitado se colocó el preservativo y sin darle tiempo embistió con fuerza- ¿Esto es lo que querías?
Ella gimió al sentirlo dentro. Estaba duro y grande. A ella le encantaba como encajaba a la perfección dentro de ella.
-¡Oh, sí!- gime ella -¡Más!- balanceando sus caderas para profundizar más las poderosas embestidas.
- ¡Sí!- embestidas que son violentas y sin amor. Sólo deseo, solo sexo, solo carne, no hay cariño, sólo placer- ¿Ahora me dejarás en paz?- su voz es entre cortada por el esfuerzo y el deseo.
- ¡No lo sé!- la mujer se retuerce de placer y trataba de besarlo, pero él, no le daba la boca- ¡Bésame!- ella súplica.
-Ahora, no hay tiempo- se movía de tal manera que ella complacida le respondía - ¡Vente, quiero oírte!-le dice al oído- ¡Chilla! ¡Gime mi nombre! - la estimula, acariciando uno de sus senos a través de la blusa que ahora está abierta.
-¡Si, si, si!- murmuraba.
Cuando él se iba a llegar saco su m*****o terminando con la mano y se derramó fuera. Retiró el preservativo y saco el pañuelo y comenzó a limpiarse. Colocó bien su pantalón cerró la cremallera sin dejar de mirarla. Después se arregló la camisa y también su corbata.
-¿Por qué siempre haces lo mismo? – ella lo miró enfurruñada-nunca te has derramado en mí.
- Ni en ti, ni en ninguna mujer- le cortó frío, sin pasión.
Ella al oírlo lo miro muy seria.
- ¿Por qué?- no iba a dejar el tema tan fácil, saber le interesaba y demasiado para su gusto.
Él terminó de acomodar su impecable ropa.
-Sólo lo hice una vez y estaba borracho- se quedó pensativo como evocando el momento.
- No te hagas el loco- insistió ella y le quitó el pañuelo y comenzó a limpiarse- ¿Por qué no te has derramado en mí? Sabes que yo me cuido, tú de eso te has encargado- sus ojos azules brillaban.
-Cuando yo me derrame dentro de una mujer, es porque esa mujer será para toda la vida y por lo visto, esa mujer no ha llegado - miró y a la vez se burló de ella- ¿Qué? ¿Creías que esto duraría para toda la vida? ¿Qué eres la mujer que yo busco para compartir mi vida?
Cada palabra que salía de la boca de él era como dardos que penetraban su corazón, esto la enfadaba.
- Yo.... - ella disgustada lo miraba.
- Recuerda, eres casada, y para mi males, con mi jefe - le pasó el dedo por la nariz- no lo olvides, sólo estoy contigo, porque me das placer y porque tú insistentemente me buscas en todo momento- sonrió al verla enojada- no es nada personal. Yo no busco una relación ni nada por el estilo.
-Pero, José Manuel- ella miraba su rostro con una maliciosa sonrisa- y si la presidencia de la empresa viene con condiciones de matrimonio.....- ella había escuchado algo por el corredor. También sabia el enorme deseo que él tenía por adquirir la presidencia -¿Qué harás?- arreglaba la ropa, y se quedó sin bragas.
Él se tensó y frunció el ceño.
- ¿Qué sabes?- la tomó del brazo antes de que ella lograra salir del pequeño escondite sin aclarar lo que insinuó- ¡Habla sin rodeos!
Ella lo miró y sonrió. Le encantaba tenerlo bajo control.
-Quieren que el nuevo presidente sea casado - ella arqueó una ceja- eso le daría seguridad a los accionistas.
Él resopló molesto por aquella noticia. Él nunca supo nada de lo que tramaba la junta directiva en contra de él.
-¿Desde cuándo lo sabes? - sus ojos brillaban de manera tenebrosa. ¿Es idea de tu esposo? ¿Cierto?
Ahora, sí estaba seguro que tenía enemigos y que su principal contrincante por el puesto de la presidencia tenía todas las de ganar.
- Desde hace mucho rato – sonriendo complacida abrió la puerta y miró que no hubiera nadie cerca - ya no hay tiempo para que puedas actuar, así que siempre serás el vicepresidente de Electrónic – rio con maldad - y parece que si fue idea de él - salió dejándolo furioso.
Él salió rato después, tenía que digerir lo que ella había dicho.
Su sueño era alcanzar la presidencia. Llevaba seis años trabajando para Central Electrónic, una multinacional, que le dio la oportunidad de crecer y hacer mucho dinero. Se hizo socio con la compra de unas acciones cuando la empresa sufrió un revés financiero, lo único que le falta era ser el presidente y así por fin estaría a la cabeza de la empresa.
Pero si la junta de accionistas y el accionista mayoritario querían que el nuevo presidente fuera casado, entonces estaría en serios problemas, porque su contrincante Edgardo Rodríguez, era casado y ya iba por su segundo hijo. Eso lo descalificaba a él.
Paso la mano por la cabeza y molesto entró a la oficina.
-Mirna, ¿Llamó Edgardo?- él le dijo que tenía que contarle algo. Lo más seguro era que él quería informarle su impedimento.
-Sí señor, que almuerza con usted como habían quedado- la mujer se le acerca - señor le recuerdo que la semana próxima viene mi auxiliar contable, la que va hacer prácticas.
Manosalva está furioso por el revés de su situación, literalmente no tiene tiempo para hacer cambiar las disposiciones de la junta directiva. Y una auxiliar no era importante en esos momentos.
- ¡Encargarte tú de eso!- se mostró enfadado.
- Sí, señor- Mirna salió, era mejor dejarlo solo, cuando estaba molesto, porque con cualquier cosa explotaba.
-“Al parecer el polvo secreto no lo ayudó a relajarse mucho que digamos”- Cavilaba en silencio la mujer.
Impaciente el hombre espero la hora del almuerzo y en el restaurante de ejecutivos de un hotel, los dos ya sentados los se miraron.
José Manuel se caracterizaba por ser impaciente y muy tajante en lo referente al trabajo.
- ¿Bueno? - José Manuel lo miraba sin parpadear, ninguno de los dos se gustaban, además de ser rivales en los negocios.
Edgardo Rodríguez carraspeo la garganta.
- Tú y yo no somos amigos, pero no soy ruin ni contigo ni con nadie- se interrumpió al ver llegar al mesero que recibió la orden- y cuando gano me gusta hacerlo de manera limpia y honrada - tomó un trago de la copa de vino que el mesero había traído para catar y después de aceptar el mesero sirvió
- La junta ha estado planeando una estrategia para dejarte por fuera de la presidencia - lo miro- tú eres el ser más mezquino, despreciable y desalmado que conozco y si por mi fuera, hace mucho tiempo te hubiera botado de la empresa - bebió la bebida sin quitarle la vista.
José Manuel ni se inmutó al oírlo.
- ¿Y? ... dime algo nuevo- se reclinó en el espaldar de la silla- eso todo el mundo ya lo sabe.
Rodríguez resopló.
- ¡Eres un cínico! - le sostuvo la mirada - la junta va a escoger el presidente que este casado, porque por los estudios y experiencia tú estás muy sobre mí, pero para mí bienestar- le sonrió - tú no estás casado.
El rostro de José Manuel no dejó ver ni una de sus emociones y después de un rato le sonrió.
-¿Qué pasaría si para la reunión de la junta yo estuviera muy felizmente casado?
El rostro de Rodríguez mostro la sorpresa.
- No sé - fue la sincera respuesta del joven- ¿Te casarás, sólo para obtener la presidencia?-sus ojos se abrieron al entender el mensaje oculto.
José Manuel bebió el último trago y volvió a servir.
- Yo tengo novia- mintió con desfachatez- y pensamos en casarnos en un tiempo futuro próximo- sonreía al ver la cara de pudín que tenía su adversario.
- ¡Eso es mentira! - le dijo- yo mejor que nadie sé que eres el amante de la posesiva de Roberta - río - esa mujer jamás dejara que te cases- tomó un trago y espero que el mesero colocará los platillos que ellos habían pedido- o acaso ella te dijo que esa decisión la tomaron -cortaba un trozo de carne - hace seis meses atrás. Yo me enteré la semana pasada y por accidente.
José Manuel pensaba rápido.
- Ella no es mi amante- comió un pedazo de pan- esas son puras habladurías.
- Si tú lo dices- bajo el cubierto y bebió un poco de agua- pero sólo esperan poder grabar con una de las cámaras de vídeo, ah y ya descubrieron que la habitación de materiales de aseo no hay cámaras- río al verlo incómodo- después que no te metas con mi mujer, me importa un comino con quién te revuelques.
- Tú mujer nunca me ha interesado- arguyó molestó.
- ¡Menos mal!- dijo Edgardo cuándo lo fulminó con la mirada.