PRÓLOGO

476 Words
Odio este lugar infernal. Todos aquí me observan, atentos, como esperando que cometa un error para señalarme y castigarme. Pero ya estoy acostumbrada; es algo que he aprendido a soportar con el tiempo. Cuando hago destrozos, lo hago con intención. Amo el caos, eso sin duda, pero por lo regular lo hago porque detesto estar aquí. Desde que era niña, he estado atrapada en este internado, un colegio de monjas que mis padres eligieron para mí supuestamente para controlarme. Al principio me resistí, hice todo lo posible por escapar, incluso me escapé de casa para evitar que me obligaran a volver. En aquel entonces, solo tenía ocho años cuando lo hice. Desde la primera vez que vi llorar a mi madre, supe que no podía seguir huyendo. Le prometí que no lo haría más. Pero con el tiempo, volví a mis viejas andanzas. Quizá mis padres ahora estén decepcionados de mí, pero esto es lo que soy, y tarde o temprano tendrán que aceptarlo. No fui hecha para estar encerrada, ni para obedecer sin cuestionar. Soy una Mancini, la única hija del diablo de Italia. Eso significa mucho para mí, y quiero que el mundo entero lo sepa. ٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭῀٭ Dos meses después. Un zumbido fuerte me acribilla la cabeza. No sé qué ha pasado. Lo último que recuerdo es que se oyeron detonaciones muy fuertes, luego se vio fuego, y de la nada un gas floto por el aire. No tuve tiempo de nada, mis ojos se cerraron de golpe y ahora me está costando abrirlos. Parpadeo unas cuantas veces para acostumbrarlos de nuevo, y cuando lo consigo, mi vista se encuentra con solo paredes desgastadas. El lugar es oscuro, no hay ni un rayo de luz del exterior o alguna luz artificial de una lámpara, solo oscuridad. En eso resuena una voz profunda: ―Nos volvemos a ver, piccola diavola –pronuncia “pequeña diabla” en italiano. Y mis ojos se clavan en esa profundidad. Su mirada gris es un abismo sin fondo, tan intensa que parece capaz de penetrar el alma de quien la mira, excepto la mía. Esa profundidad es inquietante, como si albergara secretos tan oscuros. En sus ojos hay una sombra de maldad palpable, una frialdad que hela la sangre de cualquiera, no conocen la piedad y eso ya lo sé, porque yo misma lo vi antes. Ese gris es una ventana a un alma corrupta, un reflejo de un espíritu marcado por la crueldad y el desdén. Y ahora yo estoy en sus manos, nuevamente…
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