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Tentación Italiana - Amor y Peligro (+18)

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Blurb

April es una mujer que vive al límite, sin ataduras ni compromisos, solo sexo, viajes y diversión.

Su pasado la persigue, carga con fantasmas, muchos más de los que quisiera y acepta.

No se queda nunca en un lugar fijo y sigue su instinto como dé lugar, no espera, no ruega por cariño, no lo quiere en su vida. No tiene tiempo ni interés en el amor, y solo se relaciona con hombres que no le exigen nada más que una noche. Sin embargo, su hermana menor se acaba de emparejar con el líder de la mafia italiana.

Ahora, su hermana menor la ha llevado directamente a la casa de su familia biológica. Así que su mundo amenaza con derrumbarse por completo. Ella sabía que su familia la había recogido de un orfanato del que su madre era prácticamente dueña, tenía claro quién era y lo que nunca sería, porque se negaba a formar una familia y fingir que las cosas duraban para siempre.

Pero todo cambió cuando lo conoció, cuando se topó con su perdición, aquel hombre que estaba al mando de su cuñado, ese hombre tan varonil que la dejaba con las piernas temblando y con ganas de más.

Aunque se resistía a admitirlo, se había topado con su tentación italiana y ahora solo temía caer e ir directa a un pozo, puesto que él la quería, pero no era el único.

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Capítulo 1 Raíces
April Cuando tenía quince años mis padres me sentaron en el living de casa para hablar, ellos siempre charlaban con nosotros todas las cosas que creían importantes, incluso cuando hacías algo mal, simplemente te sentaban en el sillón, se colocaban frente a ti y adquirían una pose característica. Papá solía sentarse en la mesa ratonera, siempre me llamó la atención que aquel pedazo de madera lo resistiera teniendo en cuenta su tamaño. Giovanni era un hombre grande, hombros anchos, rellenos de gran masa muscular, piernas largas y tonificadas. Su cuerpo estaba lleno de tatuajes, tenía el pelo rapado en los costados y un poco más largo en la parte superior, sus ojos eran de un celeste que en ocasiones pasaba a ser gris, un gris tan profundo y frío como el mismísimo hielo, pero que siempre se tornaba cálido para nosotras, para las mujeres de la familia, para sus mujeres. Llevaba el rostro inexpresivo, las piernas abiertas y los codos apoyados en las rodillas mientras que mi madre se acomodaba justo al lado, en el sillón. Su pierna derecha siempre cruzada por encima de la izquierda y se encarga de golpear las uñas de su mano diestra contra la rodilla, una sonrisa ladeada ocupaba todo su rostro mientras que aquellos ojos en tonos verdes te enfocan. Su delgada figura estaba adornada por músculos y tatuajes, los primeros no se marcaban mucho, pero estaban, lo sabía porque la había visto lanzar el cuerpo de un hombre directo contra una pared. Un arma mortal para algunos, una súper heroína para mí. Era maternal, cariñosa, hasta que entraba en otro tipo de sintonía, una categoría que sólo aparecía cuando el peligro acechaba en nuestra vida. Ella automáticamente se convierte en una fiera dispuesta a matar a todo aquel que se atraviese por su camino. — ¿Hice algo mal? —Los miré a los dos mientras apretaba mis manos esperando que hablaran. — No cariño —mamá acarició mi cabello mientras que metía un mechón detrás de mi oreja. —No has hecho nada malo April, es solo que hay algo que tenemos que decirte —mamá habló y miró a papá. Ellos siempre entraban en esa sintonía, solo tenían que mirarse para saber qué pensaba el otro, no necesitaban palabras, no requerían un diálogo profundo, solo poner sus ojos en el otro y las cosas toman su rumbo. — Tu mamá y yo tenemos que hablar contigo sobre algo que creemos que tienes derecho a saber —su voz ronca me hizo mirarlo. Tomó aire, y miró el lugar. El living es un espacio amplio y luminoso, con grandes ventanales que dan al jardín. El suelo es de mármol blanco, y las paredes están pintadas de un tono crema. La decoración es minimalista, no sé si porque así les gusta o simplemente porque evitan que vuelen cosas en caso de peleas. El techo tiene molduras y una lámpara moderna. El mobiliario es de estilo clásico, con sofás y sillones tapizados en tela beige, la mesa del centro de madera tallada, y una chimenea de piedra que ocupa una pared. El color predominante es el blanco, todo siempre se me tiene así, con aquellas pequeñas combinaciones en detalles en tonos tierras, como los marcos de los cuadros, los cojines, y adornos. El lugar siempre olía a flores, madera y aromatizante, ese que la chica que limpiaba ponía en los pisos. — Sabes que te amamos muchísimo y que lo que vamos a decir ahora no cambia exactamente en nada, no modifica nada. —siguió mi padre —eres mi niña, la primera, uno de mis más grandes amores —sonreí —te amo —mamá carraspeó —te amamos. —corrigió. — Mejor —lo interrumpe. —Es así, te amamos, eres lo mejor que nos ha pasado en la vida. —tomó aire —pero debemos decirte algo. Recuerdo que el pánico me atravesó el cuerpo por completo, porque yo había estado jugando con mis hermanas en su despacho y una de ellas había encontrado los papeles de adopción de Reed. No era tonta, había visto lo poco que me parecía a ellos, si bien todos teníamos los ojos claros. No éramos parecidos, no tenía nada de mamá mucho menos de papá. — Hace unos años —mi madre tomó la palabra —cuando volví a Estados Unidos, fui a visitar mi orfanato —por favor, que no lo dijera. Sabía que necesitaba saberlo, pero no quería escucharlo. No quería que aquellas palabras salieran de su boca, porque significaba tener que aceptar y yo no quería hacerlo. — Yo había estado viviendo aquí, en Europa porque mi padre no me quería allá, pero me estaba haciendo cargo de un orfanato —tome aire —, no recuerdo cómo llegué a él, solo se que estaba decidida a hacer algo bueno y busque eso en Estados Unidos, supongo que las ganas de volver donde pertenecía fueron la excusa perfecta. Su vista permaneció perdida un momento. — Cuando volví a casa fui a aquel orfanato, es el mismo que voy para visitar dos veces al año —sus ojos dieron conmigo —, iba prácticamente todos los días desde que llegué y en una de esas veces que fui, una bebé lloraba dentro de la casa. Lo iba a decir, estaba por decirlo, aunque yo lo sabía, lo sospechaba. ¿Cómo haces cuando sabes las siguientes palabras, pero no quieres escucharlas? Porque ahora, mi casa se derrumbaba, yo estaba ahí, sentada, observando a las dos personas que más amaba en el mundo a punto de hacerlo. Ellos estaban a punto de destruir mi castillo de naipes y dejarme entre medio de los escombros. — Me enamoré automáticamente de ella, sus ojos claros me sacaron el aire —sonrió —era perfecta, perfecta y única, porque solo basto tenerla en mis brazos para enamorarme perdidamente. Papá sonrió con sus palabras. — Sí, ella aún lo logra, solo basta que te mire y ya estás perdido. Sonreí con sus palabras. — Decidí adoptarlos, a ella y Reed —mis ojos se llenaron de lágrimas —con el tiempo pasaron algunas cosas, yo tuve que enfrentarme a mi padre y venir aquí esperando que tu papá viniera por mí. Lo miro mal. — Pero lo hice. —admitió. — Lo hizo, volvió a casa con nosotros, nos dimos una oportunidad. Se quedaron mirando de esa forma, con ese amor. — Luego tuvimos que enfrentar a tu abuelo, es decir a mi padre y al final nos casamos —tomó aire —pero antes de casarnos hice todos los trámites de adopción, adoptamos a Reed. —lo interrumpo. — Y a mí —termine por ellos. Sus ojos dieron conmigo, estaban analizando mis reacciones, pero yo no sabía cómo reaccionar, mi respiración se había quedado a medio camino, mis manos temblaban un poco, algo que camufló al apretar mis manos con fuerza, era lo único que puedo hacer, lo único que me salió en ese momento. — Hija —tomó aire. — Lo sabía, solo esperaba no enterarme nunca. Ahora viendo a la familia de Ludmila frente a mí, estaba experimentando de nuevo aquellas sensaciones, como mi pasado volvía a colisionar con mi presente, como nuevamente las cosas parecían romperse de a poco, porque una vez más ella volvía para destruirlo todo, una vez más me sentía que la chica parada frente a aquella puerta. Decidí, luego de que ambos hablarán conmigo, esperar el tiempo prudencial para procesar lo que sentía e ir en busca de mis orígenes. Simplemente hablé con ellos para pedirle ayuda a Aarón. Mamá no apareció molesta con la situación, ella ni siquiera se inmutó cuando le pedí saber sobre mis orígenes ni siquiera interfirieron en ello, solamente me pidieron que tuviera cuidado y cuidara mi corazón, porque sabía que lo que averiguara, podría hacerme daño y ella se negaba a que eso ocurriera. — Solo prométeme que te cuidaras —sus ojos me observan. — Mamá, se usar armas y me encanta explotar cosas, créeme, no pasara nada —hizo una mueca. — Creo que se nos fue la mano con las técnicas Gio —todos nos reímos. Me despedí de mi madre y fui a la dirección que me había dado mi tío, él había insistido en que no fuera, me dijo que no valía la pena, incluso me pidió que tratara de no entrar en esa situación. Porque temía que me dañaran. Quizás si fuese menos terca, le hubiera hecho caso, tal vez… solo tal vez, hubiera aceptado aquellas palabras que salieron de su boca. Si tan solo supiera lo que es quedarme en la ignorancia. Pero mis padres no me habían criado así, ellos jamás nos criaron de esa forma, nos contaron todo, me hablaron de todo y me mantuve más tiempo en casa solo porque sabía que esto podía terminar mal. Como ahora, cuando me encuentro parada frente a esta casa, cuando mi mente pelea contra mi ingenio, lo único que puedo pensar es que nunca debe venir.

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