En el jardín de los cipreses, se encontraba el príncipe Elessar junto con su hijo el príncipe Nariel. Los dos estaban sentados bajo una mesa techada tomando té de hierbas mientras detrás de ellos unas elfas estaban tocando la viola, recitando una melodía tan calmada como el viento de esa mañana. El día había amanecido perfecto, pero a su vez no había mucho que hacer para el padre y el hijo. Lo más interesante que ellos consideraban era el casamiento de Cirdán con la humana, Elessar quería conocerla, porque en el palacio eso era lo único que hablaban, como el hecho de que, por lo visto el rey Cirdán anuló la bendición de la diosa porque llegaron en derrota como siempre. —Mi sobrino pretende acabar con todos los elfos si continúa yendo a la guerra y teniendo tantas bajas —admite Elessar mie