Antes de que amaneciera, el rey Cirdán despertó. Se sentó en la cama y miró a Liara, viendo que ella se encontraba profundamente dormida. Él no se dio cuenta, pero al mirarla, sus labios se arquearon en una pequeña sonrisa que se desvaneció tan rápido como apareció. Así pues, se levantó de la cama y buscó papel, tinta y pluma en la gaveta que estaba al lado de su cama, donde guardaba un par de libros que solía leer antes de dormir. En uno de esos papeles, le escribió con escritura humana: "No salgas de mi aposento, desayuna aquí y espera hasta que mi guerrero de mayor confianza venga a buscarte". —Espero que sepa leer la escritura que usa su gente —murmuró Cirdán, dejando la nota justo al lado de la cama para que Liara la viera cuando despertara. Acto seguido, se vistió rápidamente y sal