El rey Cirdán se estremeció cuando ella colocó su mano junto a la de él sin previo aviso, así que como reacción instantánea él la alejó, pero Liara una vez mas le sujetó la mano al rey con las dos suyas. Ella se pudo dar cuenta como la mano del rey Cirdán se veía muy grande en comparación con las suyas, pero dejó a un lado ese detalle, diciendo: —Puede iniciar conmigo una charla cuando lo desee, rey Cirdán. No tiene que alejarse, aunque no lo crea, yo no lo odio... por ahora —murmura Liara entre dientes la última parte —puede hablar conmigo, recuerde que soy su esposa, y si quiere, puedo ser su amiga... en este enorme y solitario palacio solo nos tenemos los dos —dice Liara con una sonrisa viendo como Cirdán la veía con una expresión llena de sorpresa. —Me llevará tiempo cambiar ciento c