—No puede ser posible, este lugar... está demasiado alejado —murmura Cirdán, guardando el libro dentro de su camisón para salir de aquel templo lo más rápido que puede. Sin tiempo para bajar las escaleras, corre hasta una especie de balcón que da hacia el salón principal del templo y salta desde allí, corriendo hasta la entrada para confirmar lo que sospechaba desde que escuchó aquellos pasos. Cuando salió, el rey elfo hizo una expresión de asombro en su rostro al encontrarse frente a él, a unos cuantos metros de distancia, un enorme ogro grotesco arrancando hojas de los árboles. Pero eso no es lo que más lo sorprende, ya que en uno de los hombros del ogro va montada un silfo, aparentemente utilizando al ogro para llevar a cabo el robo de las ramas altas. Cirdán abre los ojos de par en p