Ava, ese era el nombre del hada que Cirdán había capturado en aquella celda de ramas de árbol que él mismo había creado. A sus ciento noventa años, el rasgo más distintivo de ella eran sus enormes ojos color almendrados. Desde hace cinco años atrás, aquella hada había acudido a ese bosque para arrancar corteza de árbol y hojas de la parte más alta, ya que era uno de los bosques más ricos en energía vital, esencial como vitaminas para los cuerpos de los silfos en el reino de Lumirelia. Ava había descubierto ese lugar por casualidad y desde entonces acudía cuando sus reservas de energía se agotaban. Vendía esas hojas y corteza a un alto precio en la aldea donde vivía, dentro del reino de las hadas. Sin embargo, justo en el día en que había decidido utilizar sus nuevos hechizos para crear un