Dereck
Exhalo cansado. Que mierda, por qué siempre soy yo el que tiene que hacer estas cosas.
– Jareau, si estas descansando espero que ya hayas terminado con tu trabajo – dejo de estirarme en mi asiento para volver a enfocarme en el informe que se supone debemos hacer Green y yo, pero el hijo de puta dijo que está enfermo del estómago y que necesitaba un momento.
Me preocuparía si no supiese que está en el estacionamiento fumando.
– Sí, capitán, ya casi – suelto con cansancio mientras sigo haciendo el informe sobre el arresto que hicimos anoche.
Un borracho hijo de puta que tenía drogas encima y se presumía que había drogado a una adolescente que se había metido de contrabando a una discoteca usando una identificación falsa.
Joder, cuando tenga una hija seré un psicópata en cuanto a su seguridad. Juro que por un momento vi rojo.
– ¡Jareau! – sacudo la cabeza un par de veces para poder salir de mis pensamientos y volver a enfocarme en este informe de mierda.
Maldito Green.
– ¿Problemas, Dereck? – volteo hacia mi derecha y le sonrío a Estela. Ella siempre parece preocuparse mucho por mí. Es una gran mujer y una excelente compañera.
– No es nada, solo tengo algo de hambre – justo en ese momento suena mi estómago y maldigo otra vez a Tim. Yo debería estar comiendo ahora mismo, no haciendo esta porquería yo solo mientras él está llenándose de su vicio de mierda.
– Si quieres, puedo echarte una mano – lo pienso por un momento, solo un momento, pero termino negando.
Esta es mi responsabilidad junto con la de mi compañero, ella también tendrá trabajo que hacer.
– No te preocupes, Gates, terminaré pronto, gracias – le guiño un ojo en agradecimiento antes de volver a enfocarme en lo que estoy haciendo. Esta parte para mí siempre será la peor de trabajar en una comisaria.
Joder.
– Dereck – vuelvo a voltear a mi derecha. Ahí sigue la rubia. Le vuelvo a sonreír.
– ¿Qué pasa? ¿necesitas algo? – noto como duda y eso se me hace extraño, normalmente ella es bastante segura y decidida.
– Necesito un café y un emparedado… ¿qué te parece si yo termino con eso y tú me compras el desayuno? – sonrío aún más al escucharla y me pongo de pie en un salto.
– Te gusta el de doble queso ¿cierto? Te traeré dos – sacudo un poco su cabello, despeinándola, y me río cuando se queja – No tardaré, iré a la cafetería de Will – confirmo que tengo encima todo lo que podría necesitar y salgo prácticamente corriendo de la comisaria antes que me vea el capitán.
Lo menos que quiero ahora es otro regaño.
Tarareo, contento de por fin tener algo de aire libre. Trabajar en oficina no es para mí, por la mierda que no. Lo odio, pero, no todo podía ser acción.
Supongo que mi madre está muy feliz de que eso sea así, de otro modo no tendría ni un descanso.
– Will, hombre ¿cómo has estado? – saludo entrando al local. Veo como el viejo está haciendo un pedido y en la barra noto que hay una dama de espaldas. Me paro a su lado.
– ¡Dereck! Niño ahora mejor gracias a ti, pensé que tendría que mudarme para resolver el problema – recuerdo como la última vez que vine, mientras preparaba lo que pedí, me habló de un problema con unas filtraciones que al parecer tenía a su esposa muy enojada porque no había nadie que pudiese arreglarlo.
Una señora muy agradable y de carácter muy fuerte, seguro mi madre y ella podrían hacerse muy buenas amigas.
– No es nada, sabes que puedes llamarme si necesitas algo más – le quito importancia. Ese viejo es un buen hombre, y más de una vez me ha regalado uno que otro emparedado. Lo mínimo que puedo hacer es ayudarlo con pequeñas cosas como esas.
Mientras espero que se desocupe, empiezo a ver alrededor. Está bastante tranquilo, lo que supongo es por la hora.
Luego, volteo hacia la mujer a mi lado. Parece cansada.
Y maldición, es la criatura más hermosa que he visto en el mundo.
– Hola, me llamo Dereck, un placer – extiendo la mano hacia ella, quiero conocerla.
– Un placer – dice con total indiferencia, cosa que me hace reír un poco. No solo es la mujer más hermosa que he visto, sino que luce como una con carácter, podría jurarlo solo por ese gesto.
Ella parece ser un reto, y mierda, a mí me encantan.
– ¿Me podría decir su nombre, hermosa señorita? – pregunto arriesgándome a ser un jodido intenso. Pero tengo la necesidad de saberlo.
– No – ni así puedo dejar de verla, de sonreír y de querer cada vez más lograr hacer que me corresponda al menos una sonrisa.
Mierda, una mujer como ella debe verse como una maldita diosa cuando sonríe.
– Señorita Ekaterina, aquí está su café, justo como le gusta ¿quisiera acompañarlo de algún postre? – volteo hacia Will cuando se acerca con un vaso. Le guiño el ojo cuando veo la manera en la que arquea las cejas hacia mí con complicidad.
Bien, este hombre es un hermano, con gusto iré a su casa a arreglarle todo lo que quiera, es lo mínimo que podría hacer por darme el nombre de la mujer con la que me casaré.
– No, así está bien, muchas gracias Will – veo como ella hace un ademán de sacar el dinero, pero me tomo el atrevimiento de frenar su mano a la mitad del camino.
Su mano está helada, y casi quiero tomar las dos y calentarla un poco.
También me doy cuenta que tiene un acento extranjero, quizás no se ha acostumbrado al clima frio. Yo podría llevarla a conocer la ciudad.
– Yo pagaré por su café, señorita Ekaterina – ella me da una mala mirada mientras aleja la mano de mi agarre. Luce a la defensiva.
No me extraña, con lo hermosa que es, seguro hay muchos imbéciles a su alrededor tratando de llamar su atención.
Mierda, estoy seguro que luzco como uno de esos imbéciles.
– Muchas gracias, Will, ten un bonito día – ella se despide y da media vuelta, golpeándome con su cabello al girar. Suelto una risa ante eso.
Ella en serio es difícil. Me gusta, mucho.
Apresuro el paso para llegar frente a ella y detenerla antes de que salga.
– Sé que me veré como un atrevido, pero me gustaría invitarla a tomar el café conmigo, podríamos charlar un poco – sé que me rechazará, es claro, pero tocar la puerta no es entrar.
Ella me da una mirada de arriba abajo, y al menos creo que le agradó lo que vio, porque su mirada se suavizó un poco.
Bien, no todo está perdido.
– No puedo – sus hermosos ojos cristalinos se quedan fijos en los míos – Gracias – y me rodea para finalmente salir del local, dejándome atrás, suspirando y con el corazón latiendo como loco.
Joder, la última vez que me sentí así fue después de mi primera persecución. Tan lleno de adrenalina y excitación, esperando ansioso por la próxima vez en la que vaya a hacer lo mismo.
– La señorita Ekaterina es un hueso duro de roer – volteo hacia el viejo Will, que parece burlarse de mi rechazo.
Le sonrío.
– Ella es la mujer de mi vida, yo me casaré con ella – señalo la puerta por la que se fue hace segundos, causando que él empiece a carcajearse.
– Bueno chico, te deseo suerte – la necesitaré a montones.
Una mujer como ella nunca voltearía a ver a un hombre como yo, pero como mencioné antes, me gustan los retos, y este será el mejor que tomaré en mi vida, estoy seguro.
Llego a la comisaria sintiéndome todavía lleno de adrenalina. Sé que no será fácil, y que me estoy arriesgando a que pateen mi corazón sin compasión, pero mi mamá me enseñó que nada que vale la pena es fácil de conseguir, y esa mujer lucía como que puede ser lo mejor que me pase nunca.
– ¿Qué pasa, Jareau? ¿qué te hizo sonreír de esa forma? – me acerco hasta el puesto de Green y antes de contestar le dejo ir un golpe en la cabeza.
Es un hijo de puta por dejarme haciendo solo un informe que nos corresponde a los dos.
– Eres un hijo de puta – y luego me acerco a mi puesto, que está siendo ocupado por Estela, es decir, la detective Gates, y le dejo la bolsa de papel en donde está guardado el emparedado que pidió, un muffin y el vaso con su café.
>> Y tú, un ángel, gracias por tu ayuda – podría besarla, pero no quiero incomodarla con mi cercanía y que piense que soy como los malditos que siempre andan insinuándosele, creyendo que una mujer como ella tendría que rebajarse para estar con esos buenos para nada.
Estela Gates no solo es una mujer hermosa, sino muy capaz y buena en su trabajo, además que es una muy buena consejera y amiga.
– Sí, como sea ¿qué te pasó? Dudo que el viejo Will te haya regalado algo, y si lo hizo, dudo que eso te hiciera sonreír como lo estás haciendo – le dejo ir otro golpe, sin embargo, esta vez lo esquiva.
– Will no me ha regalado nada y si lo hiciera también vendría con una sonrisa – me recuesto de mi escritorio y comienzo a comer, haciendo como que no me importaran sus miradas sobre mí.
– ¿Entonces por qué traes esa sonrisa? – volteo hacia la rubia y aunque pienso en mentir o seguir esquivando la respuesta, no puedo hacerlo.
Mierda, me siento como un niño a pocos días de la navidad.
– Conocí a la mujer de mi vida.
– ¿Qué? – preguntan los dos al mismo tiempo. Asiento emocionado y volteo hacia mi compañero, que parece estar burlándose de mí, pero no me importa.
Que se ría todo lo que quiera, yo me casaré con esa reina, no él.
– En la cafetería había una mujer, y mierda, era hermosa, pero cuando la vi a los ojos y le hablé, mierda, me di cuenta que es feroz, es determinada, y estoy seguro que debajo de toda esa frialdad se encuentra la persona con el amor más puro que existe – digo con total seguridad.
– Claro – comienza Green – Y supiste todo eso solo viéndola a los ojos ¿cierto? j***r, con tu don de ver las almas podríamos capturar criminales desde antes de que cometan crímenes, puta madre, tienes poderes, súper ¿también tienes rayo láser o algo… ya sabes, más útil? – se burla.
Le lanzo una servilleta hecha bola, pegándole justo en la frente, aun así, me rio de su sarcasmo de mierda.
– No importa lo que digas, cuando me case con esa mujer y tengamos los bebés más hermosos del mundo, te darás cuenta de cuanto te equivocaste hoy – sus palabras no bajan siquiera un poco mi ánimo.
Yo sé lo que vi, y sé que mis instintos no se equivocan.
Esa mujer no solo es la más hermosa que he visto en mi vida, sino que su alma es aún más hermosa que su físico. Lo sé, algo me lo dice, y muero por comprobarlo.
– Eh, Dereck – volteo hacia Gates, notando que, al contrario de Tim, que sigue burlándose de mí y mis supuestas fantasías, ella se encuentra seria.
– ¿Qué pasa?
– No conoces a esta mujer… ¿no crees que estás apresurándote? ¿y si no es cómo crees? ¿y si es alguien mala? – lo pienso por un momento.
Claro que eso puede ser un escenario factible, he sido testigo de muchas crueldades, de muchos crímenes atroces de mano de mujeres que nunca imaginaria que pudieron haber hecho eso.
Pero si hay algo en lo que confío con los ojos cerrados al cien por ciento es en mi instinto, y él me dice que Ekaterina es la mujer de mi vida y que tengo que luchar por hacer que ella piense en mí como el hombre de la suya.
Sí, puede que me equivoque, pero estoy preparado para aceptarlo de ser el caso, después de todo, lo único que estoy arriesgando es un corazón roto, pero si resulta yo que tenía razón, conseguiré un amor.
– Entonces me abstendré a las consecuencias – me encojo de hombros – Si me equivoco pues que mierda, pero la vida sigue, no moriré por ello.
Mierda, que emoción, ya quiero conocerla más a fondo.