II

2411 Words
– No tienes que mandar a nadie, estoy bien yo sola, no pasará nada – me abstengo de rodar los ojos solo porque estoy siendo observada, pero aun así no oculto el enojo en mi voz. Sé que no insisten porque no confíen en mí y mi fortaleza, sino que lógicamente se preocupan, así como yo me preocupo por ellos. Está bien, lo respeto y lo aprecio, me hacen sentir amada y protegida. Pero que insistan tanto con tener a cinco hombres cuidando mi culo está alterándome un poco. Puedo hacer esto, después de todo estoy en mi tierra, yo nací aquí. ¿Qué puede pasar? – Ekaterina, amenazaste a Sasha con botar a Arthur de la casona ¿qué mierda pasa por tu cabeza? – aprieto los labios y levanto un dedo, disculpándome silenciosamente antes de dejar la sala de juntas en donde estaba teniendo una muy importante reunión. – Bueno pues estaba siendo un grano en el culo, algo así como tú lo estás haciendo ahora – suelto un suspiro y me concentro en la vista de Moscú. Es un paisaje invernal, hermoso, atrayente. Es mi hogar, o al menos lo era. Desde la muerte de mis padres la nieve me hace sentir tanta nostalgia que no me imagino volver a vivir en un lugar tan mágicamente blanco como este. Aunque evidentemente lo mío siempre será el clima frio. – Emperatriz, no puedes hacer lo que te venga en gana – escucho como él suelta un suspiro pesado – Él está allá para protegerte y no lo dejar hacer su trabajo. – No me pasará nada – replico. – Eso no lo sabes – guardo silencio. En el fondo, sé que tiene razón, solo que me niego a aceptarlo porque siento que tener un hombre a mis espaldas en estos momentos debilitará mi imagen. Y estos hijos de puta necesitan ver que no necesito a nadie cuidándome o vigilando mi espalda porque yo sola me los puedo cargar a todos en dos minutos. – Termino aquí y me iré directamente a tomar el jet, quiero ir a casa, el café aquí sabe a mierda – me quejo dando media vuelta. Entrando nuevamente a la sala de junta, en donde se encuentran dos mujeres mayores que simplemente guardan silencio y otros cinco hombres en un rango de cuarenta a sesenta años. Todos con su atención en cada uno de mis movimientos. – Ya lo organizaré, date prisa. – Lo haré – y sin dilatar más, cuelgo – Una disculpa, damas, caballeros, no quise interrumpir nuestra reunión – suelto mientras con toda la gracia que sé que poseo, tomo asiento en la cabecera de la mesa. El lugar que me corresponde como presidenta de las empresas de mi familia y la representante de los líderes del grupo Bogdanov. – ¿Problemas con su estadía aquí, señorita Bogdanova? – volteo hacia el que parece el más joven de todos, y que no debe tener menos de cuarenta y dos. También le calculo dos matrimonios fallidos, cuatro hijos y una empresa al borde de la bancarrota debido a su adicción a las apuestas. Claramente yo nunca hubiese venido aquí sin antes saber quiénes son y todo lo que podrían estar buscando. – No, al contrario, ya extrañaba mi tierra – respiro profundo, como si no me molestara el aroma a cigarrillos que emana el hombre a mi otro lado. Cincuenta, problemas financieros debido a su manía de despilfarrar en putas y en regalos costosos para mantener a su esposa en silencio. >> Todo aquí es tan… mágico – con una sonrisa sutil, peino uno de los mechones de cabello detrás de mi oreja, y enfoco toda mi atención en él. Logro ponerlo nervioso, lo noto, y lo disfruto. Le faltan años de experiencia, un montón de valentía y mucho más poder para siquiera poder afectarme un poco. – Ya veo, me alegra que así sea… – podría burlarme de la manera en la que el chulito número uno se acaba de desinflar, pero no es momento, por eso volteo hacia chulito número dos. Desde que entré no dejó de verme las piernas y ahora es como si se le hubiese perdido la maldita vida en mis pechos. – Entonces ¿qué me estaba diciendo, señor Lancaster? – finalmente consigo que suba la mirada hacia mis ojos. No borro la sonrisa. No es momento todavía. – Claro, como estaba diciéndole, señorita Bogdanova, creo que estos negocios traerían enormes beneficios a nuestras empresas, claramente, al ustedes ser los que pongan el mayor porcentaje en capital, serían los que figurarían de primero y tendrían mayores ganancias – bajo la mirada otra vez hacia los papeles que se me dieron al inicio de este teatro. Ellos pretenden abrir un casino del tamaño de un centro comercial. En un inicio todo parece en orden, incluso luce como que podría funcionar y ser un buen negocio, el detalle; aunque claramente aparece el nombre de Bogdanov en grande, aparecen ellos como los principales responsables del manejo del lugar. Yo nunca cometería el error tan estúpido de dejarles una capital tan grande a estos hombres, de hecho, ni aunque fueran confiables y estuviesen limpios yo dejaría que ellos manejaran esa suma de dinero sin que yo o alguno de mis hermanos estemos encabezando el proyecto. – ¿Quién administrará todo esto? – pregunto, queriendo ver hasta donde creen que me están viendo la cara de imbécil. – Yo personalmente, por supuesto – salta otra vez chulito número uno. Yo simplemente asiento y volteo hacia las mujeres. Las dos con más de cuarenta también, están aquí únicamente porque sus maridos escucharon el falso rumor que yo soy más accesibles con ellas. Ya quisiera saber yo de dónde sacan la mierda de que, porque me muestro más amable con ellas, yo confiaré ciegamente. – ¿Ustedes que opinan de esto, señoras? – la más joven, una rubia ceniza con una figura escultural y un rostro algo retocado, sonríe con altivez. – Me parece que sería una grandiosa oportunidad hacer negocios con ustedes, los Bogdanov han crecido tanto el ultimo tiempo que claramente seriamos unos tontos si no aprendemos algo de ustedes – ella suelta una risa algo ruidosa – Vitaliy había hecho de todo un desastre, por suerte, pudieron recuperar todo, ustedes son unos genios. Ella parece darse cuenta que cometió un error al mencionar a ese hombre, porque abruptamente guarda silencio. Todos lo hacen. Mi sonrisa no cesa. – Disculpe, no quería… – niego, deteniéndola. – No, nada de eso, al contrario, muchas gracias por sus halagos, los tomaré, porque sí, nosotros hemos sido muy hábiles para recuperar la basura que otro dejó atrás – como si no hubiese dicho nada le echo otra mirada al proyecto en mis manos. Números tentadores, claro que sí, pero imposibles. Ellos nunca podrían alcanzar tales ganancias en un año, no hay manera de lograrlo con todos los gastos que se llevaran a cabo con la construcción de ese lugar tan grande. Eso pensando en que ellos no robarán todo y se irán, pensando que nosotros solo nos quedaríamos con los brazos cruzados. Deberían agradecer que soy benevolente y no los hago pagar por subestimarme de esta manera. ¿En serio creen que yo sería capaz de caer en cuentos de hadas como este? – Apenas firmemos los contratos y ustedes liberen la inversión comenzaremos inmediatamente con la construcción y nuestro equipo de publicidad iniciarán a captar clientes – asiento lentamente. Estoy por hablar hasta que mi celular vibra una vez. Lo sacó sin importarme el lugar ni lo que estamos hablando. Ya comprobé que ninguno de los presentes vale la pena. Es un mensaje de mi hermano mayor indicando que ya están esperando por mí, y eso es suficiente para ponerme de pie y sonreírles. – No estamos interesados pero muchas gracias por considerarnos – doy un par de pasos hasta que siento como chulito numero dos toma mi muñeca con firmeza, deteniéndome. Llevo mi mano a mi bolso, por su hace falta usar la fuerza para salir de aquí. Espero que no, seria desagradable. – No puedes rechazarnos de esta manera – ah ¿no? – Si tienes algunas dudas puedes decirlas y nosotros contestaremos, esto les dará más ganancias a ustedes, nosotros solo recibiremos migajas en comparación. Okey, dos cosas, primero, no se me pasa por alto el hecho que dejó de hablarme con educación y ahora me rebajó a su nivel o inferior; segundo, él parece seriamente enojado. Arqueo una ceja hacia él antes de soltarme sin delicadeza de su agarre. Doy media vuelta y levanto la barbilla, viéndolo de frente a los ojos. Ya no hay sonrisas cordiales. – No tengo nada que escuchar porque no estoy interesada – abre la boca, haciendo un ademán por continuar con su molesto monologo, pero lo freno levantando una mano – No tengo más tiempo que perder con ustedes, espero consigan a alguien que quiera apoyarlos – le doy una mirada de arriba abajo y sin más, sigo mi camino, esta vez sin ser detenida. No tengo interés alguno por quedar bien con personas como esas. – Señorita Bogdanova – ni siquiera me sorprende verlo aquí. – Sasha, vámonos, está comenzando a darme dolor de cabeza – tomo su mano cuando me la extiende para poder subirme en la camioneta, él cierra la puerta una vez me ve adentro y se apresura a entrar por el otro lado. – Ya está todo listo para marcharnos, será un viaje largo – ni que me lo diga – ¿Hay algo que desee que le consiga antes de marchar? – lo pienso por un momento, pero termino negando. – No, quiero irme lo más pronto posible. Al menos no perdí el tiempo y resolví varios problemas con un par de rebeldes en la casa principal, arreglé asuntos importantes con Meredith, la encargada de la sede secundaria de las empresas y pude ver por mí misma las escorias que estaban detrás de la pobre Mer, creyendo que ella aceptaría sobornos. Es una suerte que la hija de mi nana es tan ruda como lo era ella. ------------------------------------------------------------------------------ Por fin piso tierras americanas, y aunque quiero ir a darme un baño eterno y dormir varias horas, lo primero que hago es ir por un café. Siento que mi cabeza se está reventando del dolor y sé que lo único que me calmará será uno de esos mágicos café de William, el dueño de una cafetería que queda a dos cuadras de las oficinas y que son los mejores que he probado en mi vida. – ¡Ah! Señorita Bogdanova, que gusto verla por aquí, ya estaba preocupándome – le sonrío al hombre mayor. Es una ternura. Estoy de muy mal humor por mi dolor de cabeza y todo el estrés del viaje, pero con él no me nace ser desagradable. – Estaba en un viaje de negocios ¿podrías servirme lo de siempre? – le pido con una ligera sonrisa que él parece entender a la perfección. – Marchando, yo esa carita ya me la conozco, debe sentirse mal – simplemente suelto una ligera risa y espero que preparé el café como a mí me gusta. – Will, viejo ¿cómo has estado? – escucho una voz profunda a mi lado, pero yo ni siquiera volteo, al contrario, bajo la mirada a mi celular para revisar mi agenda. Otra vez tengo un par de reuniones con solo diez minutos de diferencia entre ellas y se supone que voy a ver otras dos al mismo tiempo. Mierda, sé que le dije a Nikolai que iba a intentar mantener a una asistente por algo más de un mes, pero otro error de estos y perderé la paciencia. – ¡Dereck! Niño ahora mejor gracias a ti, pensé que tendría que mudarme para resolver el problema – suspiro con pesadez cuando una punzada ataca mi cien ante la voz elevada del señor William. – No es nada, sabes que puedes llamarme si necesitas algo más – su conversación muere ahí y dejo mi celular a un lado. Siento que se están demorando mil años en prepararme el café, y sé que no es así, pero mi cabeza y el cansancio está haciendo estragos en mí. – Hola, me llamo Dereck, un placer – volteo a mi derecha y arqueo la ceja ante la mano extendida hacia mí. Supongo que sí está bonito. Tiene una linda sonrisa, ojos grandes y oscuros y unos risos algo tiernos. – Un placer – es todo lo que digo sin siquiera interesarme por sonar amable. – ¿Me podría decir su nombre, hermosa señorita? – le doy una ojeada de arriba abajo. Tiene buen cuerpo también, es tan alto como Nikolai, y quizás con músculos tan grandes como los de Viktor. Pero, veo una funda de arma en su cintura y unas placas en su cuello. Es un policía. – No. – Señorita Ekaterina, aquí está su café, justo como le gusta ¿quisiera acompañarlo de algún postre? – ignoro el hecho que él dijo mi nombre y le sonrío, recibiendo el café. – No, así está bien, muchas gracias Will – extiendo la mano con el dinero, pero el hombre a mi lado la sostiene delicadamente, impidiendo que lo haga. Lo volteo a ver con el ceño fruncido. – Yo pagaré por su café, señorita Ekaterina – ruedo los ojos. Ni siquiera tengo ganas de pensar en si luzco como una maleducada o no. Quiero irme a bañar y a dormir. Lo ignoro nuevamente y volteo hacia el hombre mayor, que parece encantado con el teatro que está montando el payaso a mi lado. – Muchas gracias, Will, ten un bonito día – me despido con un gesto de mano y doy media vuelta marchándome del lugar, o eso pretendía antes que ese policía se apresurara a meterse en mi camino. Arqueo una ceja en su dirección. – Sé que me veré como un atrevido, pero me gustaría invitarla a tomar el café conmigo, podríamos charlar un poco – ¿él está intentando obtener algo de mí solo porque se ofreció a pagarme un café? Vuelvo a rodar los ojos. No me agradan los hombres, mucho menos los que creen que por pagarme algo yo les debo otra cosa de vuelta. – No puedo – paso por su lado – Gracias – es lo único que digo saliendo del local. No me agradó ese hombre.
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