Amelia
—No.
Me invade una oleada de furia y miro fijamente a Liam. —No. No puedo creer que me lo haya preguntado. Llego a casa, feliz de que Liam y Henry hayan estrechado lazos durante la cena y de que ahora Liam también quiera ser el sumiso de Henry.
Liam se vuelve hacia mí, incrédulo. —¿Puedes decir que no?
Quiero gritarle: —Claro que puedo negarme, mierda, esto no formaba parte del acuerdo—, pero me contengo. Se me aprieta el pecho y mi mente corre en busca de respuestas. No entiendo qué ha podido pasar mientras yo no estaba, pero lo único que puedo pensar es que Henry es MI Dom. ¿Tengo que compartirlo todo con Liam? ¿No puedo tener esto para mí sola? Mierda, todo iba tan bien. El sábado pasado fue divertido, y Liam pidió hacerlo de nuevo así que obviamente disfrutó.
Apenas había entrado por la puerta después de trabajar cuando Liam se abalanzó sobre mí, vibrando de excitación... o lo que parecía, pero ahora me pregunto si era solo que estaba cachondo por Henry. Salimos al salón para hablar y, en cuanto me senté en el sofá, me entraron náuseas. Mierda, mierda, mierda, mierda.
El trabajo apestaba, y yo quería estar en casa cenando con mis hombres. Si hubiera estado allí, esto no habría pasado. No entiendo cómo han llegado a este punto, pero Liam se pasea por el salón, cada vez más alterado.
—Liam, tenemos que hablar de esto. No te das cuenta de lo que estás pidiendo.
Intento calmar mi voz porque él no se da cuenta. No puede saber lo que es ser un sumiso para Henry. ¿Acaso mi maravilloso marido es sumiso? La opresión en el pecho me sube y el sordo latido me indica que me está entrando un fuerte dolor de cabeza. Después de investigar, entiendo que hay todo tipo de relaciones con el tema de la sumisión, pero me imagino que Henry querría el control s****l con Liam. ¿Comprende lo que eso implica? Espera, ¿es mi marido bisexual?
Liam sigue dando vueltas por el salón y me suelta: —Amelia, sé más de b**m que tú cuando me engañaste.
Me estremezco ante su comentario y me aparecen manchas delante de los ojos. ¿Va a sacar el tema cada vez que discutamos? Es verdad, metí la pata hasta el fondo, pero ya lo habíamos superado y avanzábamos en la dirección correcta. Está peleando sucio y eso me cabrea.
Le digo bruscamente: —Liam, no entiendes nada de ser un sumiso. Hay muchas cosas que no sabes.
Eso hace que deje de pasearse, y su respuesta es sarcástica. —Sí, bueno, ¿adivina qué? Henry parece ser un excelente profesor. ¿No crees?
El dolor de cabeza se intensifica y doy por terminada esta conversación. No puedo pensar con claridad con el dolor de cabeza palpitante y Liam está tan enfadado que no veo cómo va a ser constructivo nada de lo que digamos.
Suspiro con fuerza. —Liam, no puedo hacer esto esta noche. Estoy agotada. Voy a dormir en la habitación de invitados y podemos hablar más mañana.
—Bien.
El tono hosco de Liam no me hace sentir mejor y, cuando paso a su lado, parece abatido. Me duele el corazón y quiero abrazarlo y decirle que lo solucionaremos. Pero ahora mismo no veo ninguna solución y necesito tumbarme.
No subo nada más que el móvil y me desnudo hasta quedarme en bragas antes de meterme en la cama. La luz de la luna se cuela por una rendija de las cortinas, creando un resplandor en el techo, y me quedo mirándola. En el fondo reconozco que estoy siendo egoísta, pero su petición me sorprende y estallo. Cierro los ojos, esperando que un buen sueño lo arregle todo.
***
Liam
Cuando Amelia sube las escaleras, me quedo mirando su espalda en retirada, estupefacto. Nunca esperé su reacción. Debería ser la primera persona que comprendiera la necesidad de someterse a alguien y sentir su control. Y descartar mis deseos sin una discusión y simplemente decir que no... se me caen los hombros y me mareo, así que me siento en el sofá. Si va a ser así, puede que sea el fin de nuestro matrimonio. No todo puede girar siempre en torno a Amelia. Tiene que entender que yo también tengo deseos y necesidades. Suspirando, me preparo para dormir solo en nuestra cama y espero que por la mañana esté más abierta a la idea.
No duermo bien y sigo resentido cuando me despierto y refunfuño para mis adentros en la ducha. Si no me deja explorar esta parte de mí, ¿acaso quiero hacer terapia de pareja con ella? El hecho de que no pueda responder a esta pregunta me asusta. Amelia es el amor de mi vida y hemos pasado por muchas cosas juntos en los últimos dos meses, pero puede que eso no sea suficiente.
Cuando salgo de la ducha, Amelia está en el dormitorio esperando su turno. ¿Por qué tiene que estar limpia tan temprano? ¿Va a ver a Henry hoy? Se me acelera el pulso y la fulmino con la mirada cuando pasa a mi lado. Apuesto a que está planeando ver a Henry, porque lo que Amelia quiere, Amelia lo consigue.
Mientras me visto para ir a trabajar, veo su teléfono sobre la cama. Todavía oigo correr el agua, así que me parece que tengo un segundo y, de forma irracional, cojo su teléfono e intento encender la pantalla. Me pide un código de cuatro dígitos y, sin dudarlo un instante, tecleo los mismos números que ella parece usar para todo y resoplo cuando funciona. Miro su historial de contactos, saco el nombre de Henry y me saco el teléfono de los pantalones para introducir su número. Me aseguro de que su teléfono está donde estaba y termino de prepararme para ir a trabajar.
Sin esperar a despedirme, salgo corriendo por la puerta y me siento en el aparcamiento del trabajo cuando llego diez minutos antes. Me tiemblan las manos al coger el teléfono y enviar un mensaje a Henry.
Liam: Este es Liam. Amelia vino a casa anoche y me dijo que no podía ser tu sumiso.
No sé qué espero de Henry, pero tengo que contarle lo que pasa antes de que Amelia lo vea hoy. Cuando responde de inmediato, se me acelera el pulso al leerlo.
Henry: Hablaré con ella hoy. No vuelvas a mandarme mensajes hasta que te diga que está bien hacerlo.
¿Está enfadado conmigo? Quiero preguntarle si está enfadado, pero me parece que estoy necesitado y me acaba de decir que no le envíe mensajes de texto. Me molesta entrar en el trabajo y cuando un compañero tiene que saludarme dos veces antes de que le responda, me doy cuenta de que va a ser un día largo.
***
Henry
Dejo el teléfono después de decirle a Liam que no me mande mensajes. Madre mía. A veces Amelia suelta todo lo que se le pasa por la cabeza, pero tengo curiosidad por saber qué pasó anoche entre ellos. Le mando un mensaje a Amelia y le digo que voy a ir hoy a su casa y le recalco que es solo para hablar. Me contesta: —Sí, señor—, y me pregunto si sabrá que Liam me ha enviado un mensaje.
Esto de preguntarme qué se estarán diciendo me molesta y pisoteo mi apartamento mientras me preparo para irme. Recordando el día en que conocí a Liam en la cafetería y cómo me preguntaba si acababa de conocer a mi pareja de criptonita... es posible que realmente lo haya hecho. Esta es exactamente la razón por la que no me involucro con parejas tan a menudo. La comunicación abierta necesaria para que una relación b**m funcione sin problemas no es fácil, y parece que Amelia y Liam necesitan sentarse y hablar.
De camino a su casa, me planteo romper con los dos. No necesito esta mierda en mi vida. Pero me doy cuenta de que en realidad medio QUIERO esta mierda en mi vida. El sábado pasado fue fabuloso. ¿Estoy dispuesto a renunciar a eso? Estoy tan cerca de tenerlos a los dos de rodillas por mí y el subidón que siento con Amelia es adictivo, así que sería difícil romper con ello. Veo fácilmente que lo mismo ocurre con Liam, y lo anhelo. Mi polla se pone rígida ante la fantasía de ordenarles a los dos que jueguen juntos, y sonrío y le digo a mi trasto que se relaje porque hoy no lo va a conseguir.
Pero lo que no voy a hacer es hablarles a sus espaldas. Tienen que comunicarse entre ellos, o esto no funcionará y tendré que seguir adelante, por mucho que me duela.