CAPÍTULO CUATRO En el oscuro y tormentoso atardecer, Oliver salió de la fábrica hacia las calles de Nueva Jersey. Los restos de la tormenta estaban desparramados por las aceras, moviéndose con el viento que todavía soplaba con fuerza. Mientras caminaba, Oliver se quedó atónito al ver que aunque todo estaba igual desde el punto de vista de edificios, calles y aceras, nada tenía el mismo aspecto que antes. Habían transformado toda la zona. Parecía más nueva, más limpia, más próspera. En los jardines delanteros había arbustos y parterres, en lugar de lavadoras rotas y coches destartalados. No había baches en el asfalto, ni bicicletas oxidadas y abandonadas atadas a las farolas. Oliver se dio cuenta de que el hecho de que Illstrom’s Inventions no hubiera cerrado significaba que mucha gente