Ojos color dorado.

3651 Words
Alguien jala al hombre que me tenía sujeto y, por ende, me tambaleo con él, pero entre la confusión por fin me suelta y me hago tres pasos hacia atrás de inmediato. El chico que me defendió no es Dave para mí sorpresa. Es alguien más que no conozco y justo ahora me da igual quién sea, sólo agradezco que llegara a salvarme. Golpea al sujeto de lleno en su rostro y éste intenta devolverle el golpe, pero su centro del equilibrio está tan dañado en estos momentos que no da en el blanco, aunque lo intenta una y otra vez. No sé cómo pasó todo tan rápido. En un momento sólo eran ellos dos peleándose, pero al otro llegan los amigos ebrios del acosador e intentan defender a su miserable amigo, sin embargo, quien acudió a mí rescate no está solo y su amigo se mete a la pelea con él. Dave llega en un momento, no sé cuándo, pero sólo intenta alejar a todos de April y mí del caos que se desató. La gente está gritando y tan asustada como yo, siento una energía que recorre mi cuerpo, adrenalina para el estrés del momento. Dos hombres parecidos al cadenero de la entrada y con el mismo uniforme llegan a la pelea y los separan a todos sin mucho esfuerzo, sin otro remedio se detienen. La música de la banda empieza a sonar, supongo que para distraer a las personas. —Largo ahora si no quieren que llame a la policía —dice el guardia. Por primera vez veo quién fue el que me salvó y me llevo una gran sorpresa al ver sus ojos, porque aún en medio de la penumbra de un club brillan como la energía del mismísimo Sol. Él también me reconoce, lo sé, porque no me quita la mirada de encima aun cuando lo toman de su camiseta y lo llevan a rastras hacia la salida—. Y no pueden volver a entrar al club.  Algunos de ellos discuten, pero sus voces son silenciadas por las bocinas del lugar. Me quedo sólo un segundo de pie sin saber qué hacer, pero al siguiente ya estoy corriendo tras los guardias para darles una buena explicación.  — ¿Qué haces, Issa? —me gritan Dave y April, y siento que me siguen. — ¡DISCULPE! ¡SEÑOR! —grito yo a los guardias. Ellos ya suben por las escaleras con sus prisioneros bien agarrados, mientras intento abrirme paso entre la gente que ya ha olvidado los sucesos de hace unos minutos.  Logro alcanzar al extraño grupo cuando ya están fuera del club. —Si los vemos aparecer de nuevo por aquí les daremos una golpiza.  —Disculpe, señor, pero está en un error —digo yo. Me siento tan pequeña a su lado y mi voz sale como una delicada flor, lo que me avergüenza un poco en este momento, así que evito a toda costa mirar a Ojitos Bonitos—. Bueno, sí tiene que expulsar a unos de ellos, pero no a todos. Yo fui a quien ése cerdo degenerado intentó tocar, pero él —inevitablemente miro a Ojitos Bonitos y veo que está sonriendo con ternura, como si verme defendiéndolo fuera la cosa más rara de la noche— y su amigo me salvaron.  —Se metieron en la pelea y están fuera —niega un guardia. —Una mujer pude ser agredida en su club la noche de su inauguración —me apoya April, dándole un toque demasiado dramático a la situación, pero es tan característico de ella que no me sorprende y creo que en esta ocasión (como en muchas otras) nos va a beneficiar—. Él la salvó y por lo tanto a ustedes.  — ¿De qué?  —De una gran demanda y mala publicidad —continua ella diciendo, hasta creería que es abogada solo oyendo la seguridad con la que habla.  Me hace un gesto con la cabeza y asiento. —Puedo olvidar el traumante episodio de esta noche —suspiro; April guiña un ojo y sube un pulgar en aprobación a la táctica de chantajismo que ella hubiera usado—, pero usted olvide que Oj… —por Dios, qué tonta, estuve a punto de decir Ojos Bonitos en voz alta y no sólo en mi cabeza. Miro a mi salvador a la espera, mientras me pongo tan roja que podría arder—, que… —Alex —me informa él, sonríe y eso es bueno. —Alex y… —Dean. —Olvide que Alex y Dean se metieron en la pelea —termino después de saber quiénes son.  Los guardas se miran entre ellos, después les sonrió con amabilidad para que no crean que es un chantaje cruel, sólo lo que es justo. Al final acceden a lo que propongo, amenazan a los otros borrachos de todo lo que les va a pasar si se aparecen por ahí otra noche, pero están tan perdidos en ellos mismos que dudo que mañana recuerden algo de esto.  —Gracias por defenderme, él era muy fuerte para mí —le digo a Alex con sincera amabilidad y gratitud—. Soy Issa.  Le extiendo mi mano para saludarlo y él la toma una milésima de segundo después de que está en el aire. La toma con la fuerza justa, ni mucho para incomodar ni poco para dudar que está ahí contigo, su pulgar es el que se siente más ligero contra mi piel como si quisiera tener una dosis de delicadeza al mismo tiempo.  —No fue nada. Me di cuenta de que te estaba haciendo daño y no podía permitirlo.  No deja de mirarme y para mí ese es uno de los mejores detalles, que te miren a los ojos con atención mientras hablas. Alex lo hace aún mejor, porque al mirarme es como si yo fuera el centro del mundo, aunque no sea cierto. Luego, cuando pongo atención en algo que no sean sus lindos ojos o su sonrisa de niño, me doy cuenta de que sus nudillos están llenos de sangre. —Tu mano… deberíamos ir al hospital para que vean si no tienes nada. Él sólo se ríe con cariño.  —Estoy bien, no me pasó nada.  —Le fue mucho mejor que los otros, Issa —dice April con burla, al escuchar su voz, suelto la mano de Alex con rapidez, había olvidado que no éramos los únicos—. Y Dean tiene un labio abierto, no deja de sangrar.  —Tú vas a pagar la lavandería de mi camisa, idiota —le dice Dean a Alex, éste sólo alza una ceja, poniendo en duda lo que su amigo dice—. Te dije que no quería una noche loca y ahí vas a meterte en una pelea.  — ¡Fue por una causa noble!  — ¿Acostumbras a meterte en peleas, Alex? —pregunta Dave, viendo a Alex con el ceño fruncido, como si lo estuviera evaluando y no entiendo por qué—. Eso no es bueno para nuestra reputación. — ¿Nuestra? —pregunto. —Estoy en la fraternidad de Dave —me informa Alex con calma—. Entré este año y supongo que como líder de la fraternidad a él le interesa saber si Dean y yo le traeremos problemas cada fiesta. Pero no, la mayoría del tiempo somos muy calmados y sabemos comportarnos. — ¡No lo puedes mirar así, Dave! —le reprocho—. Me ayudó cuando no llegabas.  —Había mucho ruido y no escuché a April, no es mi culpa.  —Ah ¿Es mía y de mi delicada voz?  —No dije eso.  — ¿Ustedes de dónde se conocen? —pregunta Alex al ver la escena que damos. —Somos familia. —Bueno, no todos —se queja April.  —Lindo drama familiar… odio eso. Estaré adentro. —Sí, y yo te acompaño ¿Dean verdad? —se asegura April y ella empieza a dejarme a solas con Alex, arreglando una perfecta y manejable situación—. Podemos pedir hielo para tu labio si quieres. Ven, Dave, muévete de aquí —pero él se rehúsa y no deja de mirarme—. Muévete, no lo voy a repetir —amenaza April y lo empieza a empujar dentro del Club.  Nos quedamos Alex y yo solos, quizá deberíamos entrar, pero sé que si lo hacemos no podremos platicar como me gustaría. Aunque, pensándolo bien, no sé si él tenga intención de platicar conmigo. Nos miramos a los ojos y, al ver que tenemos la misma expresión de incomodidad, volteamos hacia otro lado. Me siento tonta.  — ¿Tú estás bien? —me pregunta Alex con interés; señala mi mano y creo que tenía la intención de tocarla, sin embargo, al final se queda sólo con la señal—. Ese maldito te lastimó. Y creo que está de verdad enojado, como si de alguna forma él tuviera que haberme protegido. Observo mi muñeca, la marca roja de la fuerza con la que me tenía sujeta está bien marcada en mi piel, no duele hasta el momento en el que pienso en ella, pero es un dolor soportable. —Estoy bien, sólo apretó un poco fuerte —subo mi muñeca y le doy masaje con mi otra mano—. No puedo creer que existan hombres así, si no puedes controlarte cuando tomas, simplemente no lo hagas.  —Bueno, nadie es perfecto —dice él, se encoge de hombros—. Aunque no digo que lo que te hizo estuvo bien. Lo vi desde arriba… me hirvió la sangre.  —Había más hombres a mi alrededor, la verdad es que todo fue muy rápido, pero estoy casi segura de que vieron que pasaba algo… y tú fuiste el único que fue a mi ayuda. Gracias por eso. — ¿Por qué? No hice nada que no quisiera hacer. ¿Quieres… ah, quieres tomar algo? No sé, un lugar más tranquilo para hablar. Sonrío y aquí, en medio de la noche, de verdad creo que Alex es como un ángel.  Incluso en su forma parece que brilla tanto, su cabello es de un rubio perfecto bien peinado con cera, sus ojos le hacen juego, su mandíbula cuadrada y es notable que va al gimnasio; fácilmente podría ser un chico rudo recordando la moto en que lo vi la primera vez, pero en su sonrisa está el centro de la calidez de su ser, la inocencia que ya no tiene su cuerpo y el amor que seguro tiene dentro de él.  No parece alguien malo, todo lo contrario, siento que podría confiar en él muy rápido, pero no estoy segura de que deba hacerlo. Además, no puedo dejar a April en el Club, llegamos juntas y nos vamos juntas, siempre es así y no va a cambiar. Miro mi teléfono guardado en la bolsa delantera de mi pantalón, ya pasa de la media noche y no creo que sea una buena idea quedarme más tiempo. Parte de mí lo desea, claro está, pero nunca me ha gustado apresurar las cosas. Si algo se debe dar, no importa si lo haces antes o después, porque al final las cosas siempre estarán en su lugar.  —En realidad, tengo que irme. Debería buscar a April y tú a Dean, debe estar preocupado de que te metas en otra pelea por alguna chica.  —Lo dudo —responde después de unas risas cortas y profundas—. Y al menos ¿Podré conseguir tu teléfono? —yo estoy muy dispuesta a dárselo, pero no sé qué es lo que Alex piensa o pretende porque de inmediato deshecha la idea—. Ya sé, seguro no puedes confiar en mí justo ahora, lo entiendo. Mañana en la noche volveré aquí y me gustaría verte.  Estoy tentada a darle aun así mi número de teléfono, sólo para que la probabilidad de que me llame aumente, pero también temo que eso me haga lucir demasiado desesperada. Además, su juego me parece lindo. — ¿Y si no vengo mañana? —pregunto, divertida. —Vendré el domingo. Y luego el lunes, o martes, o los días que sean necesarios hasta encontrarte —yo me pongo a reír—. O quizá sea más fácil que consiga tu teléfono a través de Dave.  —Probablemente esa sea la mejor opción —respondo, aún divertida por su juego y con una sensación cálida en mi pecho. Mis mejillas me duelen por intentar no sonreír abiertamente, siento que mi boca está muy fruncida, pero estar con Alex es nuevo y eso siempre me altera un poco—. Hay que entrar por nuestros amigos.  Hace un ademán con su mano para indicarme que entre primero al club, así lo hago. La música vuelve a azotar mis oídos y no me había dado cuenta de cuánto frío tenía hasta que entro al interior del lugar y el calor de las personas calienta mi piel. No logro encontrar a April a la primera, es Alex quien me habla en la oreja y señala hacia la barra donde April y Dean platican con esfuerzo. Cuando el aliento de Alex acaricia mi piel siento que es la sensación más maravillosa de todas, como si mis nervios se activaran sólo por él y le respondieran de formas que no quiero.  Llego hasta donde está April y ella me sonríe con tal descaro que me da vergüenza que Alex la vea y crea que yo podría estar loca por él. —Creo que es hora de que nos vayamos, April. Ella no me pregunta por qué o qué pasó allá afuera, acepta mi palabra sin dudarlo porque ambas sabemos que cuando una necesita algo la otra no hace preguntas, sólo lo hace. —Bueno, espero que la hinchazón de tu labio baje —le dice a Dean, quien sostiene una bolsa de hielo contra su boca, pero se la quita para decir un simple: gracias—. Nos vemos. Adiós, ah… ¿Cómo dijiste que te llamabas? —le pregunta a Alex, pero sólo se hace la tonta porque estoy segura que recuerda su nombre a la perfección.  —Soy Alex McCain —le extiende su mano con educación y April la toma, ya puedo imaginarme todo lo que debe estar pasando por su cabeza.  Ella truena los dedos como si por fin lo recordara, toma el celular que había dejado sobre la mesa y se coloca a mi lado, aunque le agradezco el espacio que me da para decirle adiós a Alex.  —Bueno, quizá te vea mañana… o quizá no —sonrío, intentando poner la duda en su cabeza—. De nuevo, gracias por… eso. También a ti, Dean, creo que te llevaste la peor parte.  —Su cara estaba deforme de todas maneras —lo molesta Alex, lo que lo hace ganarse una maldición y un golpe de parte de su amigo—. Dime ¿Tienen cómo irse? Puedo…  —En realidad tenemos cómo irnos —me interrumpe April y toma mi brazo—. Date prisa, Alissa, Dave dijo que le avisara cuando nos fuéramos.  Alzo una ceja y aprieto mis labios para no reír sobre la falsa preocupación sobre si Dave sabe de nosotras o no, pero tampoco digo nada.  —Ah, Issa es por Alissa ¿cierto? —Cierto —le confirmo—. Soy Alissa Morris, ya sabes… por si quieres guardar algún número o algo así… —Ay, por favor. Vámonos.  April me saca de ahí antes de que me humille de alguna forma o, lo que sería peor para ella, le dé alguna clase de información personal. En ese aspecto ella es en extremo desconfiada, lo que es raro si tomamos en cuenta que nos criamos en un ambiente totalmente familiar y mi mamá jamás cerraba las puertas de la casa por completo, era como si quisiera que los vecinos tuvieran la confianza de ir con nosotros cuando lo necesitaran, mi mamá podía contarle su vida entera a alguien que conociera en el súper, a veces yo creía que sus alumnos sabían más de nuestra familia que yo misma. Y en ocasiones siento que soy igual que ella, creo que, si dejamos de tener fe en las personas, si comenzamos mirar sobre nuestro hombro cada segundo, lo perdemos todo. Sé que April se quiere ir hacia la salida, pero yo ubico rápidamente a Dave y voy hacia allá. Está riendo a carcajadas con Mateo, ninguno de los dos nos nota caminando hacia ellos y en cierta forma me conmueve verlos riendo como si fueran niños.  — ¿Dave? —interrumpo, se pone de pie al verme y sonríe—. Ya nos vamos, April quería despedirse de ti.  —No te creo —dice. Me encojo de hombros—. ¿Quieren que las lleve? —No. —Pediremos un taxi —le explico yo, de una forma más amable de lo que su hermanastra lo hizo—. No te preocupes, se ve que te diviertes.  —Conmigo todos lo hacen —dice Mat, guiñándome un ojo y yo ruedo los ojos. Ya después más serio y de pie junto a mí, pregunta:— ¿Todo bien contigo? Quise ir con Dave cuando te estaban molestando, pero el dueño quería que tocáramos. ¿Estás bien?  —Sí, no pasó nada —lo digo en serio. Al principio claro que me había asustado, pero ahora estoy bien y a punto de llegar a la vergüenza al notar a todos así de interesados—. Tocaste muy bien, en serio. Creo que sí seremos tus más grandes fans.  —Se los dije. Vengan, si ya se van les puedo conseguir un taxi. Hay una empresa que es segura y se asoció con el bar para los casos ebrios… tomen uno de esos mejor, nunca se sabe…  Mateo llama de inmediato al transporte y ambos, tanto él como David, nos acompañan hasta la salida. Me despido con la mano y se quedan muy atrás cuando el carro comienza a avanzar.  — ¿Y qué pasó afuera con Alex?  —Duraste dos minutos sin preguntar, me sorprendes —me burlo. Aunque estoy deseosa de contarle cada detalle, no hay nada que no le diría. Y así lo hago. Le hablo de las pocas palabras que nos dijimos, el tono de su voz cuando habló y cómo sentí que era él, creo que hasta le describo la forma de su boca o al menos cómo recuerdo que se veía, el color de sus ojos y su perfecto peinado—. Es… lindo.  — ¿Lindo? Hablaste con él unos cinco, pero te llevaste veinte en contarme todo —observa. El taxi se para en la entrada de nuestro edificio y le doy la cantidad exacta del taxímetro antes de bajar—. Yo diría que te parece más que lindo. —Entonces… estúpida puerta, siempre se traba —le ayudo a empujar la puerta de entrada y al hacerlo me siento culpable por despertar a todos en el edificio, personas que seguramente duermen sin preocupaciones, pero a April no parece importarle porque continúa como si nada—. Entonces, irás mañana al club. De nuevo.  —Iremos —la corrijo. A mitad de las escaleras del primer piso, no aguanto más y me quito las zapatillas.  —Yo no quiero ir de nuevo —se queja, aunque no dice que no irá—. ¿Sabes? Me puse a hablar un poco con Dean y descubrí unas cosas sobre Alex. Él… —No me digas. Y susurra, hay personas durmiendo.  —Sí, por lo que no me pueden escuchar. ¿Por qué no quieres saber? —Porque es mejor que lo conozca hasta que él me cuente sobre su vida, no quiero saberlo antes por alguna investigación tuya. —Todas lo hacemos, es como una ventaja del cerebro organizado y anticipativo de las mujeres. Además, te va a interesar… ¿Segura que no quieres saber?  Entramos al departamento y no le respondo, sé que ella me lo quiere decir y seguramente lo tiene en la punta de la lengua, es como vómito en su garganta. Mientras nos cambiamos para dormir y acomodamos unas cosas, o al menos ella lo hace, puedo notar cuánto se esfuerza en no hablar. No es que ella sea chismosa, sólo que cuando sabe algo lo deja salir de su pequeño cuerpo casi de inmediato. A menos que sean nuestros secretos, en ese caso es como si fuera muda.  —Bueno, ya. Dime —concedo cuando ambas estamos en la cama, pero sin dormir.  —Dean y Alex vienen desde Washington D.C. y acaban de entrar este año a la Universidad de New York al programa de Ciencias Políticas, o sea que es más chico que tú, cosa que es perfectamente normal, sólo lo menciono. Dijo que sus papás son amigos y que se conocen desde niños. Y sí, están con Dave en su fraternidad, algo de una tradición familiar.   — ¿Eso era todo lo que te morías por decir? —Sólo hablé con él cinco minutos, dame veinte y te consigo el número de su seguro. —Ya duérmete, Sophia. —Ay, muérete, Issa. Sabes que odio ese nombre. Buenas noches. —Buenas noches… Sophia. Pero no tengo sueño, porque tengo la urgencia de pintar los ojos de Alex. Quiero encontrar los tonos perfectos entre dorado y amarillo para plasmarlos sobre un lienzo y que la pintura sea tan bella y transparente que transmita la seguridad que él me brindó, quiero plasmar la figura exacta de su amable sonrisa para que en conjunto con su recta nariz formen un rostro que me sea conocido, un rostro lleno de vida y uno que pueda estar en mi día. Aunque por ahora, sólo puedo conformarme con soñar con ello.
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