Capitulo 3

1597 Words
                                                                                    Capítulo 3 Astrid se debatía en ese momento que era más ridículo, si la risa fingida de su madre, los chistes malos de su padre o los intentos fallidos de Emmont por tener la atención de Maddison, quien se le notaba desde lejos que se sentía incomoda con el acercamiento del chico, todo eso aunado a que tenía unas inmensas ganas de que esa cena terminara y poder ir con Theodorus al bosque. Al dar por terminada la aburrida cena la primera en levantarse de la mesa fue Astrid, se despidió por obligación con amabilidad y salió directamente a su habitación, a preparar todo para su aventura de media noche. -Espero que tengas buenas noches. Astrid escucho decir detrás de su puerta, era la voz de Emmont. -Gracias Emmont – era la voz de Maddison. -Mi hermana es un poco rara algunas veces, espero se porte amable contigo. Astrid apretó los puños, sentía molestia al escuchar hablar así a su hermano de ella, solo para impresionar a la estirada de su prometida. -No creo que sea rara, es divertida, no todas tenemos esa capacidad. Maddison podía ser una estirada niña de sociedad, pero no sentía miedo al decir lo que pensaba o sentía y en ese caso, defender a su cuñada. -Bueno, de todas formas, cualquier cosa que necesites me avisas, por favor, hasta mañana, que descanses. No paso mucho tiempo cuando sintió que abrían la puerta, posiciono cerca de la ventana dando la espalda, Maddison la miro con una sonrisa, entrando con timidez. -Hola – le saludo. Astrid quien no tenía ánimos de parecer amable esa noche, no le respondió, aun sentía rabia en su interior por la conversación que había escuchado, detestaba cuando su hermano mayor se refería a ella como “rara”. Maddison noto aquello y trago con nervios. -¿Aun puedo ir contigo? – le pregunto no dándose por vencida. -No tengo otra opción – le dijo de manera fría. -Si la tienes, si no quieres que vaya yo solo me quedo aquí y no diré nada. -No puedo confiar en ti – le dijo mirándola con seriedad. -¿Te caigo mal? -No tienes por qué caerme bien o mal. -Es que desde que llegue aquí he intentado acercarme a ti, para conocernos un poco más, vamos a ser familia pronto y creo que es lo conveniente. Astrid tenía un temperamento que muchas veces le era difícil controlar y en ese preciso momento sentía que estaba llegando a su tope. -No me gustan las personas que sobre actúan amabilidad, así como lo haces tú, pero ya lo dijiste, seremos familia y debo mantenerme al margen, pero solo no me molestes. Maddison se quedó callada ante aquello, con la mirada puesta en Astrid aunque estaba de espalda podía notar que la chica tenía una expresión de molestia en el rostro, se sentido mal por lo que le acababa de decir, no era verdad, ella no estaba sobre actuando amabilidad, de verdad quería caerle bien a la chica porque le parecía interesante, y porque tendrían que convivir de ahora en adelante, pero tal parecía que Astrid no lo veía así, su actitud tan desafiante solo le hacía pensar que estaba celosa de ella, o tal vez había algo más. -Yo no sobre actuó amabilidad, tal vez con tu hermano si lo hago, pero contigo no – Astrid se quedó quieta mirándola de reojo. -¿Por qué con el sí y conmigo no? – le pregunto volviendo hacia ella. -Te digo para que notes la diferencia, no es fácil que de un día a otro te digan te vas a casar con un completo extraño, para mí no es fácil, aunque no lo exprese, no me quería casar con él, pero no tengo de otra, por lo menos tu hermano viene de buena familia y se nota amable, pero eso no quita que no me sienta cómoda, y que prefiera mil veces no tener que hacerlo – le dijo bajando la mirada con tristeza. Astrid sintió pena por la chica, imaginándose por un segundo estar en los zapatos de ella, tener que casarse por obligación con alguien al que no amara, debía ser horrible. -Lo siento, si me imagino lo difícil que debe ser para ti esto – se disculpó- es que escuché que mi hermano me dijo rara, y me enfurecí.  Maddison la miro con una tierna sonrisa. -Lo dijo para impresionarme, pero de nada le sirvió, no creo que seas rara, al contrario. Astrid miro con dudas hacia el piso. -Theodorus vendrá en un momento por nosotras, deberías colocarte un vestido mas cómodo, tendremos que bajar por la ventana y al caminar para que no te molesten tanto las ramas. Maddison le afirmo con su cabeza levantándose rápidamente hacia donde estaban sus cosas, busco entre ellas y saco un vestido para luego ir quitándose el que tenía, Astrid automáticamente cambio su mirada hacia otro lado. -Muy bien ya está – celebro la chica, Astrid la miro con una sonrisa. En ese momento un ruido las hizo mirar de golpe hacia la ventana, Astrid fue hasta ella y pudo notar que ya Theodorus la esperaba abajo. -Bien tienes que bajar por acá con cuidado, Theodorus estará abajo al pendiente – le explico Astrid, Maddison quien nunca había tenido que hacer algo igual sintió miedo- no tengas miedo, si sientes que te vas a caer lo haces encima de Theodorus a mí ya me ha pasado. Maddison soltó una risita tímida mirando a Astrid   -Qué mala forma de alentarme – le dijo con gracia. -No soy muy buena para eso – le dijo con timidez y sonrojo en sus mejillas. Maddison se quedó perdida en ella por unos momentos, y Astrid no pasó desapercibido aquello. -¡Oye rápido! – le dijo Theodorus desde abajo. Las dos volvieron en si mirando hacia abajo. Con sumo cuidado Maddison bajo mirando a donde pisaba y hacia abajo, al llegar Theodorus la ayudo. -¡Ah! Hola, ¿qué tal? – saludo el jovial chico. -Hola soy Maddison – le respondió con amabilidad y una sonrisa. -Ah, mucho gusto señorita, usted debe ser la prometida de Emmont, ¿verdad? -Si, así es. -Bueno, bienvenida a nuestras aventuras de media noche, hoy iremos al bosque a encontrar fantasmas. Automáticamente la sonrisa en el rostro de Maddison se borró. -Di-Disculpa ,¿dijiste fantasmas? – le pregunto con nervios. -No le hagas caso, solo iremos a caminar por el bosque, hacer una fogata y contar historias – le dijo Astrid llegando al lugar- eres un idiota, la asustaste. -Jajaja – rio Theodorus- solo quería ponerle un poco de emoción a esto. Emprendieron su caminata por el oscuro y extenso bosque, esa noche particularmente la luna estaba llena, y los árboles se movían al compás del viento, Maddison caminaba en silencio al lado de Astrid, mirando todo a su alrededor con un poco de nervios, mientras que los otros dos chicos caminaban hablando alegremente. -Creo que te sientes arrepentida de haber venido – le dijo Astrid a una asustada Maddison. -No, es solo que siento un poco de miedo, está todo muy oscuro y se escuchan cosas, ¿hay animales salvajes por aquí? – le pregunto con nervios. -El único es Theodorus – respondió con burla la chica. -¡Oye! – exclamo el chico ofendido. -Ah bueno y en la casa esta otro de nombre Emmont. Aquello provoco la risa de Maddison haciendo que por un momento sus nervios bajaran. Mientras Theodorus luchaba para encender la fogata, Astrid tomo asiento al lado de Maddison. -Lo que si queda claro que antes de que amanezca lograra prender la fogata – dijo con burla Astrid. Maddison dibujo una sonrisa en su rostro. -Le gustas a mi hermano Marcus. Astrid la miro con mala cara. -El a mí no – dijo con firmeza frunciendo el ceño. -No te culpo, a mí tampoco me gustaría – dijo con gracia- ¿tus padres aun no planean tu compromiso con alguien? -Lo han intentado y he logrado sabotearlo, estoy haciendo que el tiempo pase y cuando cumpla los 18 me escapare y así no podrán obligarme a casarme con nadie. Maddison la miro con interés. -Pero puede que tal vez te consigan un esposo apuesto y educado, de buena familia, así como tu hermano – Astrid doblo los ojos con fastidio- hace meses a mi casa fue a pedir mi mano un hombre de 40 años millonario, gracias a Dios mi padre se negó a la petición, siempre le rogué que mi esposo por lo menos fuera joven y no un viejo. -La cosa es que no quiero, ni que sea joven ni que sea viejo, siento que no nací para el compromiso ni para atender a un hombre, esta maldita sociedad retrograda nos tiene a nosotras las mujeres solo para casarnos, tener hijos y atender a la familia, y no es justo, tenemos derecho a hacer algo más, a ocupar cargos políticos, a poder escribir y alzar nuestras voces. Maddison la miro con ilusión, esas ideas eran constantes pensamientos que vagaban por su mente a menudo, pero que sería un delito decirlas en voz alta como Astrid lo hacía, y es que conocer a alguien que tuviera los mismos ideales que ella resultaba ser agradable e interesante, aunque ella no tenía la fuerza de negarse a hacer las cosas que su padre le imponía, mirar como esta chica luchaba por seguir manteniendo sus creencias, luchar por mantener lo que ella quería y no lo que la sociedad dictara, era algo inspirador. 
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