Suspiros

1817 Words
Salieron los demás con unas cervezas y algo para ir picando, Teresa y Tomás esperaron que Aisha escogiera donde sentarse antes de hacerlo ellos, se sentó al lado de Alan y sus amigos lo hicieron con una sonrisa, todo iba mejor de lo que esperaban. Alan vio como Aisha escogía la silla de su lado y los nervios le volvieron a atacar, que diferencia con las otras veces que se habían visto, Aisha sonreía y no le importaba estar cerca de él, ¿sería verdad que podría pensar en un acercamiento?, eso no le tranquilizaba nada pero se alegraba. Aisha lo vio sentado y pensó que hacer, si quería que Alan se fuera acercando otra vez a ella no se podía alejar, se sentó a su lado. Teresa para ir rompiendo el hielo hablaba de los niños, cosas que les pasaban y todos iban riendo. Aisha intentaba dar una imagen de seguridad que en realidad no tenía, ella también había estado nerviosa toda la mañana pensando en que lo vería, al ponerse tan nervioso Alan y no dar ni una le permitía sentirse mejor, con aquella conversación de Teresa de los niños consiguió sentirse a gusto teniendo a Alan al lado. El también fue escuchando la conversación y acabo tranquilizándose entrando a explicar algunas de las anécdotas que les habían pasado cuando estaban los fines de semana con él, explicó una muy graciosa que todos rieron y Aisha le miró la cara girando la cabeza, mientras reían Alan se fijaba en los bonitos ojos que le enamoraron y en aquella risa que hacía tanto tiempo que no escuchaba y veía. Aisha al mirarlo siguió riendo pero se dio cuenta que los dos estaban contentos y aquella cara mirándola enamorado, notó que algo volvía moverse dentro de sus entrañas, si algo tenía Alan es que era transparente como un cristal, Aisha sabía que cara era aquella, la había visto desde que lo conoció. Se iban apagando las risas y ellos seguían mirándose a los ojos, Tomás no sabía si eso sería bueno o malo. — Vamos Alan que tenemos que hacer la barbacoa o vamos a comer tardísimo. Alan apartó la mirada de los ojos de Aisha y se fue con su amigo a la barbacoa, Aisha le miró el culo mientras caminaba, las chicas se quedaron hablando acabándose las cervezas. — ¿Le has mirado el culo? — Si, ¿qué pasa? Las dos reían. — ¿Estás bien, te encuentras cómoda? — Gracias por preocuparos tanto por mí, llegó un momento que pensé que no podría volver a confiar en nadie más. — En mi lo puedes hacer siempre ya lo sabes. Tiene el culo bonito ¿eh? Aisha reía. — Ya lo creo. Alan llegó con su amigo a la barbacoa, fueron amontonando leña para hacer el fuego. — ¿Cómo lo llevas? — Sorprendido, no me lo esperaba, está mejor de lo que me podía imaginar. — Y guapa. Alan dio un suspiro. — Está preciosa, parece que con el tiempo lo está cada vez más. La miraba y Aisha lo miró volviendo a cruzar las miradas. — ¿Os estáis mirando? — Si. — Hay, que esto va a ir más rápido de lo que me esperaba. — Cállate anda. — Está guapo. — Ya lo sé, no soy ciega. — Estás loca por él. Aisha se levantó cogiendo la cerveza de Alan. — No digas tonterías tía. Tomás se dio cuenta que Alan no apartaba la mirada de Aisha. — La vas a volver a enamorar. — Tú eres muy optimista. Seguían con el fuego y Alan miraba como las chicas hablaban, Aisha se levantó y cogió su cerveza caminando hacía ellos, los nervios se le volvieron a poner en el estomago, cuando llegó a su altura extendió el brazo con el vaso de cerveza. — Toma, bebe que con el fuego debéis de estar pasando calor. Aisha estaba con el brazo estirado sujetando la cerveza, Tomás le dio un golpe en la espalda para que reaccionase. — Que sí coño que ya la he visto, que prisas joder. Aisha se reía, él agarraba el vaso. Alan no llegaba a entender como estaba tan amable con él, ya no se acordaba de la última vez que lo fue. — Muchas gracias, eres muy amable. — ¿Y a mí no me la has traído? — A ti que te la traiga tú mujer. Rieron y en ese momento llegaba Teresa con el vaso de Tomás. — Toma cariño, que soy la única que piensa en ti. — Como debe ser. La cabeza de Alan le iba a mil por hora, si había dicho que Teresa se tenía que preocupar de su marido, ¿quería decir que ella se preocupaba por él? Alan estaba teniendo demasiadas impresiones buenas esa mañana y le costaba de procesarlas todas. La comida fue muy bien, el vino ayudó a que siguieran hablando y dijeran algunas tonterías de las que todos rieron, la presencia de los niños relajó mucho el ambiente y los dos se encontraron cómodos y a gusto. Una larga sobremesa de los cuatro mientras los niños seguían jugando acabó con aquella positiva visita de Alan. Recogieron la mesa entre todos y se despidieron en la puerta. — Espero que estéis contentos de haberos visto. Aisha y Alan estaban en silencio esperando que fuera el otro quien respondiera primero, fue él quien dio el paso. — Yo me lo he pasado muy bien, y tengo que reconocer que esta mañana venía con mucho miedo, ahora no me arrepiento de nada. Aisha le miraba con una sonrisilla. — Ya lo hemos visto cuando has llegado, no te acordabas ni de que llevabas un ramo de flores en la mano. Todos rieron y Alan le miró a los ojos, le había hecho una broma, eso ya era demasiado. Teresa y Tomás se fueron con su hijo para el coche discretamente dejándolos solos en la puerta, Alan al verse delante de Aisha sin el apoyo de sus amigos bajó la cabeza, Aisha se dio cuenta que se sentía desprotegido. — Me lo he pasado muy bien, gracias por venir. Alan levantó la cabeza mirándole a los ojos, le pareció que era sincera, tenía ganas de pedirle para verse otro día pero no se atrevía, no quería que acabara mal aquel día con lo bonito que había sido haciéndola enfadar por querer volver a verla, mejor poco a poco y asegurar los pasos. — Gracias por todo a ti, ha sido el mejor día que he tenido en mucho tiempo. Aisha le vio dudar, pensó que tal vez estaba pensando en pedirle para salir algún día, no estaba segura de querer verlo a solas. Los dos se quedaron serios y parecía que era el mejor momento para despedirse. — Bueno, creo que ya está bien por hoy, al menos a mi me irá bien descansar un rato. Los dos se miraban sin saber muy bien qué hacer, Alan le pareció que Aisha daba un pequeño paso para delante, él también lo dio y estaban más cerca uno del otro, Aisha acercó su cabeza y le dio un beso en la mejilla, al segundo él también le respondió. Se miraron por última vez a los ojos y Aisha retrocedió sujetando la puerta de la casa, Alan subió y bajó la cabeza despidiéndose definitivamente. Pasó el jardín de la parte delantera de la casa y saludó con la mano a Aisha antes de desaparecer dentro de su coche, sus amigos ya se habían ido. Aisha esperó a que Alan se fuera, cerró la puerta y apoyó la cabeza en ella, demasiadas emociones juntas en tan poco espacio de tiempo. Se distrajo ordenando la cocina y metiendo los platos en el lavavajillas, estaba oscureciendo, llamó a los niños para que entraran en casa, se ducharan y se pusieran el pijama para jugar un rato en la consola antes de cenar. Ella también se fue a duchar, la ropa olía a humo de la barbacoa, se desnudó y se metió en la ducha. Alan llegó a su casa muy contento, aquella mañana no se podía ni llegar a imaginar lo bien que se lo pasaría y lo bonito que acabaría el día, se estiró en el sofá un buen rato pensando en cada detalle, se levantó y se metió en el cuarto de baño de su habitación, se desnudó dejando la ropa en el capazo de la ropa sucia y se metió en la ducha. Aisha y Alan en el mismo momento se estaban duchando, dejaban caer el agua por sus cuerpos, se enjabonaron. Aisha fue pasando las manos por su cuerpo llenándose de espuma, cuando estaba toda enjabonada una de las manos se la pasaba por las tetas, estaba excitadada y se lo notaba, la otra resbaló por su vientre agarrándose y apretándose el coño. Alan al enjabonarse los huevos le empezó a crecer la polla, se le puso tiesa en un momento, se puso más gel de ducha en la mano y se la agarró empezando una paja lenta resbalándole la mano. Pensaba en Aisha, como la había visto de guapa, en lo bien que le sentaba aquel pantalón fino que se había puesto y la camiseta, como le miraba el culo cuando se agachaba un poco viéndole las líneas de las braguitas. Aisha se frotaba el clítoris con dos dedos, gemía suavemente, pensaba en Alan, en lo bien que estaba, como le había mirado toda la tarde, cuando se agachaba a coger la leña del suelo para la barbacoa se le marcaba aquella espalda ancha y fuerte que tanto le gustaba, como se sonrieron durante todo el día, aquella sonrisa preciosa que siempre la enamoró, sus dedos cogían ritmo y las piernas le empezaban a flojear. Alan seguía su paja, se acordaba de las tetas de Aisha debajo de la camiseta, como le vio el canalillo alguna vez que se levantó inclinándose en la mesa para ponerle comida en el plato a sus hijos, seguía pajeándose y con la otra mano se agarraba los huevos apretándoselos, no le quedaba mucho para correrse. Aisha se apoyaba en la pared de la ducha abriendo las piernas frotándose el coño con velocidad, abría los ojos y la boca porque estaba a punto, sintió el olor de la piel de Alan al besarlo en la cara. Alan notaba como le empezaba a subir el orgasmo y le vino el olor de la piel de Aisha acordándose del contacto de sus labios en su mejilla. Los dos se corrieron a la vez, Aisha cerrando los ojos doblando el cuerpo un poco hacía delante del gusto que sentía, Alan dejando caer la espalda en la pared de la ducha saliéndole tiros de semen que hacían una parábola cayendo al agua. Cuando acabaron suspiraron los dos a la vez, habían coincidido al mismo tiempo, ellos nunca lo sabrían.
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