Bonito y Profundo

1394 Words
Al día siguiente domingo Alan buscó por internet una floristería que estuviera abierta, le envió a Aisha un ramo de rosas rojas. Aisha no hacía mucho que se había levantado, estaba en la cocina preparando el desayuno para ella y los niños cuando llamaron a la puerta, miró por el interfono con pantalla que había en la cocina y vio a un repartidor con un ramo de rosas preguntando por ella, le hizo esperar un poco poniéndose un albornoz por encima, todavía iba en pijama, le abrió la puerta, le dio una propina al chico y entró en su casa sujetando el ramo con las dos manos, lo miraba sonriendo, se imaginaba de quien podría ser, lo dejó encima de la mesa de la cocina y buscó la tarjeta, abrió el sobre leyendo la nota. “Ayer fue un día maravilloso, poderte volver a ver hizo que saliera el sol de nuevo en mi vida. Muchas gracias por aceptar verme. Un beso…, en la mejilla claro Alan” Aisha leyó y releyó la nota varias veces, le recordó las cosas que le decía cuando empezaron a salir de jóvenes, el príncipe a caballo volvía y estaba de buen humor haciéndole la bromita del beso, como le pasó a ella cuando se conocieron. Entonces pensó en las palabras, “salió el sol de nuevo en su vida”, era cierto, habían pasado mucho tiempo entre nubarrones, sin ver el sol, tuvieron momentos de mucha oscuridad, le estaba diciendo que él había estado en la oscuridad hasta que la vio, la frase escondía un significado más profundo del que se podía leer a simple vista que sonaba bonito como metáfora. Cogió el ramo de la mesa y olió las rosas, rosas rojas, las del amor. Lo abrazó pensando en Alan, lo conocía y por primera vez se puso en su piel, estaba segura que estaba arrepentido de lo que hizo, que lo debió y lo estaba pasando muy mal, que la seguía queriendo lo vio en sus ojos el día anterior, unos ojos brillantes por la emoción de verla, pero en el fondo se le notaba una profunda tristeza, la tristeza de tanto tiempo sufriendo, de las veces que ella lo había rechazado y lo mal que se había portado con él, empezó a caerle una lágrima por la cara y escuchó los pasos de sus hijos que se dirigían a la cocina, se limpió la lágrima para que no la vieran llorar y entraron. — Mamá, ¿Quién te ha enviado ese ramo de flores? — Vuestro padre dándonos las gracias por poder estar con nosotros ayer. MARIO: ¿Vendrá más veces?, ayer reía mucho. Si el niño decía que reía mucho era porque normalmente no lo hacía, le confirmó la tristeza de sus ojos. — Seguro que sí. Vamos a desayunar que se hace tarde. El lunes por la tarde Aisha le enseñaba a Teresa el ramo de rosas que le había enviado Alan el domingo. — Cómo está contigo nena. No tardes en llamarlo. — No estoy segura de estar los dos solos. Y si nos ponemos nerviosos, hace tanto tiempo que no estamos bien, y si nos agobiamos. — No va a pasar nada mujer, hablaréis y ya está. — Que es muy fogoso Teresa, como le sonría un poco más de la cuenta se me tira encima seguro. Teresa reía. — Pues no creo que os lo pasarais mal, lo ibais a disfrutar los dos, un buen polvo nunca viene mal. — ¡Teresa!, por favor. Se estaba ruborizando de pensarlo y Teresa se partía de risa. — Pues llámalo esta noche, cuando esté en su casa y podáis hablar tranquilos. Empieza por hablar con el por teléfono y ya darás el paso de verlo cuando tú quieras. — Podría llamarme él, ya sabes que a mí me cuesta mucho tener la iniciativa. — Escúchame Aisha, ya lo conoces, no estás viendo como se pone cuando está delante de ti, tiene miedo de que te enfades con él como hiciste en el pasado, ha dado un paso adelante pero no querrá jugársela por si te enfadas, si te interesa tendrás que coger tú la iniciativa te guste o no, tú tendrás que marcar los tiempos, él para que tú estés contenta no te negará nada, se acomodará a lo que tú le digas. Aisha estaba pensativa, sabía que su amiga tenía razón. Teresa no le decía nada esperando que lo pensara y recapacitara. Ya lo habían hablado con Alan, el siguiente paso era que Aisha lo llamara, si lo hacía, es que estaba interesada en mejorar la relación, Teresa y Tomás no querían que Alan forzara la situación, tenía que ir saliendo del pozo Aisha sola y para eso necesitaba tomar decisiones sobre Alan, ya llevaba demasiado tiempo escondiéndose para no tomarlas. — Esta noche lo llamaré para agradecerle las rosas de ayer. — Claro que sí mi niña. Aisha se puso seria. — Te quería consultar algo en confianza, ya sé que mientras estuvimos separados cada uno hizo lo que quiso pero, hice algunas cosas que él tendría que saberlas. Teresa la miraba fijamente. — Me relacioné con varios hombres solo para tener sexo, al principio me lo pasé bien, era como algo nuevo y divertido que me hacía olvidarme de él. Pero se fue apoderando de mi cabeza, cada vez que sabía algo de él o un par de veces que lo vi se me metía más adentro. Empezó a no ser tan divertido, fui separando mis visitas, me gustaba más masturbarme pensando en él que follar con los otros. La última vez después de un tiempo sin verlos, en un último intento por convencerme de que podía seguir mi vida sin él, no pude ni mojarme, me quedé seca tía, solo me mojaba pensando en Alan, fui tan gilipollas que llegué a odiarlo por algo que era culpa mía… — Para, para, para, escúchame, creo que todavía no es el momento. Si consigues intimar más con él, decide si se lo dices o no, como tú has dicho era un tiempo que cada uno podíais hacer lo que quisierais, de hecho ahora no estáis juntos, porque habléis y os veáis no quiere decir nada, es una relación normal de dos personas que tienen hijos en común, decídelo tú en su momento. Alan llegó a su apartamento a las siete y cuarto de la tarde, se quitó la americana, la corbata y se estiró en el sofá. Aisha ayudó a sus hijos a hacer los deberes y a las siete y diez cuando acabaron les dejó jugar en la video consola. Esperó a las siete y media creyendo que a esa hora Alan ya habría acabado de trabajar, cogió el teléfono y se metió en la cocina buscando intimidad, se sentó en una silla de la mesa que allí tenía y buscó el número de Alan. Él había cerrado los ojos y estaba medio dormido, sonó el teléfono, al mirarlo vio que era Aisha, como no confiaba que ella le llamara y la última vez fue uno de sus hijos pensó que esta vez sería igual, descolgó confiado. — Hola. — Las rosas de ayer son muy bonitas. Escuchó la voz de Aisha y se sentó de golpe en el sofá sorprendido y acojonado, contestó con una voz de gilipollas que no podía con ella. — ¿Eres tú Aisha? — No, soy miss universo, claro que soy yo hombre. Por dentro se moría de risa de la voz que le había oído a Alan. — Sí, sí, claro, ¿cómo es que llamas, pasa algo? Aisha miraba al techo con paciencia, ya notaba que Alan se había puesto histérico y más despistado no podía estar. — Alan, tranquilízate por favor, no pasa nada, te acabo de decir que las rosas de ayer son muy bonitas, te llamaba para agradecerte el detalle. Alan respiró profundamente que hasta Aisha pudo oírlo intentando calmarse, se situó y recordó el tema de las rosas. — Solo fue un detalle por dejarme estar con vosotros, no sabes lo importante que fue para mí y lo contento que estoy. — Y la tarjeta también era muy bonita. — Bueno, fue una pequeña broma recordando aquel mensaje de cuando nos conocimos. — Y lo que pone además de eso también es bonito y profundo.
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