Tremenda Puta

1020 Words
Había pasado más de un mes desde el último encuentro de Aisha y Alan, él hizo un esfuerzo para seguir haciendo deporte y cuidarse, no quería volver a caer en el pozo de la depresión. Era una semana de poco trabajo, salió pronto por la tarde y se iba para su apartamento, lo llamó Marga. — Hola, que sorpresa que me llames, ¿pasa algo? — No, era para preguntarte cuando estarías en tú casa, me gustaría hablar contigo. — Ahora mismo voy para allá, ven cuando quieras. No tuvo que esperar mucho para que Marga llamara a la puerta, la invitó a un café y se sentaron en el sofá uno al lado del otro. — ¿Qué os pasa a Aisha y a ti?, se por ella que hace mucho que no os habéis visto, después de aquella primera cena en mi casa Leo y yo estábamos seguros que volveríais a acercaros pero veo que no es así. Alan se puso serio. — No lo sé Marga, salimos un día, me dijo que no la llamara ni que le volviera a pedir para salir y le estoy haciendo caso, no quiero que se sienta mal por mí culpa, me pareció que intentaba decirme que tal como le iban las cosas le gustaba y no quería cambiarlas, eso es todo. Marga le miraba los ojos. — Tú todavía la quieres ¿verdad? Alan se pasó la mano por la frente y bajó la mirada sin contestarle. Marga le puso los dedos debajo de la barbilla y le levantó la cabeza, le volvió a mirar a los ojos, acercó sus labios a los suyos y lo besó, los rozó con los suyos, Alan se quedó quieto, ella volvió a besarlo abriendo un poco la boca, él le devolvió el beso y se cruzaron las lenguas. Alan se separó de Marga. — Lo siento Marga no puedo, hace tanto tiempo que nadie me da cariño que me he dejado llevar por tus besos, pero no puedo estar contigo, por Leo y por Aisha. — Sobre todo por Aisha. Lo quería comprobar, sabía que todavía la quieres y no podrías estar conmigo. — No me jodas, todo esto era una prueba, ¿me estabas poniendo a prueba? Marga se moría de risa. — Así es. — Que cabrona. Los dos rieron, se tomaron el café hablando, él le preguntó cómo estaba Aisha, Marga le respondió que no la veía mal pero que desconfiaba de él. Un rato más tarde se estaban despidiendo en la puerta. — Si te hubiera respondido a tus besos y hubiese querido más, ¿Qué habría pasado? Marga le volvió a mirar los ojos con picardía. — Te hubiera follado hasta reventarte, ya sabes que hace mucho tiempo que me gustas. Se fue moviendo las caderas para que Alan viera el buen tipo que tenía riendo. Aisha durante ese tiempo había tenido un par de encuentros sexuales, un par de folladas que ya no le fueron tan bien como antes, estaba fría, lo había probado para demostrarse a ella misma que no estaba afectada y podía seguir con su vida, la realidad es que disfrutaba más con sus pajas pensando en Alan que cuando se follaba a alguno de sus amantes, eso la ponía de mal humor, no entendía porque le pasaba, ella se quería olvidar, pasar página, pero no podía, siempre le aparecía la figura de su ex. Aquella tarde había ido a buscar a los niños y estaban en casa haciendo deberes, llamaron a la puerta y apareció Marga con unas pastas para merendar, dejaron a los niños en la cocina comiéndoselas y ellas se sentaron en el sofá. — Te tengo que explicar algo. Aisha la miró abriendo los ojos, cuando Marga estaba así era que ya la había liado en alguna parte. — He ido esta tarde a ver a Alan. Aisha cerró los ojos decepcionada, esperaba algo más gracioso, alguna anécdota que le acababa de pasar o algo así. — Le he besado, le he comido la boca y probado su lengua. A Aisha le subió un calor por todo el cuerpo. — ¿Eso me vienes a decir guarra?, ya hace años que tenías ganas de follártelo, que cerda eres tía, que hija de… — Espera coño, espera y déjame acabar. Me ha rechazado, ¿no lo entiendes?, sigue estando loco por ti, no ha querido seguir. De verdad Aisha, si sientes algo por él, aunque solo sea un poco, recupéralo, llámalo, vuelve a salir con él, intenta arreglar las cosas. — Ya te dije que no puedo, es superior a mí, me sentí tan traicionada que no puedo ni pensar en volver a verlo. — Aisha, te estás equivocando mucho, cuando te des cuenta pude ser demasiado tarde, si lo pierdes del todo no te lo vas a perdonar. — Muy bien, ¿eso es todo? Marga se dio cuenta que la había incomodado y no quería seguir con aquella conversación, le sonrió y se levantó, pasó por la cocina para despedirse de los niños y Aisha la acompañó a la puerta, ya con Marga fuera y ella aguantando con la puerta abierta. — Si él hubiera querido, ¿qué habría pasado? — Mejor no te lo digo. — Que cerda eres, te lo habrías tirado, te has mojado las bragas guarra. Marga caminaba alejándose. — Chorreando las llevo. — Que puta eres. Marga le levantó el dedo medio de la mano. — Si tú no lo quieres, alguien encontrara que se lo follara bien follado idiota. — Vete a la mierda zorra. Se miraron y se descojonaron de risa, su amistad estaba por encima de los insultos que se pudieran decir en algunos momentos, pensó que Marga le tomaba el pelo, que fuera capaz de besarlo se lo creía, pero que llegara a follárselo lo dudaba. Aisha cerró la puerta y se puso sería, lo que le había dicho Marga lo había pensado muchas veces, creía que haciendo las cosas a su manera se podría olvidar de él para siempre, pero, ¿y si Marga tenía razón y acababa arrepintiéndose?
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