La Dicha de Conocernos

1736 Words
Fueron los dos agarrados de la mano como si se acabaran de hacer novios. Desayunaron uno delante del otro intercambiándose miradas cómplices y sonrisas. Aisha cuando acabaron retiró de encima de la mesa el desayuno, Alan cuando ella estaba de espaldas dejando las tazas en la encimera se levantó y le metió las manos por debajo de la camiseta subiéndosela hasta las tetas agarrándoselas y amasándoselas besándole y lamiéndole el cuello, apretó su paquete contra el culo de ella por encima de las braguitas, Aisha gimió levantando un brazo por encima de su hombro rodeando la cabeza de su hombre. ¿De qué decías que me tenía que ocupar ahora? — susurró Alan Aisha notó como las fuertes manos de su amor le recorrían las piernas levantándole la camiseta, se había quedado quieta como hipnotizada por el contacto con su piel, se cogió con fuerza a la encimera cuando le agarró las tetas, un beso caliente y húmedo en el cuello le atravesó todo el cuerpo llegándole al coño mojandole las braguitas, levantó un brazo para sujetarle la cabeza y no dejar escapar aquellos labios que la estaban matando de lujuria, cuando notó el contacto del sexo de su marido presionándole el culito por encima de la fina tela de las bragas que había seleccionado para ponerse aquella mañana, pensó que había conseguido el efecto que buscaba en su marido, cuando escuchó la pregunta ella sabía que ya estaba totalmente entregada a él, solo pudo susurrarle. — Haz lo que quieras conmigo mi vida. Las manos de Alan pasaron de las tetas a los hombros girándola, vio la carita de su mujer entregada y presionó más con su cuerpo al de ella aprisionándola contra el mueble de la cocina, su polla se estaba excitando y apretaba sobre el coño frotándose, le mordió el labio superior y ella le respondió mordiéndole el inferior, la agarró fuerte por el culo levantándola a peso sentándola encima de la mesa, sus bocas seguían chupando y mordiéndose los labios, sus manos como si fuera una coreografía fueron a buscar el sexo de su pareja a la vez, los dos gimieron mirándose a los ojos, él con la mano libre empujaba a su amor para apoyarle la espalda en la mesa sin dejar de presionarle y frotarle en chochito, ella aprovechaba para estirar de la camiseta de Alan y quitársela. Aisha parecía que estaba en otro plano espiritual solo sintiendo el contacto de los dedos de él recorriendo y apretando su coño, las señales que enviaban sus terminaciones nerviosas del chocho al cerebro las recibía tan nítidas que solo podía gemir de gusto y alargar los brazos intentando tocar alguna parte del cuerpo de su experimentado amante que se conocía cada rincón de su cuerpo donde le podía dar placer, en aquella postura podía llegar a tocarle los fuertes abdominales, no se extrañó que su amiga se mojara las bragas al notar aquella potencia muscular. Cuando las manos de Alan le agarraron las braguitas por los lados estirando de ellas con fuerza para rompérselas se le marcaron todos los músculos de la parte superior de su cuerpo, cómo le gustaban las demostraciones de fuerza de su marido, le hacían sentirse segura y protegida por el macho que se la iba a follar, soltó involuntariamente un fuerte gemido solo de pensarlo. Alan le acababa de destrozar las bragas por la impaciencia de no querer perder tiempo en quitárselas, le levantó las piernas abriéndoselas y se fue directamente con su boca a buscarle el coñito, se lo encontró muy mojado, le fue pasando la lengua lentamente saboreando sus jugos sintiendo en su olfato aquel olor tan conocido y que tanto le excitaba. A Aisha al notar los labios de su marido contactar con su coño le volvió a atravesar el cuerpo otro tremendo latigazo, saliendo como un grito por la boca abriéndola todo lo que podía, a la vez sus manos se agarraban con fuerza a la cabeza de él no pudiendo evitar que su cintura se moviera como si tuviera voluntad propia por el placer que le proporcionaba aquella lengua invasora tan reconocida. Alan conocía los movimientos que tenía que ir haciendo con su lengua para proporcionarle a su amante esposa todo el placer que le podía dar, ella gemía y gritaba dependiendo del lugar y la presión que ejercía sobre su sexo. Aisha se abandonaba de cabeza dejando que él fuese haciendo, sentía cada milímetro que se movía la lengua, cada pequeña presión que le hacía en el sitio adecuado, respiraba profundamente dejando ir el aire en forma de gemido o grito. El sabía que era el momento del último ataque, centró su lengua en darle vueltas al clítoris y notó como su mujer le apretó la cabeza con las dos manos, era la señal de que estaba en camino el orgasmo, estrechó el circulo hasta quedarse lamiendo encima del botoncito que se le había puesto duro y salido, varios gemidos seguidos le indicaron el momento de rodear la zona con la boca presionando succionándole el clítoris suavemente y poco a poco ir haciéndolo más fuerte. Aisha había perdido la noción del tiempo, solo se dejaba llevar por el placer sin saber exactamente si llevaba cinco minutos o dos horas en aquella posición, jadeaba y gemía con más intensidad a mida que pasaba el rato, de pronto algo diferente pasó que le hizo dar un latigazo al cuerpo poniéndose tenso apretando sus manos en la cabeza de Alan involuntariamente, a partir de ese momento el placer le fue aumentando en sus entrañas recorriendo todo su cuerpo saliendo por la boca gritando que se desgañitaba, una presión en su clítoris le hizo abrir los ojos todo lo que podía, se le tensó todo el cuerpo retorciéndose y un orgasmo enorme le fue subiendo dejándose invadir por él corriéndose con unos gritos tremendos, su amante le seguía lamiendo suavemente dándole unos pequeños espasmos de final de orgasmo, respiró profundo y se dio cuenta que un liquido le bajaba por la ingle y seguramente caía al suelo. Miró a su marido que se acababa de incorporar, Alan se levantó de aquella posición mirando la bonita sonrisa de su mujer después del orgasmo, hacía una carita como relajada y agradecida de que la llevara hasta ese momento tan especial, ella miraba el tremendo cuerpo de su macho, veía a un gladiador después de derribar a su enemigo con un certero golpe de espada, o a un precioso animal salvaje mirando su presa antes de devorarla, Alan tenía la polla que le apuntaba al techo de lo tiesa que la tenía, los gemidos y gritos de su pareja lo habían excitado más allá de los límites, vio el coño empapado que le caía el flujo resbalando por la piel, se agarró la polla y le puso la punta en la entrada del agujerito de la v****a, de un golpe se la metió hasta el fondo. Aisha estaba intentando relajarse del gran orgasmo que había tenido hacia un momento y notó que algo le rozaba el agujero del coño poniéndose en alerta, de pronto la polla de su marido la atravesó, la partió en dos sacándole un gran grito de su garganta tensándole de nuevo todo el cuerpo, se levantó apoyando los codos en la mesa mirando como estaba ensartada por aquella polla tan conocida y a la vez que tanto placer le daba como si fuera la primera vez que se la metía, miró a la cara de Alan que la tenía desencajada de excitación, le pasó un brazo por el cuello atrayendo su cabeza para comerle los labios húmedos y melosos. Alan miró con atención la reacción de su esposa al primer pollazo, le gustaba ver como la descontrolaba de gusto, Aisha se apoyó en los codos mirando como la tenía follada besándolo con pasión, él aprovechó para meterle las manos por debajo del culo levantándola de la mesa, su mujer se agarró con fuerza a su cuello mientras apoyaba la espalda en una pared flexionando un poco las piernas, estiró de sus brazos levantando el cuerpo de Aisha dejándolo caer sobre su polla volviendo a ensartarla. Aisha lo besaba con todas sus ganas cuando se vio en el aire agarrándose rodeándole el cuello con sus brazos para no caer, se desplazaron hasta una pared y se vio en el aire notándose vacía por dentro volviendo a notar como se le llenaba de nuevo el coño al caer, subiéndole desde sus sexo hasta el cerebro un tremendo trallazo de gusto haciéndola gritar. Alan gruñía y gemía sin parar de mover a su mujer arriba y abajo clavándole la polla con fuerza, a ella el placer solo le dejaba darse cuenta de la tensión muscular que mantenían los fuertes brazos y el cuerpo de su marido que estaba bañado en sudor, sus gritos se juntaban con la sensación de estar empapándose los dos juntos, la piel resbalaba una sobre la otra suavemente y ella se agarraba con fuerza a los voluminosos deltoides de Alan, sus piernas flexionada y abiertas se las aguantaba él sin dejar un momento de descanso en un intenso sube y baja, del tremendo roce de sus sexos se escuchaba claramente un chasquido en cada empalada. El estaba enloquecido gritando de gusto, la polla se le tensaba avisando que estaba a punto de comenzar un orgasmo, a ella le estaba creciendo un fuego interno que parecía hacerlo crecer con cada grito que daba, un fuego que la quemaba por dentro extendiéndose por todo su cuerpo, Alan dio un gruñido seco y fuerte pegándole el primer lechazo en el coño, el fuego la estaba a punto de quemar cuando notó un chorro de esperma de su marido que le llegaba al final de la v****a dejándose abrasar por las llamas dando un grito, se corrieron juntos, cada vez que la polla entraba con fuerza dejaba ir un disparo de leche que Aisha notaba en su interior uniendo los gritos de placer, un largo orgasmo los dejó sin aliento, sin bajarla y sin sacársela Alan se movió para sentarse en una silla con su mujer encima, ella puso su cabeza en el cuello de su marido relajándose, las respiraciones fueron volviendo a la calma. — Eres el mejor amante que podía haber encontrado. —Y tú la mujer de mi vida amor. Los dos tenían el convencimiento de que habían tenido mucha suerte de haberse conocido.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD