Capítulo 8

3345 Words
—Esta es mi habitación, desempaca tus cosas aqui, hay que dar la impresión de que dormimos juntos—indicó con cierto aire de incomodidad, a mi tampoco me gustaba la idea de tener que compartir la habitación con él, Alexander habia omitido mencionar este pequeño inconveniente.  —¿Es solo para aparentar, no es verdad?—musite nerviosa, ciertamente no esperaba que algo fisico pasara entre los dos, no más alla de algunos besos y caricias. —Me parece que los dos tenemos muy en claro cual es el objetivo de este matrimonio ¿Verdad?  —Claro—admití, pero aunque mi estúpido jefe hubiese presumido mi profesionalismo, no es como si mi cuerpo fuese de piedra y lo habia sentido en las últimas horas al estar en las casas de estos hombres y aunque todo era falso, para mi cuerpo no lo era.  —Si lo que te incomoda es la cama puede dormir aquí—caminó hasta llegar a una pequeña puerta que tenia la apariencia de ser parte de la pared, de no estar un picaporte a la vista seguramente ni siquiera la habria notado.  Avance recelosa de lo que fuese a encontrar ahi, pero al pasar por la puerta me encontre con una bella habitación decorada para una mujer o eso me parecio, la cama tenia un cubrecamas rosado y varias almohadas con formas florales y un dosel del que colgaba un bello cortinaje semitransparente.  —No cerrare mi lado con llave para que puedas salir y entrar a la habitación cuando lo desees, pero si lo quieres puedes cerrar tu lado para que tu estadia aqui sea lo más comoda posible—indicó apoyandose contra la pared—pero ya que nadie debe saber que utilizas esta habitación para dormir, espero no te incomode mantenerla limpia y ordenada por tu cuenta.  —No se preocupe señor Craig, entiendo. —Otra cosa...—se detuvo, alzó la ceja y echo una mirada hacia su habitación, quizas era común que los empleados entraran si avisar—no me llames señor, no creo ser muy viejo que tú y eso me incómoda, ademas las paredes de esta casa tienen oidos asi que sera mejor que me llames por mi nombre o por algún apodo meloso que se te ocurra.  Sin querer deje escapar una risita, decia no ser muy viejo, pero utilizaba terminos no muy propios de la juventud de hoy en dia, aunque posiblemente esa terminologia era parte de su personalidad, era escritor por lo que utilizar ese tipo de palabras le ayudaba a saber cómo y cuando emplearlas en alguna escena.  —¿Dije algo que te parecio gracioso?—le oi cuestionar, mantuvo una expresión seria, no supe deducir si mi instintiva reacción lo habia hecho enfadar.  —N-no, no, es solo que no crei que me pedirías algo como eso—intente explicarle, solo que mi nerviosismo se hizo notar en mi voz.  —¿No es lo que las parejas enamoradas y recien casadas hacen?—cuestionó alzando la ceja, me pareció que de alguna forma retorcida se estaba burlando de mi, no entendia exactamente el humor de este hombre, todo era debido a la mentira que debíamos ofrecer a los que le rodeaban y en lo privado simplemente eramos dos desconocidos.  —Supongo que si.  —Me parece, si me permites opinar, que no has tenido mucha experiencia en el amor ¿No es verdad?  Senti que habia lanzado un cuchillo hacia lo que reprensentaba mi vida amorosa y esta habia caido herida gracias al puñal de sus palabras.  —Creo que mi experiencia amorosa no tiene nada que ver aquí, es solo que no te conozco, al menos no muy bien y no sé que tipo de apodo te gustaría—expresé mostrándome confiada no dejaria que sus palabras abrieran una vieja herida—¿Te molestaría que te llame, amorcito o quizas osito frente a tu hermana?  Se aclaro la garganta incómodo, habia avanzado hacia él como una sigilosa serpiente casi a punto de morder su cuello, tal vez me habia precipado al hacer eso, es decir, mostrarme más aventurera y coqueta cuando se suponia que únicamente podia mostrarme asi ante un público presente, en especifico su hermana. —Dime como tu lo desees—repitió, esta vez senti que era yo quien tenia el control de la situación—mientras te acomodas, ire a mi oficina, tengo algunos asuntos pendientes que atender.  —¿Cuando vere a Coraline? —quise saber, habia hecho todo ese teatro frente a los empleados solo para poder verla, conocerla, tratarla y peotegerla.  —Supongo que será a la hora de la cena, esta es la hora habitual en la que duerme, asi que sera mejor no despertarla.  —¿Acaso no nos observo por la ventana? —replique algo desconcertada—si, pero de haber deseado verte hubiese bajado.  —¿Y no será mejor que yo sea quien la visite?—cuestione sin entender porque aunque Conrad estaba haciendo todo esto por ella, no parecian llevar una buena relación.  —No—dijo con frialdad en su tono de voz—conozco a mi hermana y sé que de haber deseado verte, ella hubiese estado afuera para saludarte.  —¿No es por ella que hacemos todo esto? —impugne, sin entender el porqué de su comportamiento.  —Si, pero últimamente ella se ha dejado llevar por su depresión, a estas alturas de su enfermedad uno debe obligarla hacer ciertas cosas como salir y tomar un poco de sol, si tu llegada la ha impresionado como pienso ella bajara a verte, no hay necesidad de subir, si lo hacemos solo aportaremos más a esa actitud despectiva que se tiene a si misma.  —¿Crees que sea de esa forma?—quise saber, desde mi perspectiva Coraline no era lo que Conrad me explicaba, sino que era la hermana sobreprotectora que deseaba alejar a su hermano de su propio dolor para que él no sufriera por su enfermedad, por eso se encerraba y sufria sola.  —Soy su gemelo—manifestó como si esa fuese una buena razón para creerle, sabia que entre hermanos que habian compartido el utero de su madre al mismo tiempo, existia un tipo de conexión inexplicable que los unia apesar de la distancia, ambos podian sentir que lo que sentia el otro o al menos eso era lo que se decia de los gemelos—baja cuando termines, te presentare al servicio.  No pude decir otra cosa, no lo crei necesario, después de todo estaba a su servicio y supuse que mis reclamos solo le harian enfadar.  Hice lo que me pidio, después de cerrar la puerta de la habitación escondida comencé acomodar mis pertenencias. Me pregunté porque motivo habría una habitación escondida ahí, era una disposición poco común, pero esta casa se apreciaba antigua, asi que deduje que seguramente él no habia sido quien habia mandado a construir esa habitación.  Deje la mayoria de mis cosas en el armario de Conrad a excepción de mi pijama y mi ropa interior, esas las guarde en uno de los cajones al lado de mi cama en la habitación secreta. La curiosee un poco antes de salir.  Tenia una pequeña ventana que miraba hacia el jardín, la vista era hermosa, pero la ventana estaba atascada por lo que dejar entrar el aire era imposible. No intente otra cosa, después de todo solo estaria en esa habitación para dormir ya que alguien podria notar mi ausencia en caso de que me buscaran.  Cuando termine, me anime a bajar, pero al llegar a la primera planta me di cuenta de que no sabia en que lugar se encontraba la oficina de Conrad. No habia nadie alrededor que pudiera ayudarme, asi que vague por un rato observando mi entorno mientras esperaba que alguien apareciera por el pasillo. Me encontre con pinturas extrordinarias que reflejaban los paisajes, quizas en una epoca anterior a la victoriana. Hoy en dia no se podia apreciar un panorama similar.  Vi retratos antiguos, no supe deducir si esos hombres y mujeres habian pertenecido a la familia de Conrad o simplemente estaban ahi para decorar el muro, pero sin duda alguna debian ser objetos invaluables por lo que procure no acercarme tanto y mucho menos tocarlos. En cierto momento aparecio un par de chicas vestidas con un uniforme que consistia en un vestido n***o, un mandil blanco y un pequeño gorro que ocultaba su cabello, era el mismo que tenian puesto las empleadas que me habian recibido.  —¿Disculpen?—me acerque a ellas esperando pudiesen indicarme a donde ir, pero una vez que notaron mi presencia sus rostros se pusieron pálidos, como si hubiesen visto un fantasma, se detuvieron, pero agacharon la cabeza para no mirarme.  —¿En que podemos ayudarla señora? —dijo una de ellas reconociendo la autoridad que Conrad me habia dado al admitir que supuestamente estabamos casados.  —Busco la oficina de mi...esposo—expresé algo incomoda de pronunciar esa palabra, la habia repetido muchas veces en mi mente, pero no era lo mismo al escucharla de mi propia voz.  —Siga por este pasillo y doble a la izquierda, la segunda puerta—indicó sin alzar la mirada—¿Desea alguna otra cosa señora?  —No, muchas gracias.  Ambas me rodearon sin atreverse a mirarme, se fueron como si fueran parte del ejército, con la espalda recta y siguiendo un ritmo, como si alguien les indicara caminar de esa forma, fue extraño.  Camine siguiendo sus indicaciones y entonces me encontre con una puerta finamente tallada, muy bonita para ser una puerta, entonces llame un par de veces.  —Adelante—alzó la voz, entonces pude pasar.  Conrad estaba detrás de su escritorio, trabajaba con su computadora, tenia puesto una gafas que realzaban el atractivo de su rostro, pero una vez que se dio cuenta de mi presencia desvio la mirada hacia mí.  —Veo que lograste encontrar mi oficina—se levantó de su lugar—ven sientate.  Frente a su escritorio se econtraba una pequeña sala de estar de color rojo oscuro, me extendio la mano e instintivamente camine hacia él y la tome.  —No fue difícil, tus empleadas me ayudaron bastante—ambos no sentamos, quizas hablariamos sobre su hermana—solo que parecen aterradas.  —Mmmm...supongo que se debe a la rigurosidad del ama de llaves—dedujo—de hecho esta por llegar, ella te mostrara la casa y te presentara al servicio.  —¿No me acompañaras? —cuestioné algo incomoda de tener que ir por ahí sin él.  —Me temo que debo trabajar—soltó un suspiro—pronto habrá un concurso y el premio es leer parte de mi último manuscrito.  —Crei que lo habías terminado. —No, aun no—expresó relajando su cuerpo—el hecho de tener un manuscrito, no significa que sea el producto final, aun falta mucho que hacer.  No sabia mucho sobre el proceso que conlleva hacer un libro, asi que me limite asentir.  De pronto alguien llamo a la puerta, Conrad tomo una postura más recta y automáticamente rodeo mi cintura.  —Adelante—indicó.  Un segundo después entro una mujer de edad avanzada, delgada y bien arreglada, tenia puesto un uniforme azul, una falda que le llegaba a la rodilla, zapatos negros de tacon bajo, un chaqueta delgada que combinaba con su falda y una blusa blanca. Su cabello era gris, no supe deducir más o menos cual era su edad, por su cabello era evidente que tenia quizas más de sesenta años, pero por como disimulaba sus arrugas podia decir que rondaba los cincuenta y tantos.  —Disculpe la intromisión señor Craig—su voz se notaba medio ronca, pense que esa singularidad se debia más a su edad y no porque estuviera enferma o algo parecido—¿Llamo por mi?  —Asi es, Señora Pemberton, quiero presentarle a mi esposa...—súbitamente se detuvo. Me recorrio un escalofrío por todo el cuerpo, no habiamos hablado nada acerca del nombre que tendria siendo su esposa o si podria conservar mi nombre real.  —Stella Gates—añadi, entonces le extendi la mano hacia el ama de llaves.  —¿Gates?—cuestionó frunciendo el ceño, enpalideci temiendo que Conrad ya hubiese mencionado un nombre y yo hubiese cometido un error.  —No, ahora que eres mi esposa debes usar mi apellido mi amor—deposito un beso sobre mi cabello, una muestra de afecto necesaria para hacer de nuestro matrimonio algo más creíble , no sabria hasta que punto soportaria hacer esto todo el tiempo, mientras estuviese aquí.  —Oh, es verdad, lo siento—le dedique una mirada de complicidad al mismo tiempo que sonreía.  —Me gustaria disculparme con usted señora Craig—manifestó mostrandose apenada—no pude recibirla debidamente, lo lamento.  —No se preocupe, señora Pemberton—respondió Conrad por mi—sé que atender a mi hermana no es sencillo.  —No señor Craig, al contrario, es para mi todo un placer trabajar para la señorita—asevero dirigiendole una mirada seria. Comencé a tener sospechas de algo en cuanto a Conrad y la situación de su hermana, pero aun no podia decir que tenia las pruebas suficientes para afirmar que asi era, necesitaba conocerlos más a fondo.  —Señora Pemberton, ya que es el primer dia de mi esposa en este lugar me gustaria que fuese presentada al personal formalmente, no me gustaria que hubiese algún malentendido y por favor digale al señor Griffin que la cena de esta noche debe ser un banquete, en honor de la señora Craig.  Me impacto la forma en como Conrad podia cambiar de tema, quizás era el dueño y señor, pero senti una especie de tensión entre él y su empleada.  —Y por supuesto, informe a mi hermana mi intención de celebrar esta ocasión.  Conrad volvio a tomar mi cintura, se aferro a ella, parecia sufrir y lo senti en su agarre.  —Por supuesto señor. ¿Alguna otra cosa? —No señora Pemberton, es todo—expresó Conrad desviando la mirada de ella hacia mi—ve, ella te mostrará la casa, te veo en la cena.  —Muy bien, te amo—expresé, sin embargo, decir esa palabra fue bastante difícil, quizás él no lo esperaba ya que abrió aun más los ojos sorprendido. —Y yo a ti—me beso tiernamente en los labios, no pense que fuese a continuar demostrandome afecto frente a las personas. Me gustaba que hiciera eso, quizás estaba mal, pero era la verdad.  La señora Pemberton me llevo a conocer la residencia de la familia Craig, me conto su historia, qué la familia anteriormente se llamaba Craigton, pero con el pasar del tiempo, las guerras y la crisis económica la familia tuvo que ir reformandose hasta terminar como lo era hoy en dia, con solo dos integrantes y pronto solo uno. Por supuesto, la señora Pemberton no añadio la última parte, pero era fácil concluir que era el fin del apellido Craig, sobretodo por que Conrad no parecia ser el tipo de hombre al cual se le puede imaginar con una esposa a su lado e hijos.  La presentación con la servidumbre no fue tan mala como creí, quizás la impresión que me habian dado las jovenes que me habian indicado como llegar a la oficina de Conrad era equivocada, de hecho las personas en el lugar eran muy amables y serviciales.  Después de eso regrese a la habitación, la señora Pemberton tenia muchas cosas que hacer y yo no era más que un estorbo, por supuesto no lo dijo, pero lo deduje de esa forma, aunque se habia mostrado atenta conmigo tambien pude ver cierto aire de desaprobación en sus ojos, yo no le agradaba, no lo decia, pero lo sabia.  Mi teléfono comenzo a sonar, era Alexander, mi mente viajo rápidamente creando una escena caotica en la oficina. Sarah era muy buena en su trabajo, era una de las secretarias de Alexander Reese, asi que estaba forzada a dar lo mejor de si misma para hacer que él luciera bien, yo lo sabia porque también era una de sus secretarias, pero era imposible que solo una de nosotras pudiese mantener todo al margen por su cuenta.  —¿Necesita ayuda señor Reese?—comencé a burlarme, necesitaba un poco de distracción de todo lo que habia vivido durante el dia.  —No por el momento señorita Connor—respondió siguiendo mi juego, era una lastima que no me hablara para pedirme algo como solia hacerme—¿Cómo va todo?  —Bien, todo tranquilo—le hice saber—¿Qué tal todo por allá?  —Todo bien, no me quejo—se burló, conocia el tono de su voz cuando jugaba conmigo—no te creas tan importante, Sarah puede hacer el mismo trabajo que tú.  —No lo creo—asevere levantandome de la cama, mis pies estaban matandome, no habia podido quitarme los tacones hasta ese momento.  —¿Y por qué lo crees asi? —Porque me enviaste a mi a realizar este trabajo en vez de a ella—expuse orgullosa.  Alexander soltó una pequeña risita, eso me indicó que tenia razón.  —Bien, no tengo excusa a eso—admitió derrotado—solo llamaba para saber como va todo, a mi esposa le preocupa que no combines la ropa como te lo enseño.  —Por favor sé honesto—replique, quizas parte de lo que decia era cierto, pero él tambien debia estar algo intranquilo.  —Bien, me preocupas. Imagino lo difícil que debe ser para ti, no quiero que te sientas utilizada, como si fueras un objeto ¿Me...entiendes? Suspiré, no sabia que él podia sentirse asi, es decir, culpable.  —Ninguno me ha dado razones para hacerme sentir solo un objeto decorativo—intenté explicarle omitiendo los pequeños besos que Conrad me habia proporcionado, solo para no hacerlo preocupar.  —Sé que no leiste como se debe el contrato que te di a firmar... —Muy conveniente para ti ¿No es así?  —Espera, trato de decirte algo, asi que deja de interrumpirme ¿Quieres?—se quejó, lo imagine cruzandose de brazos y arrugando un poco la nariz como suele hacer cuando alguien le lleva la contraria.  —Esta bien, habla, te escucho.  —De suceder algo, es decir, que uno de ellos llegue a transgedirte, todo esta farsa se termina. ¿Lo sabes verdad?  Suspiré, ya habia mencionado algo sobre eso, pero literalmente lo creia imposible, esos hombres no buscaban a chicas como yo, quizas ni siquiera para algo íntimo.  —Es la primera vez que te preocupas tanto por mi y lo agradezco, pero no tienes nada de que preocuparte, te doy mi palabra, esos hombres únicamente se preocupan por si mismos y sus carreras, además se diferenciar lo ficticio de la realidad, soy una chica fuerte.  —De acuerdo—dijo algo insatisfecho.  —¿Porque parece que no estas feliz con lo que acabo de decir?—le interrogue confundida.  —No, no, no, es solo que no esperaba que fueses tan condescendiente, es todo, esperaba quejas y reclamos, esperaba escuchar los gritos de mi secretaria favorita, pero creo que disfrutas estar lejos de mi.  Solte una pequeña risa, encantada por esa necesidad que Alexander tenía de mi presencia, de vez en cuando a una chica le gusta sentirse necesitada.  —Eso si no lo voy a negar, es relajante y se siente una tranquilidad casi irreal, sin tu voz chillona ordenandome que hacer todo el tiempo.  —Esa es la chica que queria escuchar desde un inicio—manifestó emocionado, luego en el fondo escuché la voz de Sarah expresándole o más bien regañandolo en mi lugar, Alexander río y luego se aclaró la garganta—debo dejarte, mi capataz vino con un latigo para hacerme trabajar, así que nos vemos pronto. Cuidate. 
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