Salían de su habitación James y Alexander y solo les dije:
—Hola.
Sonrieron los dos.
—¿Acabas de despertar? —me pregunta Alexander.
—No, desde hace rato y no hay nadie en el salón.
—Mejor bajemos los tres a mirar. —dijo James.
Bajamos los tres, aún no había nadie en el salón fuimos al otro salón mientras caminábamos hacía el salón.
—¿Que desayunaron? —les pregunte.
Alexander puso cara de delicia, pero James de enojo.
—Fue una delicia perfecta de rini (sangre), aunque me parece que para nuestro amigo James no lo fue. —dijo Alexander.
—Y ¿Porque te enojas? James. —le dije.
—Es que no me gusto creí que comería como en el campamento de invierno.
Negué con la cabeza al decir:
—No, aquí o en cualquier otro lugar es diferente, deberás adaptarte nuevamente porque ya no eres un humano —, seguimos caminando mientras yo continuaba diciéndole. —Eres simplemente un vampiro.
—Creí que podría ser un híbrido similar a ti.
—Eso no es posible, después de como fuiste creado James. —dijo Alexander.
A lo que yo asentí estando de acuerdo con Alexander. En eso llegamos al salón, estaba el señor Salmo sentado en la larga mesa.
—Espero hayan dormido bien.
—Bien gracias. —contestamos a coro los tres.
—Una pregunta señor.
—Si Coraline.
—Señor creí que hay más personas viviendo aquí.
Ríe el señor Salmos.
—Niña mía, todos fueron a arreglar sus asuntos, algunos a cazar y otros a prepararse, no temas, llegaran mañana.
Asentí, el señor Salmo leía un periódico parecía muy viejo.
—Pueden entretenerse leyendo los libros de la biblioteca o divertirse en el salón de videojuegos, el castillo tiene todas las comodidades, mire a Alexander y a James tenían cara de fascinados.
—Retírense, los llamare para comer.
Asentimos, salimos Alexander y James casi salieron corriendo, pero los detuve.
—Esperen que les sucede.
—Coraline somos hombres nos gusta los videojuegos y a las chicas solo jugar con muñecas.
Enarco la ceja y le di un golpe en la cabeza.
—Hay, dolió.
—Odio cuando te comportas como un niño mortal, nos veremos luego.
Y me fui a la biblioteca, miré y ellos iban hacía el salón de videojuegos.
Al entrar a la biblioteca era gigantesca, había millones de libros de pies a cabeza, escaleras largas que incluían a los estantes llenos de libros, había sillones largos color cafés y mesas chicas de madera con sillas, preferí salir e ir afuera al dirigirme al patio, se escuchaba los gritos de alegría de James y Alexander.
Al llegar al patio era extraño, porque por la noche se veía tan pequeño que ahora por el día era grandísimo el patio, y tenía una gran distancia hacía el bosque, entonces preferí caminar, no correr, sabía que llegaría en un instante, era un gran patio con césped verde y flores, no eran como en algunas leyendas o cuentos que en una casa de un vampiro era su patio tenebroso sin árboles o flores, este era muy alegre, el castillo n***o se distinguía por un lugar alegre y nada temible, pero dependía de cómo se mostrara el castillo.
En el patio estaba la fuente donde nos había llevado el señor Salmo y claro, quien no conociera el castillo n***o, lo distinguían por un lugar muy temible y aterrador, llegue al bosque y empecé a subir arboles buscaba el árbol que me había dicho Michael, la encontré rápidamente y si era un árbol retorcido, solo tenía que asegurarme que por la noche parece moverse, preferí entrenar, no había tenido ninguna visión por el momento, me senté en uno de los arboles hasta la punta y empecé a observar mi llave que la traía en mi cuello, era aún dorado, la cabeza de la llave era una luna llena, distinguí algo en la llave, la observe más cerca y tenía la figura de un lobo, la talle con mi dedo gordo y no se borraba, era extraño, antes no la tenía, mejor preferí bajar del árbol e irme al catillo.
Al llegar ahí entre aún seguían en la sala de videojuegos, entre, era igual de grande que la biblioteca con millones de discos y una gran pantalla y sillones cafés, ellos jugaban quien bailaba mejor, estuve solo riéndome y solo se molestaban conmigo.
—Yo me sentare.
Se sentó Alexander en el mismo sillón que yo, mientras James elegía otro juego.
—Entonces me dirás quién era el que hablaba contigo.
—A su tiempo.
—Buenas, como el señor Mortí.
Me reí.
—Está bien te lo diré.
Se acercó James para escuchar.
—Era Michael.
—¿Por qué no se lo dijiste al señor Watson? —exaltado dijo Alexander.
—Aun no me da información y tenemos que ir a verlo esta misma noche.
—¿Verlo?
—Claro, no me digas que te pondrás tus moños.
—Tú sabes muy bien Coraline que no quiero verlo.
—Bueno, solo iremos James y yo.
Voltee a ver a James y asintió muy decidido, James al decir:
—Quiero conocer más de nuestra especie.
—Muy bien.
Le di una palmada en el hombro.
—Esta lista la comida.
Había entrado la chica, nos paramos y la seguimos, estábamos ya comiendo en compañía del señor Salmo, a mí me habían servido bisteces empanizados con patatas fritas y arroz con agua de Jamaica, mientras a los otro dos algo de aquella fruta roja que me hacía pensar en Violeta, pero veo enseguida un tipo de botana en forma de mariposa completamente roja, nunca he sabido exactamente qué tipo de cosa es, pero que disfrutan comer los vampiros algo que no es común verlo, en eso terminamos de comer y salimos del salón.
—Coraline, a qué horas iremos a ver al tal Michael y donde nos veremos. —dice James.
—A media noche.
Asintió y volvimos al salón de videojuegos, ahora solo jugaban varios de los diferentes juegos que tenía, en eso yo fui a la biblioteca, tomé un libro que se titulaba “Cuentos de Vampiros”, era un poco de intimidad y preferí no seguir leyendo y lo devolví en su lugar.
Sin darme cuenta ya era las diez, preferí subir a mi habitación solo me fijé antes si seguían Alexander y James en el salón de videojuegos, ya no estaba pensé que ya estarían en su habitación.
Subí las escaleras y me metí a mi habitación, me acosté en la cama cerré mis ojos por un minuto, después los volví abrir los ojos, me pare de la cama, me dirigí a la ventana levante un poco la cortina y mire afuera, era extraño, ahora se veía muy cerca el bosque.
Miré mi reloj 11:59pm solté la cortina decidí ir por mi pequeña bolsa de viaje para sacar uno de mis frascos pequeños, porque el señor Salmos solo me mantiene con comida.