- Ordenes.

1169 Words
—¡Coraline! —grito Alicia. —¿Sí? —Ven acompáñame. —A dónde vamos. —Suu… —dijo Alicia. Llegamos a la casita blanca todos estaban afuera sonriendo. —Creíste que te ibas a ir sin despedirte. —dijo Elizabeth. Sonreí, abracé a Elizabeth, después a Charly y así a los demás, igual Alexander y James de todos nos despedimos. —Espero regresen pronto Coraline. Me había dicho Alicia, aguantándose las lágrimas. —Alicia no me voy a morir. —Lo sé, es que sabes te quiero como a una hermana. —Lo se igual yo. Nos dimos un abrazo fuerte. —Mira allá. —me dice ella. Voltee era Ian, solo nos miraba camine hacia él e hizo lo mismo. —James me dijo que hoy se van. Asentí y lo volví a abrazar. —Eres mi mejor amiga. Me susurro al oído, solo sonreí al mover la cabeza. —Extrañare nuestras platicas petirrojo. —respondí al tocar su cabello y revolverlo, en cambio él se rio, apretó más sus brazos con suavidad y delicadeza hacía a mí, al separarnos el seguía tomando mi mano, mire hacía donde estaba Alexander, estaba muy serio, no quería soltarlo, pero Ian soltó mi mano, lo mire y me sonrió con su cara de pícaro que me encantaba, todos nos quedamos platicando sobre un espectáculo que darían ellos en un barrio de Inglaterra. —En verdad no sé qué espera el señor Mortí con todo, que sucede, que demos una función. —dijo Elizabeth. —No lo sé, pero diviértanse. Rieron todos. —Es hora de ir a dormir chicos, mañana tenemos que irnos. Asintieron todos, sin darnos cuenta había ya caído la noche, al anochecer más, nos fuimos hacía la entrada del Imaginario y solo desaparecimos en la obscuridad. —Verdad que te gusta Ian. Escucho decirme y solo volteo a verlo y preguntar: —¿Disculpa? Con una cara de que tiene que ver eso con lo que sucede ahora, ya habíamos pasado el bosque gruid y ahora solo teníamos que pasar el panteón flipes, para llegar al castillo n***o, en estos días ya habíamos pasado muchos bosques y panteones, cada que podíamos nos poníamos a entrenar los tres, solo lo que tenía James era que aún no despertaban sus instintos, pero peleaba muy bien y ya subía árboles. Donde caminábamos era el típico panteón con muchísimas tumbas, millones de árboles y ramas secas, íbamos caminando entre los árboles, casi ya estábamos terminando de pasar flipes cuando en una pequeña conversación dijo Alexander. —Si te gusta. —Claro que no, solo es mi amigo porque tendría que gustarme. —conteste. —Veo cómo te mira y lo miras de la misma forma, ve la realidad Coraline. —La realidad es que no me gusta. —Si eso te lo crees tú. —Disculpa bueno. Es como decidí y me pare enfrente de él. —Si me gustara a ti no te importaría, verdad. Con una mirada desafiante él se quedó, note que iba a tartamudear. —Ustedes parecen novios. Volteamos a ver a James con cara de enojo. —No te metas. —dijimos a coro Alexander y yo. —Por favor eso no viene al caso, si ves que tenemos que estar en alerta el jovencito empieza con sus celitos, no me creas que no me doy cuenta jovencito. Sus ojos rojos se volvieron negros, en ese momento escuche unos pasos. —Chicos alguien nos sigue. —dije enseguida. Es como los tres nos pusimos en guardia. DOS DESCONOCIDOS Se encontraban entre los arboles a una altura favorable, cazando a sus objetivos, uno de ellos dijo: —Tu solo encárgate de los dos chicos yo me quedare con la chica. Le es extraño que la elija su compañero, a lo que le dice: —Pero ella no se ve frágil, mejor déjamela a mí, encárgate tú de los dos chicos. —termino diciendo el chico desconocido al otro. En ese mismo instante reí, solo era un chico, pero al instante apareció el otro, uno empezó a pelear conmigo mientras el otro con Alexander y James, me alejo el desconocido más lejos de ellos, pero al instante subí a uno de los árboles, el me siguió. —Coraline sigues siendo la fuerte de antes, pero ahora mejor. Me quede en shock, paramos de pelear y me le quede viendo, la luna daba a su cara y la podía ver muy claramente, lo observe, eran un chico altísimo, su piel negra como chocolate amargo, ojos rojos, musculoso y cabello largo n***o a los hombros, estaba peinado de una cola de caballo, vestía de traje n***o, solo sin corbata. —Ya se te vino algo a la mente mi niña. “¡Michael!” grite en mi mente su nombre, aunque casi lo grito realmente quise abrazarlo, pero no era el momento y solo sonreí. —Por favor Coraline, sigamos peleando si no mi compañero notara algo. Acepte moviendo la cabeza y seguimos peleando. —Cuánto tiempo. —le digo. —Muchísimos, has mejorado tus técnicas Coraline. —Mucho. Es cuando decidí y es como le mostré uno nuevo, donde giro rápidamente y estoy en otro árbol. —Fantástico —, me dice él. —Sé que irán al castillo n***o. —Sí y ¿Qué es lo que sucede? —Coraline, atrás del castillo hay un gran bosque, a la media noche quiero que estés en un árbol que está cerca de ahí, lo identificaras fácilmente, es un árbol retorcido, en la noche parece tener movimiento hay estaré esperándote, trae a Alexander y al nuevo chico. Solo acepte al asentir nuevamente. —¡Alto! —grito Michael, el otro chico desapareció igual que Michael, baje del árbol me acerque. —¿Qué es lo que sucedió? —pregunto sin levantar sospechas. —No lo sé Coraline, solo dijo algo el chico con quien estabas y el otro se fue. —dijo James al asentir con la cabeza Alexander. —Bueno olvidémoslo, vámonos, estamos ya cerca. —les dije a los dos. Seguimos caminando, llegamos a una gran reja negra con formas de rosas, al instante se abrió la reja y entramos los tres, era un castillo gigantesco de pies a cabeza, n***o oscuro, distinguí tres pisos lo que me había dicho sobre ese castillo el señor Watson, era que tenía una maldición, el castillo podía mostrarse de cualquier forma de tres pisos o dos gigantesca o chica agradable o terrorífica, y que al entrar al castillo aparecieran más pisos de los que se hubieran visto afuera y más gigantesco, entramos por una puerta gigantesca de madera, estábamos en un gran salón, a nuestro alrededor solo una chimenea y cuadros de personas extrañas y en frente escaleras que daban arriba. —Bienvenidos síganme por favor. Había aparecido una chica no muy alta, con vestido azul oscuro, cabello corto a los hombros, zapatos de tacón, piel blanca como marfil, la seguimos. Alexander y James al verla se quedaron muy serios.
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