—Mi nombre es Melcorka de los Cenel Bearnas —respondió Melcorka mientras contemplada el precipicio debajo de ella.
—¿Y cuál es tu propósito? —el guardia elevó su lanza, listo para arrojarla. Detrás de él había un abasto de lanzas.
—Refugio —dijo Melcorka.
—¿Qué hay de tu compañero?
—Él es Bradan el Errante —dijo Melcorka—. Él es mi guía.
—Su nombre es reconocido—, el guardia alzó la voz—. Saludos, Bradan el Errante.
Bradan levantó la mano en señal de respuesta—. Saludos, centinela.
—¿Abogarás por esta mujer Bradan? —El guardia no bajó su lanza.
Así es —dijo Bradan y el guardia por fin retiró su lanza y regresó a su puesto como si nada hubiera sucedido.
Melcorka completó su sendero, le regresó el saludo informal al guardia y esperó a que Bradan la alcanzara. La lluvia se intensific
