SIETE Todo daba vueltas a su alrededor, los árboles, arbustos y el mar se mezclaban en un remolino constante que no podía controlar ni comprender. Parpadeó, cerró los ojos y los abrió de nuevo. El rostro de un hombre apareció en medio de toda la confusión; un extraño que no reconocía. —¿Quién eres? —Soy Bradan el Errante —la voz del hombre era clara y lenta. —Mi nombre es Melcorka nan Bearnas. —Mucho gusto, Melcorka nan Bearnas, hija del océano —Bradan se agachó a su lado, su rostro largo estaba sereno—. No comiste nada anoche así que supongo que deberás tener hambre. ¿Recuerdas en dónde te encuentras? —Bradan señaló los restos ardientes de su fogata, el oleaje suave que se escuchaba en la playa a unos metros de ellos y la barquilla volcada que yacía junto a un arbusto espinoso. Melc