A Leander le costaba reaccionar ante la manera que su esposa lo besaba. No sentía lo mismo que cuando lo besaba aquella mujer que él tanto amo. Sin embargo, a su cuerpo no le era indiferente la forma en la que Altea lo besaba. Sus manos viajaron inmediatamente se posicionaron sobre las mejillas de la joven. En un impulso intensifico el momento y al percatarse de lo que estaba ocurriendo, decidió tomar distancia poco a poco. —Altea —pronunció agitado mientras que lentamente ella intentaba recuperarse de lo que acaba de suceder. Los ojos grises de su esposa se fijaron en los de él y se podía notar la confusión y tensión del momento. —Lo siento, ahora soy yo quien se ha excedido —declaró avergonzada e intento irse, pero ahora fue él quien ahora la detuvo sujetándola de la mano mientras que