Tres días después
El rey Serkan se encontraba sobre Annia penetrándola con lentitud mientras la joven le sujetaba sus mejillas para que el rey no se apartara de ella, porque deseaba continuar sintiendo sus labios unidos, sus lenguas y fluidos entremezclándose mientras el alfa se movía con parsimonia, embistiéndola sin tanta ferocidad porque llevaban horas así. Pero, aunque ya el sol se asomaba por la ventana, él no deseaba parar porque cuando se trataba del cuerpo de su luna y la intimidad, él era insaciable.
—Su majestad… ya es de día —susurra Annia con voz agitada cuando el rey se separa de ella porque había eyaculado dentro de la joven.
Serkan se aparta por un momento solamente para acariciarle el labio inferior de Annia con su dedo pulgar, y después se acerca para mordérselo un poco
