Con mala gana el rey Serkan exclamó mientras se vestía: —Espera un segundo —dice el rey viendo como Annia comenzó a vestirse con rapidez con su rostro rojo como un tomate. Cuando los dos terminaron de colocarse sus ropas, el rey Serkan abrió la puerta, salió de la habitación y no permitió que el rey Ozias ni siquiera se asomara al interior del camarote. Así pues, en el momento que el rey licántropo estaba afuera, el rey Ozias se acercó a él para comenzar a olfatearlo porque él no era estúpido como para no desconfiar de Serkan después de estar encerrado con Annia por quizás una hora o más. Sin embargo, cuando él comenzó a olfatearlo el alfa lo empujó para que dejara de hacer eso. —No intimé de forma carnal con Annia, no tienes qué preocuparte —confiesa el rey caminando lejos de esa área