El rey Ozias caminó con tranquilidad por aquel pueblo encontrándose una tienda donde al parecer vendían y confeccionaban vestidos. Sin mucho afán el rey felino se dirigió a ese lugar y cuando abrió la puerta de la tienda una campanita sonó en el instante que entró, el rey de inmediato alzó su mirada dándose cuenta que arriba de la puerta estaba el pequeño causante de ese tintineo que a él le agradó, no lo pudo evitar, sin embargo, no lo mostró a simple vista. El pelinegro se encaminó por la tienda viendo de lado a lado, todos los vestidos eran corrientes, fabricados con telas baratas que le hizo pensar: «Ni siquiera debería estar aquí buscando vestidos de baja categoría para una boda clandestina… este es el trabajo de un siervo» piensa el rey Ozias viendo cómo se acercaba un hombre miránd