Capítulo 1. En los brazos de mi destinado

1949 Words
Perspectiva de Annia Esos lobos que consideraba salvajes continuaban hablando como si yo no pudiera entenderlos, quizás creían que no comprendía su idioma, pero ¡por supuesto que sí!, en mi formación me enseñaron los idiomas y dialectos de todos los nueve reinos, por eso pude comprender que estaba con licántropos del reino alto de Albagard. Se conocía como “reino alto” porque estaban en las montañas. En mis clases sobre todos los reinos, se consideraba a la región de Albagard como una de las más inhóspitas principalmente por sus enormes animales desconocidos, y su clima tan irregular. ¿Cómo pude llegar tan lejos ¿Será posible que el mar me arrastró hasta este lugar? Tenía muchas preguntas, pero no me dio tiempo para buscar las respuestas porque aquellos alfas me estaban llevando a la fuerza hacia quien sabe qué lugar, con quien sabe que otro monstruo que me lastimaría una vez más. Es por eso que, en medio de mi temor comencé a resistirme de mis nuevos captores. Deseaba gritar pidiendo ayuda, pero sabía que nadie escucharía mi clamor de auxilio así que dejé de resistirme, y sintiéndome derrotada, me dejé llevar por aquellos salvajes comprendiendo que, solo había regresado de la muerte para volver a sufrir por segunda vez… Entonces, minutos después de una caminata por esa fría playa, los cuatro lobos salvajes me llevaron a una tienda, era una carpa donde parecían estar acampando desde hace mucho, porque al ver de lado a lado se notaban restos de fogatas pasadas y los huesos de los animales que habían usado para alimentarse. Los lobos que me guiaron hasta ese lugar, me empujaron al suelo y sin importarles si me hice daño me lanzaron a los pies de un alfa. Yo estaba tan asustada y acostumbrada a tener mi mirada en el suelo que cuando vi esas enormes botas, lo que hice fue arrastrarme hacia atrás, porque me recordaron a los pies de Cahen. Por tan solo recordar a mi antiguo esposo comencé a temblar, pero mi terror llegó a niveles astronómicos cuando sentí que ese alfa sujetó un mechón de mi largo cabello diciendo: —¿Por qué esta mujer tiene este color de cabello tan extraño? —Su alteza ¡Esta mujer es una luna! Son muy populares entre los demás reinos. Son mujeres con poderes y traen buena suerte junto con dádivas a las regiones que habitan, si se casa con ella el reino de Albagard volverá a la gloria de siglos pasados. —Oh, comprendo, así que ella es una de esas famosas lunas que todos tanto hablan. Honestamente no creo ni una sola palabra sobre las dádivas y buena suerte que puede traer una mujer. Solo porque tienen magia y el cabello de un tono extraño no significa nada… para mi es solo una bruja más del montón. Por tan solo escuchar su tono de voz tan grave, y al parecer lo poco que conocía de las chicas como yo, comencé a temblar del miedo, sin dudarlo él sería peor que Cahen. Me aterraba levantar mi rostro, lo único que deseaba hacer era correr, pero mis piernas no respondían, además no sabía a donde huiría de ser así… —Seguro no entiende nuestra lengua, su alteza… ha estado callada desde que la encontramos. Lo único que hizo por un momento fue forcejear con nosotros, pero no duró demasiado, se rindió rápido la lunita. —Levántenla entonces, quiero verla bien, además tiembla demasiado busquen una capa, quizás tenga frío. De inmediato, me llené de valor alzando mi vista a ese alfa que le llamaban su alteza, y cuando le vi el rostro, al instante lo supe: Él era mi destinado. Estaba tan sorprendida que mi corazón comenzó a latir con fuerza, y quizás tenía los ojos tan abiertos que se me iban a salir de mis órbitas. No lo podía creer, mi destinado resultó ser un lobo salvaje de las recónditas tierras altas del reino de Albagard. Físicamente era de piel del color como la canela, tenía unas cuantas cicatrices en su rostro con facciones fuertes, su cabello largo era oscuro y además tenía una tupida barba que solo lo hacía lucir más rudo. Sus ojos eran color verdoso, a simple vista su cuerpo parecía robusto como el de todos los alfas y como estaba sentado no pude saber que tan alto era. Pero a pesar que él era mi destinado, yo sabía que los licántropos no descubrían a sus otras mitades tan rápido como nosotras las lunas, así que, no sabía que iba a ser de mi mientras él supiera que yo era su pareja. Después de vivir dos años con un monstruo que intentó matarme, ya no confiaba en ningún hombre lobo, o, mejor dicho, en ningún hombre de ninguna especie, es por eso que mi terror no disminuyó, porque no sabía que podrían hacerme estos salvajes del reino de Albagard. Pero luego mi temor llegó a niveles astronómicos cuando él se aproximó a mí. Como instinto me cubrí con mis brazos para impedir que me hiciera algo, pero a él le importó poco quitándome los brazos de mi rostro para sujetarme el mentón con algo de violencia y así me volteó el rostro de un lado a otro como si estuviera examinándome. Fue en ese instante que mi temor llegó a niveles tan bárbaros, que me ocurrió una de las cosas más vergonzosas hasta ahora en mi vida, ya que podía sentir como un líquido tibio comenzó a salir de mis partes íntimas, deslizándose entre mis piernas mojándome, eso significaba que me había orinado encima. Mi vergüenza fue tanta, que mis lágrimas comenzaron a salir por si solas de mis ojos, porque ese rey que aun no conocía su nombre empezó a olfatearme con mayor detalle exclamando: —¡Esta bruja se orino encima! ¡Levántenla! —exclama el rey a viva voz, y yo con mi rostro lloroso y rojo grité: —¡No se me acerquen! —vocifero con un tono de voz quebrado. En ese instante mis mejillas estaban mojadas, y mis ojos cristalizados por las lágrimas veían a mi destinado con pavor. No lo podía evitar, yo era un manojo de nervios, un desastre emocional en todos los sentidos, y ellos jamás iban a comprenderme. El rey y todos los presentes me miraron con asombro hasta que uno de ellos dijo: —Habla nuestro idioma, eso es muy bueno, su alteza. El rey se quedó en silencio viéndome con atención, al parecer continuaba examinándome. En ese instante deseaba tener el don de leer mentes para saber lo que pensaba mientras yo me limpiaba mis lágrimas con el reverso de mis manos, sin desear levantarme porque sabía que estaba sobre mis propios deseos fisiológicos. Pero pese a eso, a él no le importó y con una facilidad que aumentó mi grado de terror, me levantó con una sola mano, logrando que sin querer emitiera un gritico. Él me obligó a ponerme de pie, solamente para sujetarme por mi cintura atrayéndome hacia él. Aquel enorme alfa abrió sus piernas para que yo entrara en el medio de donde él estaba sentado, de esa manera los dos quedamos cara a cara mientras él continuaba sujetándome por mi cintura que parecía un juguete sobre sus manos enormes. Mis rodillas temblaban sin control, mi cuerpo también, y en mi garganta sentía un nudo tan molesto que me impedía siquiera tragar profundo, al ver a mi intimidante destinado mirándome sin titubeos. yo veía sus ojos estudiándome con atención, parecía como si estuviese leyendo cada centímetro de mi rostro de una forma que solo hacía que mis nervios estuvieran al borde del colapso, pero luego, lo peor vino ante mí cuando él me sujetó el rostro con una de sus enormes manos, y sin mas se acercó besándome. Yo abrí mis ojos a mas no poder y como estaba al límite de mi miedo, mi cuerpo no pudo soportarlo al momento que terminé desmayándome en sus brazos a causa de la conmoción, porque al sentir sus labios unidos a los míos, fue demasiado para mis endebles emociones, puesto que, ese había sido mi primer beso... el cual por cuestiones del destino me lo había dado justamente, mi salvaje destinado. Perspectiva general Todos los que estaban ahí reunidos se alarmaron cuando vieron que aquella frágil luna se desmayó en los brazos del rey Serkan Atreus, el soberano de las tierras altas de Albagard. A pesar de todo a él no le importó mucho por tener a la joven inconsciente en sus brazos, y lo que hizo fue continuar estudiándola con cuidado. Su cuerpo tan delicado le parecía encantador, su piel blanca como la porcelana hacia contraste con la suya de tono oscuro, su rostro pequeño, sus largas pestañas y sus labios atrayentes lo dejaron hipnotizado. Era tan fina que él aprovechó para cargarla colocándola sobre sus piernas, viendo que su vestido de color azul cielo tenía varios agujeros que él encontró interesantes, ya que estos sin dudarlo habían sido provocados por algún arma, puesto que eran cortes alargados, hechos adrede. Ni siquiera tuvo que pensarlo demasiado cuando llegó a la conclusión que esa mujer la habían atacado. Sin embargo, ¿Quién en su sano juicio atacaba a una mujer como aquella luna?, Serkan definitivamente no lo comprendía. —¿A dónde encontraron a esta luna? —pregunta Serkan con mucha curiosidad. —No nos va a creer, su majestad. Pero estábamos bastante alejados de la orilla pescando, y de repente frente a nuestros ojos vimos una esfera de luz azul muy hermosa. Nos asombramos y asustamos al mismo tiempo, pero nuestra curiosidad pudo más que la razón, así que comenzamos a remar hasta esa dirección —explica uno de los lobos que había encontrado a Annia. » Llevamos nuestra pequeña barca hacia esa dirección, y cuando vimos dentro de la esfera luminosa se encontraba ella ¡Parecía dormida! Con cuidado tocamos la luz, y no nos hizo daño, así que la sacamos del mar y la montamos en nuestro barco, y pues después cuando llegamos a la orilla, ella se despertó —concluye la explicación aquel licántropo. —Interesante… —dice el rey Serkan, sin dejar de observar a la luna de cabello rosa. —Vimos que le dio el “beso de aprobación” … su majestad —murmura uno de los licántropos con sumo cuidado —¿Qué decidió nuestro rey? —Es algo debilucha y asustadiza, pero ya la moldearé. Hay algo en ella que me dejó intrigado… Veamos si es verdad lo que dicen sobre estas mujeres de cabello rosa, me quedaré con ella y la convertiré en mi esposa —acepta el rey Serkan viendo como poco a poco Annia volvía a recuperar la conciencia. Él sonríe a medias viéndola con atención preguntándole: —¿Cuál es tu nombre, luna? —dice sin dejar de ver aquellos hermosos ojos grises de la enigmática joven. La muchacha traga saliva, y al ver que no se encontraba en un sueño, porque continuaba en los brazos de aquel enorme lobo ella le responde: —Mi nombre es, Annia Moon…—contesta la joven usando su apellido de soltera, porque su anterior y aterrador esposo en ese instante la creía muerta. —Mucho gusto, Annia Moon. Mi nombre es Serkan Atreus, y dentro de muy poco te convertirás en mi reina y esposa —responde el alfa pelinegro sin pensarlo. Aquella confesión ocasionó que la joven mirara a ese imponente alfa con terror, porque lo menos que ella deseaba en ese instante, era estar en los brazos de otro rey y mucho menos tener otro esposo a pesar que él fuera su destinado…
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD