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LAS TQM
¿Cómo se supone que se sigue adelante si te enteras que tu prometido te engaña con tu mejor amiga?
Si, eso mismo me había pasado a mí hace tan solo una semana. Un engaño que había arrasado con una amistad de años y un noviazgo consolidado, o al menos eso pensaba. ¿Cómo fui tan ciega?, ¿Por qué no me di cuenta que las miradas entre ellos no eran de amistad si no todo lo contrario?
Todo el mundo se paralizó a mi alrededor cuando llegué de sorpresa al apartamento de mi …. ¿futuro esposo? Se me revuelve el estómago sólo con pensar que aquel infeliz alguna vez estuvo enamorado de mí, me prometía una vida perfecta, llena de niños y un perro, en una casa lujosa que su gran carrera naciente de arquitecto iba costear. ¿No sonaba hermoso?, nada de que preocuparse, toda mi vida estaría resuelta. Sólo tendría que organizar paseos familiares, reuniones con amigas y mantener mi imagen de esposa perfecta en sus cenas de trabajo. ¿Cómo estuve tan ciega? ¿Cómo no me di cuenta que él solo me necesitaba para mantener su imagen? ¡Claro!, que mejor que estar comprometida con la hija del dueño de la sociedad de arquitectos en la cual él estaba desarrollando una brillante carrera. El ya no me amaba y probablemente nunca lo había hecho. Sentí una puñalada en mi corazón al darme cuenta de lo engañada que estuve durante estos 2 años.
-Pobrecita, debió de ser duro- me interrumpe la señora que iba sentada justo en el asiento que da a la ventana del avión. No sé en qué momento comencé a contarle mi triste historia, sin siquiera conocerla. Pero tenía tanto que contar y echar afuera que no reparé en que ella era una perfecta desconocida. Me había quedado sin novio y sin amiga en menos de una semana y creo que ya nada más podía salir mal ¿o no? Pensé mientras tomó un sorbo a mi bebida la cual me había ofrecido minutos antes una amable azafata.
-Cross, check y reportar- la frase que se escucha por el alto parlante me anuncia que nuestro vuelo está por despegar. Aseguro mi cinturón y cierro los ojos. Nunca me ha gustado esta parte de volar, me hace sentir sin control y muy nerviosa. Aprieto fuertemente las manos contra el asiento y siento mi estómago subir a mi garganta cuando el avión se inclina rápidamente hacia el cielo. Trago un poco de saliva y suspiro aliviada cuando al fin alcanzamos la altura deseada para desabrocharnos el cinturón de seguridad.
Miro a mi costado y la señora que me acompaña en el viaje me sonríe amablemente mientras me ofrece unas pastillas dulces para calmar mi evidente ansiedad. La acepto con gusto y le agradezco.
-Tal parece que será un viaje tranquilo- me dice ella buscando entablar una conversación, me parece bastante agradable, por lo tanto, la sigo sin pensar en sus palabras.
-Así parece, mientras no se presenten turbulencias estaré tranquila- le doy una sonrisa nerviosa. Nunca he sido muy valiente que digamos, es más mi personalidad es más bien tímida, alejada de la bulla y los tumultos. Ahora que lo pienso siempre he permanecido bajo la sombra de alguien, primero de mis odiosos y mandones hermanos, luego en el colegio conocí a Camila mi mejor amiga…es decir, mi ex mejor amiga, ya se imaginarán porqué. Camila siempre fue dueña de una personalidad muy fuerte y dominante, estar con ella me hacía sentir segura de mi misma, si algo no salía como yo lo había paneado ahí estaba Camila ofreciendo su ayuda y rescatándome del inconveniente. Fuimos tan amigas que incluso estudiamos juntas en la universidad, ambas fuimos a la escuela de diseño, yo me especialicé en vestuario y moda y ella en diseños de interiores.
Todo parecía perfecto hasta que unos amigos en común me presentaron a Tomás, mi también ex prometido. No me quiero recordar más de nuestra falsa historia de amor, no quería seguir llorando y menos delante de una desconocida.
- ¿Qué te lleva a Madrid querida? - me interrumpe la simpática señora.
¿Qué me llevaba a la capital española? Ni yo lo sabia bien, ¿quizás escapar de mi triste vida?, ¿olvidar? O simplemente desaparecer. Cualquiera de las alternativas me parecía válidas, sin embargo, no quise arruinarle el viaje a mi nueva amiga, no al menos con mi patética historia del corazón roto.
-Voy a visitar a mi prima- le dije rápidamente y sin que se me notara mi insipiente tristeza. Y por cierto había dicho la verdad, iba a encontrarme con Catalina mi prima que no veía hace mas de dos años; ella había terminado su carrera de periodismo dos años antes que yo la mía, y fue al viejo continente para cursar una pasantía, se suponía que debía regresar luego de 6 meses, pero no, encontró trabajo en un periódico bastante popular de Madrid y se quedó.
Cuando ella supo lo que me pasó con Tomás de inmediato me alentó a viajar. “Esta es tu oportunidad de venir prima, aquí encontrarás un mundo lleno de posibilidades” sonreí al acordarme de la conversación telefónica con Cata y cómo la frase “un mundo de posibilidades” me hizo reír como una mala broma de su parte. Con el corazón echo añicos, lo menos que buscaba eran “posibilidades”. Sólo quería desaparecer. Ella me ofreció un refugio en el último confín del mundo y no dudé en tomarlo.
Dos días tardé en contarle a mis padres mi decisión de viajar; como era de esperarse ellos me apoyaron de inmediato y con los pocos ahorros que poseía y un poco de ayuda de mis padres compré los pasajes y aquí estoy, sentada junto a una amable señora recorriendo casi 11 mil kilómetros a mi nuevo destino: Madrid.