Y como la noche llega y nos alcanza sin importar dónde estemos, así arribó Tomás a Madrid. El encuentro fue terriblemente incómodo, nos juntamos en la T4 del metro. Apareció caminando por entre la gente con una maleta de mano, su porte imponente lo destacaba entre la masa, caminar con esa seguridad hizo que mi nerviosismo creciera, no tenía ninguna certeza de lo que pasaría luego de este encuentro. Al verme abrió sus ojos como lechuza, y apuró su andar para encontrarme, yo me mantuve inmóvil esperando que el me alcanzara. Mi corazón se congeló cuando él al verme, me beso con naturalidad en los labios. Yo no fui capaz de corresponderle ni mucho menos evitarlo, sólo me quedé petrificada. Sentí rabia, conmigo misma, todo lo que me había jurado hacer no lo hice, lo acepté de vuelta sin reproch