Capitulo 34. * Acorralada. Aurelio me besa con tanta pasión que siento que mi corazón se saldrá de mi pecho, me toma en sus brazos y me lleva sobre el escritorio donde me sube de golpe, me besa mientras sus manos aprietan los muslos de mis piernas con tanta intensidad y deseo que me hace suspirar. Lo sostengo apretando sus caderas, correspondiendo a cada beso suyo que se intensifica, que me elevan haciéndome detener para cobrar el aliento. Aurelio me acaricia los labios acercándome nuevamente para rozar sus labios con los míos como suele hacer, Pero está vez me hace sentir una sensación extraña que me lleva a analizar su expresión que me demuestra que algo le preocupa y lo confirmo cuando besa mi frente, he aprendido de él que cada vez que algo le preocupa o lo inquieta me besa la fren