Capitulo 33.
* Juegos seductores.
Nos observa mientras él coche se pone en marcha, me toma unos minutos llegar a la casa donde claramente Alberto nos espera. En el instante en que cruzo la puerta el infierno se desata.
— ¿Cómo te atreves a dejarme tirado en Florencia?
— Fui sola y me vine sola, no sé de qué te quejas. Por favor no hagas un escándalo que el niño está dormido. — le exijo caminando con mi niño en brazos.
— ¿Para que demonios fuiste a buscarlo?
— ¿No es evidente? Fui por mi hijo, y vengo aquí para no ir a mi casa con él chisme como tú dices, a contar sobre tu berrinche en el estudio y que pretendías sacar provecho de mi entrevista para tu beneficio personales, sin importarte nada más que tú mismo.
— Nuestro beneficio. — Exclama haciéndome reír con ironía.
— Tú b
