—Mhm... qué bien huele —dice Carol cuando entra en la cocina. Sonrío. Tiene mejor aspecto, se ha duchado y algo de color ha vuelto a su pálida piel. Se pone a mi lado y apoya la cadera en la encimera de la cocina. Suelta un suspiro. —Estoy preparando carne de ternera blanca, ensalada de col, patatas al horno y... —le indico a Pitu una sonrisa llena de cariño. Voy hacia el frigorífico y saco una bandeja de mini tartaletas. Se la enseño. Se le iluminan los ojos— crema pastelera, frambuesas, mousse de chocolate, de limón y de fresa —recito. Le ofrezco una buena vista de su postre favorito que he hecho especialmente para ella. Me mira con los ojos más centelleantes que antes. —¿Lo has hecho para mí? Se me encoge el alma y me dan ganas de echarme a llorar de nuevo. —