ELIZABETH CRANWELL.
Tamy y Will usaron su magia para curarme, los colmillos habían traspasado mi pierna con profundidad y su rasguño era un poco rustico. Me ardía como los mil demonios, hicieron todo para curarme. Hasta que finalmente se cerró la herida, me cubrieron con vendajes y me dejaron recostada en mí cama.
—Gracias chicos—agradecí.
—¿Qué mierda pensabas? ¡Era una manada completa!—regañó Tamy.
—Era mi asunto, no el de ustedes—respondí acomodándome en la cama.
—Somos un equipo, podíamos ayudarte—respondió Will.
—Ya está, ya pasó—respondí.
—¡Eres una terca!—se quejó Tamy.—, Pero cuéntanos, ¿Qué hiciste?
—Maté a Max, su luna y al idiota que intentó atacarme ayer—respondí. La expresión de Tamy se tornó seria y su boca formó una o, Will me miró horrorizado.—, ¿Qué? ¿Por qué me
