Capítulo IV

3222 Words
Al día siguiente Macarena despertó en su cama en una posición incómoda, notó que aún lleva la ropa de vestir y recordó su espectáculo de la noche  anterior. Decidió no ir a trabajar y tomó su móvil para escribir a Daniela y a Roraima. Vio los mensajes de Iker. 8:01 PM Iker Paladino. Lo siento Macarena, lo siento mucho. Espero que estés bien. 9:16 PM Iker Paladino. Lo siento Macarena, disculpa lo que dije, por favor duerme bien y no te atormentes demasiado. 7:00 AM Iker Paladino. ¡Buenos días! Espero que hayas dormido bien. Te espero en la oficina hoy, debemos entregar el borrador del informe, puedo pedir ayuda a las chicas de reporte pero cuento contigo. 7:10 AM Iker Paladino. Olvidemos lo de ayer y por favor preséntate, es peor para los dos que no lo hagas, termina tus pasantías, ayúdame con el informe. Macarena se lanzó de nuevo sobre la cama y miró el techo, se sentía muy humillada y avergonzada pero perdería las pasantías, y él prometía olvidar todo, después de todo el pareció sinceramente arrepentido. Aunque no podía confiar en él más. Lo mejor sería ir, terminar el pendiente y pedir que la cambiaran de área, él se lo ofreció. No podía creer como arruinó todo por una calentura, por ser idiota y ridícula. Estaba en la mejor posición para aspirar a un puesto fijo con él, otros se preguntarían porque se cambió, harían suposiciones sobre su rendimiento, cerró los ojos y reprimió el llanto de nuevo. Debo tratar de recuperar algo, se dijo. Decidió ir, se puso un conjunto de pantalón y camisa beige y blanco y se maquilló ligeramente. Sus ojos color miel se ven aún vidriosos, Macarena observó su rostro ovalado y de rasgos finos, labios carnosos y llamativos, no acostumbra pintarlos, pero esa mañana le pareció que debía hacerlo, se sentía terrible por dentro así que se maquillaría como si se sintiera de lujo. Su pálida piel ya empezaba a asomarse por debajo del falso bronceado que le gusta usar. Sus cabellos se veía ondulados y abundante, de un color castaño se echó una última mirada al espejo, se veía bien y se sentía un poco mejor con su imagen. Llegó a la oficina a las 8:00 en punto como lo había hecho desde que trabajaba para Iker, quién siempre recalcaba la importancia de la puntualidad. Él siempre estaba antes que todos en la oficina. —¡Buenos días! —la saludó con amabilidad Roraima — ¡Gracias! Por lo de ayer, tenía un partido de póker con mis amigas, si hoy a qué quedarse, me quedo yo, tranquila. —¡Descuida no fue nada! —dijo con voz baja. —¡Ya Iker está allí! Ve por su té. Macarena sintió un vacío en el estómago ante la mención de que él ya estaba en su oficina pero una vez más se dijo que no podía hacer nada, lo hecho, hecho estaba y ella solo podía seguir adelante aunque fuera difícil. Se apresuró a bajar y fue por el té que acostumbraba a tomar él, el mayor problema supondría  entregárselo, sopesó si quedarse era mejor y concluyó que sí, sería más difícil explicar a Daniela porque se retiraba que aguantar su humillación. —¡Un té de ginseng y ginkgo biloba! ¡Por favor! —dijo al chico del café mientras miraba distraída con la mirada perdida las máquinas de café. —¿Es para Iker? —dijo un apuesto hombre que quizás rondaba los 40 años, era el director ejecutivo, César Puig. —¡Si! —confirmó ella con nerviosismo al notarlo. —¡Él toma solo ginkgo biloba! Lo del ginseng te lo estás inventando tú, le agrega anís para cambiar el sabor amargo un poco —dijo sonriente. Es verdad, su té no llevaba ginseng, anís, era anís. ¡Maldición! Pensó Macarena. —¡Pediré otro! —se apresuró a decir ella. —¡Ni te molestes! Yo te guardo el secreto, si se da cuenta, yo me echo la culpa —dijo sonriente. Macarena asintió con la cabeza y apretó sus labios con timidez.  —¡Gracias! —¡Por eso yo busco mi propio café! —le guiñó un ojo. Él chico le entregó el té y ella se fue, subió con el té y tocó la puerta de la oficina de él, pensó que el director ejecutivo de la compañía debía estar en el complot de querer tírasela a ella. ¡Asqueroso! Se dijo a sí misma. —¡Pasa! —gritó Iker desde adentro. Ella abrió la puerta y lo vio sentado en frente al escritorio revisando infinidad de papeles. Se veía tenso pero al verla, dejó todo y se concentró en ella, colocó las manos sobre el escritorio y la invitó a sentarse con un gesto. Ella accedió y se sentó, le alcanzó el té que él tomaba. —¡Lo pedí con ginseng por error! Lo siento —admitió. —¡Tranquila! A veces lo pido así, ahora lo necesito así —señaló los papeles sobre su escritorio. Ella asintió con la cabeza y bajó la mirada. —¡No me cansaré de disculparme! Lo lamento —insistió —¡Quiero que te quedes conmigo acá! Pero si te sientes más cómoda le diré a Sue que me mande a Miranda. A ella le da igual porque usa a las apéndices de modelo. Le da igual cual. —¡Por mí no hay problema! Si todo queda olvidado, me quedo.  —¡Excelente! Macarena sacarás algo bueno de esto y todo volverá a ser normal, lo prometo. —¡Solo no le diga a sus amigos que soy una fácil! —dijo con una confianza hasta ahora desconocida por ella. Él abrió los ojos e hizo un gesto de sorpresa. —¡No pasó nada! —dijo. —¿Puedo irme?  —Si, claro. Sigue con lo que hacíamos ayer por favor. Macarena siguió con su día y apenas cruzó palabra con Iker. Él la miraba de vez en cuando de forma disimulada y aunque ella se daba cuenta decidió ignorarlo. A las 10 am llegó un arreglo floral para ella, pensó de inmediato que debía ser de parte de Iker. Disculparse bastante no fue suficiente. Pensó. No estaba siendo tan fácil. Macarena miró a Roraima que le lanzó una mirada curiosa, ella negó con la cabeza, e hizo un gesto como de que no sabía de qué iba aquello, retiró la tarjeta:  ¡Lo siento! IP Levantó el teléfono de su escritorio. Llamó a la oficina de Iker. —¡Si! Dime Macarena. —¡No hacía falta! Se arriesgó mucho enviándome ese arreglo. —¡Es un arreglo sencillo! Te dije que no me cansaré de disculparme. Es lo menos que puedo hacer, me siento como un idiota. —¡De verdad no hace falta! —dijo y colgó. Recordó el beso y lo que fue sentir el peso de su cuerpo contra el de ella, la forma como la abrazó y la apretó contra él, su lengua en su boca. Necesito calmarse, porque sus pensamientos volaban y no con la persona indicada. Se sintió algo aliviada de qué Iker también se mortificara por lo que pasó la noche anterior, se portó horrible con ella. Ella solo fue tonta, pero él fue un desgraciado, se dijo ella. A la hora del medio día salió prácticamente corriendo de la oficina, evitó a Iker todo la mañana. Se concentró en sus tareas y hablaba por teléfono con él, solo lo necesario. Roraima notó su cambio de actitud. —¿Pasa algo Macarena? —preguntó. —Nada. —Estás muy seria ¿No te molestó quedarte? No es tan habitual, ya hoy no hay que quedarse me confirmó Iker —dijo. —No es eso, no dormí bien, me cayó pesada la comida —mintió. —Ah ya —respondió Roraima y la dejo. Xander y Luisa le insistieron para salir a un club esa tarde al salir de la oficina y ella pensó que sería buena idea, trataría de embriagarse y besarse con algún extraño, eso haría. Sintió que necesitaba ser más audaz, menos mojigata, entender más eso del juego de la seducción y la coquetería no quería cometer errores como él que cometió con Iker. Mientras tanto siguió organizando la agenda de Iker y enviando correos y archivos. Él salía de vez en cuando de su oficina y la miraba directamente pero ella ignoraba con toda intención su mirada. —¡Es temprano ahora! Ve a casa y ponte algo lindo y te recogemos a las 7 de la noche—le dijo Xander a través de la línea de teléfono. —¡Eso haré! Se fue esa tarde sin despedirse de él, se fue antes que Roraima y eso resultaba en una novedad. Roraima negó con la cabeza al verla irse de prisa, Macarena sabía que a ella le gustaba que le avisara a Iker cuando se iba pero ese día no lo haría y se haría la desentendida. Llegó a su casa y comenzó a alistarse, reconoció lo aliviada que se sintió al salir de la oficina, debía acostumbrase a aquello al menos mientras las pasantías duraran. A la hora indicada ya estaba lista, se puso un vestido azul ajustado de una tela que parecía de látex, era corto y exponía sus pechos que normalmente trataba de ocultar por su volumen, el vestido no llevaba mangas, se soltó el cabello y le dio volumen. Se calzó unos tacones y se maquilló los ojos y la boca. A las 7 de la noche en punto estaba Xander y Luisa esperándola fuera de su casa. Llegaron al club, se ubicaron en una mesa y enseguida ordenaron bebidas. El ambiente era ruidoso, había mucha gente y la música estaba alta. —¡Estás despampanante! Vienes a Matar. ¡Puta! —le dijo Xander entre risas. Ella asintió con la cabeza. Esa noche se conformaba con besarse con un extraño, el lugar estaba repleto y había visto a varios chicos guapos. —¡Oh por dios! ¡Miren quienes están aquí! —dijo Luisa y señaló a una mesa en una esquina de la zona VIP. Estaba Iker con César el director ejecutivo y Tomás de relaciones institucionales, junto con Oliver de operaciones. Macarena rodó los ojos. Estaban con unas mujeres que no parecían trabajar en la compañía, Macarena nunca las había visto. —¡Está Tomás! Ese sí que te echa el ojo Maca! Deberías hacerle caso hoy —sugirió Xander. —¡Ni loca! Claro que no —respondió Macarena. —¡Mira qué bello se ve César! —dijo Luisa. —¡Ya no miren en esa dirección! —dijo Macarena. —¿Por qué no? —preguntó Xander coqueto —.Deberíamos mezclarnos con ellos. —Son los jefes es mejor no mezclarse —dijo con amargura Macarena. Xander le hizo un gesto dejándole ver que estaba en desacuerdo. Continuaron bailando al ritmo de la música sentados en las sillas. —¡Que aburrido! Vamos a la pista —gritó Xander. Luisa y Macarena se vieron y estuvieron de acuerdo. Salieron a la pista a bailar, Xander se exhibía como buen bailarín y las chicas solo podían seguirle el ritmo como podían, ella trató de evitar mirar en la dirección hacia dónde estaba Iker, se colocó de espaldas a él, continuaron bailando, de pronto Macarena,  sintió unas manos que la apretaban fuerte por las caderas y la halaron hacia atrás encontrándose con un cuerpo fuerte que la apretó más, trató de girarse y vio a un hombre alto y fornido que le sonreía lascivamente, ella trató de liberarse pero el hombre la superaban en fuerza. Xander se quedó paralizado y miraba a todos lados parecía no saber qué hacer, Luisa comenzó a gritarle al extraño y él reaccionó, comenzó a gritarle también. —¡Es solo un baile! ¿Por qué tan delicada? —decía el hombre sobre el oído de Macarena —¿Para qué te vistes así si no quieres atención? Xander pareció encendido por una furia loca y se abalanzó sobre el hombre, que soltó por fin a Macarena que estaba roja y llorosa, Xander se descargó con golpes que el hombre devolvió, las mujeres gritaron y de pronto estuvo César, Iker, Oliver y Tomás en la pista salvando a Xander de la paliza que le propinaba el hombre. Los hombres de seguridad se acercaron a dispersar el alboroto y los invitaron a salir, cuando vieron a César y a Iker, cambiaron de actitud y los dejaron, solo conversaron con ellos. —¡Vámonos! —gritó Macarena mientras ayudaba a Xander a recomponerse. Le beso la frente y lo abrazó. —¡Conmigo no tienes que ser tan efusiva para agradecerme! —le dijo Iker que la veía con insistencia. —¡Al que salvaron fue a Xander, que él les agradezca como quiera! —dijo y salió de la pista con él. Luisa estaba fascinada hablando con Oliver, Tomás y César. —¡Los llevamos! —dijo César. —¡No hace falta! Vinimos en auto —comentó Macarena. Macarena se dio cuenta de Xander parecía avergonzado, que él siempre procuraba actuar con sus formas más delicadas, que se sentía una chica más y se vio obligado a defenderla esa noche y estaba algo incómodo. Ella lo volvió a abrazar y besar. —¡Si prefiero que nos lleven! —dijo Xander en una sola frase automática. —¡Bien! Yo manejo ese auto. Yo me ocupo —dijo Iker de prisa. —¡Gracias! —les dijo Macarena a César, Oliver y a Tomás ya en el estacionamiento. —¡Imagínate! Lástima que no vimos lo que pasó antes, ya ese hombre no tendría dientes —dijo César. —¡Bueno ya pasó todo! —dijo Luisa. César quedó en llevar a Luisa y a Tomás, Iker llevaría a Xander y a Macarena. —¿No hay problema si me quedo con tu auto esta noche Xander? —preguntó Iker. —¡No! —dijo con un hilo de voz. Iker miró a Macarena por el retrovisor, insistió en sentarse en la parte de atrás con Xander, lo llevaba abrazado. —Mañana te llevo el auto —contestó Iker. —¡Puede llamar a un taxi! —observó Macarena. —¡Yo te llevaré a tu casa! —dijo él. —¡Yo me quedaré con Xander. Xander la miró y negó con la cabeza. —¡No hace falta nena! Ya me humillaron bastante. No hace falta —dijo. Iker la miró por el espejo retrovisor. Ella lo miró pero desvió la mirada. Llegaron a casa de Xander que insistió en bajar solo del auto. Lo vieron entrar a la casa. Macarena se bajó para ubicarse en el puesto de copiloto. —¿Estás bien? —le preguntó Iker. —¡Si!  —¿Quieres comer algo? Antes de que te lleve a tu casa, digo. —¡No! Estoy bien. —¿Estás molesta conmigo?  —¡Guardo mis distancias!  —Quería matar a ese hombre, cómo pudo osar ponerte una mano encima —dijo con tono de molestia. Ella se encogió de hombros. —¡Vamos a comer algo! ¡Por favor! Hay un café 24 horas cerca de aquí, necesito que hablemos —dijo. Ella giró la cabeza hacia la ventana con fastidio. —¿Qué dices? —insistió. —¡No!  —¡Por favor!  —¡Si quiere hablar! Hablemos camino a mi casa. —¡Es suficiente! —aceptó Iker. —¿De qué quería hablar? —¡Puedes tutearme Macarena!  —¡Prefiero no hacerlo! ¿De qué quería hablar? ¿Disculparse de nuevo? Iker suspiró profundamente.  —¡Quiero saber que estás bien! Yo...bueno, me siento mal por lo que pasó. Ella rodó los ojos. —¡Se está disculpando de nuevo! —¡No me siento cómodo con tu actitud! Confieso que me gustaría que habláramos como al principio —reconoció él. —¡No veo cómo pueda pasar eso!  —¿Me odias?  —¡No! Tampoco así, simplemente no me siento cómoda con lo que pasó, con mi reacción y la suya. Esa fue peor, no era necesario decirme todo aquello. —¡Lo sé! Quería esto, que me lo dijeras, lo que realmente piensas, tienes razón, no era necesario, me puse nervioso por el beso, por ti —confesó y la miró expectante. Ella lo miró fijamente, se sorprendió sinceramente de su confesión. ¿Nervioso dijo? —¡Ya pasó! No estuvo bien, podemos olvidarlo como dijo —lo tranquilizó ella. —¡Ese es el problema! No puedo olvidarlo —confesó Iker. Macarena tragó grueso y desvió la mirada. Querría jugar con ella, pensó. —¡No hace falta que diga nada de eso! —dijo ella. —¡Quería decirlo! Me he sentido muy mal y muy tonto. Tú eres una chica muy buena, inteligente y agradable, me hubiese gustado tener otro tipo de relación contigo, lo arruine. —¡Ya basta Sr. Iker! Él regresó la mirada a la vía entornando los ojos, se quedó en silencio, miraba de soslayo de vez en cuando. Ella lo notaba pero lo ignoraba. Durante el resto del camino no hablaron nada, ella miraba por la ventanilla suspirando con profundidad. No entendía porque él estaba diciendo todas esas cosas, claro que ella recordaba ese beso también, no podía olvidarlo. —¡Llegamos! —anunció él. Ella bajó y él bajó detrás de ella, la tomó por el brazo y ella se giró a mirarlo, él se acercó más y la abrazó por la cintura y la recostó contra el auto, ella no se resistió, estaba nerviosa y se sintió agitada. Mientras él la miraba fijamente a los ojos y con una mano la apretaba por la cintura con la otra mano la sostuvo por detrás de su cuello y la acercó a su rostro, la besó en los labios, ella los mantuvo cerrados y abrió los ojos, él los mantenía cerrado, ella lo imitó y abrió su boca dejándolo penetrarla. El abrió su boca aún más y acarició su lengua con la suya, ella liberó un leve gemido y se aferró a sus brazos, quería soltarlo y rechazar ese beso pero lo deseaba también, él olía a perfume. Él mordisqueó sus labios y le dejo besos fugaces por encima de los labios. —¡Eres preciosa! —murmuró sobre su boca. Ella se liberó de su agarre. —¡Basta! Esto no está bien, quedamos en olvidarlo ¡Por favor! —respondió agitada con los ojos cerrados apartándose de él. Él soltó un suspiro hondo y he hizo un gesto afirmativo con la cabeza. —Sé lo que dije, que lo olvidaríamos pero no puedo olvidarlo, sé que tu sentiste algo también ¿Por qué quisiste besarme? —Porque soy una tonta, porque soy una chiquilla estúpida —dijo con los ojos cerrados, trago grueso y aguantó las ganas de llorar. —Macarena, lo sentí, me asusté pero lo sentí, tú también, ¿Podemos hablarlo? —No, no quiero, por favor, me quiero ir a dormir. —De acuerdo. Lo siento —se dio media vuelta y regresó al auto, Ella lo vio marcharse.
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