30 de octubre de 2002 El frío provocó que las mejillas de Belinda adoptaran un color rosado suave. Sus ojos viajaron a su teléfono y observó la hora una última vez antes de volver a meterlo en el bolsillo de su pantalón. Estaba nerviosa. Una mirada a la esquina de la calle que tenía en frente, le recordó que no estaba sola. Sus hermanos estaban ahí. Axel estaba ahí. Sin embargo, dudaba de que el plan funcionara. Era prácticamente imposible que un lican cayera en la trama. Solo un imbécil lo haría, pensó. Dejó escapar un suspiro y se balanceó sobre sus pies. La espera era tediosa y estaba cansada, pero eso le permitió pensar. Había sido muy extraño que le atacaran ambas criaturas en la misma fracción de tiempo. No era habitual que licans y vampiros lucharan o cazaran juntos. Pero tampoc