S E I S Continuamos por el río Hudson, nunca desacelerando mientras la mañana se transforma en la tarde. Logan acelera mucho, el rugido del motor siempre presente, decididos a llegar lo más lejos posible de los tratantes de esclavos, de Manhattan, como sea posible. Toda la mañana estoy en ascuas, mirando y escuchando para detectar cualquier señal de algo. Pero mientras más tiempo pasa, empiezo a relajarme. Logan finalmente reduce la velocidad un poco, a modo de crucero, y el motor queda en silencio. Volteo a ver a Rose, quien ya está bien dormida en los brazos de Bree. Bree se reclina hacia atrás, con los ojos cerrados. Penélope está en su regazo. Ben se desploma, con la cabeza entre las manos. Y Logan simplemente se queda mirando, con los ojos fijos en el agua, inexpresivo como siempr