Blake condujo sin rumbo fijo después de dejar a Broke en la mansión Vanderbilt. Su mente estaba vuelta un torbellino de emociones, y la única manera que conocía para silenciar sus pensamientos era a través de su vida de excesos. Finalmente, llegó a un bar exclusivo en el centro de la ciudad, uno de sus lugares habituales de escape. El ambiente del bar estaba lleno de risas, música y el sonido de copas chocando. Blake se dirigió directamente a la barra, pidiendo un güisqui doble. Apenas había empezado a beber cuando una de sus habituales conquistas, una mujer rubia y despampanante, se acercó a él con una sonrisa seductora. —Hola, Blake —susurró ella, deslizándose en el taburete junto a él—. Hace tiempo que no te veía por aquí. Blake le dedicó una sonrisa cansada y levantó su vaso en un s