La luz de una débil vela iluminaba la habitación, a su despertar Marcus no pensó de inmediato en dónde estaba o qué hacía, solo miró el techo cubierto de telarañas y pensó que, en su ausencia, las arañas y los ratones tuvieron una fiesta e invitaron a un par de cucarachas que justo en ese momento le caminaban por la pierna.
Las imágenes presionaron su mente al igual que el dolor de cabeza y se levantó dentro de una celda – ¿dónde? – balbuceó al mirar la oscuridad
– En un lugar seguro – le dijo Harry Linwood desde el otro lado de los barrotes.
Desde la perspectiva de Marcus, no se veía muy seguro – tienes que detener a tu primo y a tu sobrino, tenían a varias mujeres encerradas, las están torturando para obligarlas a confesar.
Harry soltó un largo suspiro – me temía que esto pasara, no
