Para cuando la condesa Sofía Le Roux llegó a la mansión de su hijo, ya era tarde y su carruaje no fue el único en la entrada, el rey Robert y su hermana la princesa Carolina llegaron casi al mismo tiempo.
Desde la calle muchas personas observaban preguntándose en silencio el motivo por el cual la mansión del príncipe recibía tales visitas y en su mayoría, dichos observadores eran sirvientes de familias nobles.
Para no ofrecer una escena ante tantos ojos, Carolina pasó por un costado sin saludar a Sofía y los tres entraron en silencio.
Dentro de la habitación Marcus encendió una vela – aratea Iris – musitó y esperó por varios minutos.
En una esquina de la habitación Nicolás permaneció con los labios apretados y su pie derecho continúo golpeando el piso por lo que su presencia estaba lej
