El amor es infantil en primavera (2)

2203 Words
Cubiertos de plata, candelabros de oro, jarrones traídos desde Nelsira, cortinas limpias, alfombras de Selder y pinturas con hermosos paisajes. Charlotte vivía de forma muy diferente al resto de los huérfanos y al notarlo Iris bajó la mirada. – Interrogue al grupo, también a tu amiga Lesli. Sus manos se apretaron al recordar lo sucedido la noche anterior. – Nadie te vio en la casa Landevon y estuvieron de acuerdo en que estuviste en la casa Hunter, robando galletas – mostró el frasco. – Tenía hambre, usted dijo que podíamos tomar comida de vez en cuando y conservarla, sí nos portábamos bien. – ¿Y te portaste bien? No pudo responder. – ¡Aurora Landevon se atragantó con un hueso de pollo! – soltó Charlotte y pasó aire entre los dientes – ¡puedes creerlo!, estaba tan nerviosa por el festival de invierno que comió de prisa, un hueso se le atoró en la garganta y los médicos corrieron a ayudarla, ella está bien, pero tuvo dolor de estómago y la familia decidió que se quedaría en la ciudad, tiene doce años, no importa que falte un día, pero ese pequeño evento, provocó que los guardias se quedaran atrás, Katie y los demás entraron, alertaron a los guardias y todos fueron heridos, Katie fue la única que falleció. Una vida fue cortada de tajo, por un hueso de pollo. – Triste – suspiró Charlotte – e inesperado, no pudiste enterarte porque yo no me enteré, y no pudiste estar ahí porque tu amigo Tim es muy delgado para cargar toda la platería y las galletas en esos delgados brazos, así que dime, ¿cómo supiste que Katie moriría? – Sí le digo la verdad, ¿me creerá? – Sí no me la dices te cortaré la mano. No le asustaba ser honesta, le aterraba que nadie te creyera. – Y a tus amigos les cortaré todos los dedos. – ¡No! Sus palabras le hicieron recordar lo que Lesli dijo antes de separarse, ¡por su codicia, ellos pagarían!, y resultó tener la razón, fue codiciosa, pensó que podría ir en contra de los dioses y esa fue su respuesta, no podía proteger ni siquiera aquello que estaba en tus manos – vi un gato – una lágrima rodó por su mejilla y suplicó en silencio – vi un gato con un cascabel junto a Katie, lo veo cada vez que alguien va a morir. – ¿El mismo gato? Negó con la cabeza – es un gato diferente, pero el cascabel es el mismo – señaló su cuello – en una gargantilla negra, con una cubierta de oro y, el cascabel no produce sonido, por eso sé que es el mismo, los gatos se mueven, pero el cascabel no suena. Era su historia, cierta en cada palabra y sí Charlotte no le creía, tanto Timothy como Lesli perderían los dedos de las manos, un castigo tan cruel solo porque ella habló. ¿Por qué? – ¿Qué más? Sus palabras la sorprendieron – nada más. – ¿Cuánto tiempo después de ver el gato, las personas mueren? – Nunca tomé el tiempo. – Debería traer a tus amigos y empezar a cortar dedos. – Menos de un día es todo lo que sé, lo juro. Su corazón latía con prisa y en medio de ese clima invernal sintió las gotas de sudor que se formaban en su frente. – Te llamas Iris, ¿cierto? Asintió. – ¿Sabes leer? – Si. – Bien, me serás muy útil, Iris. No pensó que saldría con vida, o completa, pero lo hizo, salió de esa habitación en la parte alta de la fábrica que dos décadas atrás estaba llena de esclavos de Darlack y que en ese día se encontraba vacía, corrió sin importarte el clima o la desgastada suela de sus zapatos, siguió corriendo escalones abajo y abrazó a Timothy mientras lloraba feliz de ver sus manos – lo siento, lo siento, lo siento. ***** El ruido de los tambores se hizo escuchar y las mujeres de trajes rojos danzaron, de pronto la música se detuvo y un joven delgado cubierto con un traje de listones rojos saltó en el aire sosteniendo dos espadas, su cabello oscuro había crecido en esos últimos tres años e Iris tuvo que estirarse por encima de los músicos para poder mirarlo. Timothy bailó al compás de los golpes que llenaban el aire durante tres minutos hasta que cayó al suelo con las dagas a los costados y hubo silencio. – Desde Galea hasta Crisade – anunció una voz – todos preguntan por ella, algunos la llaman, ¡clarividente!, otros, ¡bruja!, creyentes y escépticos, analfabetas y cultos, todos lo han visto, ¡ella jamás se equivoca!, hoy, les presento a la mensajera de la muerte. Los vítores resonaron e Iris emergió desde detrás de las cortinas con un velo cubriendo su rostro y un vestido verde pino sin enmendaduras o parches, giró, hizo una reverencia en dirección a la estatua de la diosa de invierno y miró al público. – Esta tarde, nuestra bruja dio un paseo por Crecia, observando a las personas y me temo que se encontró con tres almas que nos abandonarán esta misma noche, todos, supliquen a la bruja. Era la señal, Timothy junto con los otros bailarines llevaron sombreros para pedir dinero y después de que muchos de los observadores pagaron, Iris miró alrededor y señaló al hombre con un gato en su hombro, la anciana de bastón con un gato junto a sus pies y a una mujer joven que tosía. Hubo varios murmullos. – Los que han sido elegidos, deben despedirse de sus seres queridos esta misma tarde, porque amanecerán en el jardín de otoño. Lesli alzó la voz – ¿cómo sabemos que no hay asesinos escondidos?, nos iremos y ustedes matarán a los que la bruja señaló, no es una clarividente, es una asesina – señaló a Iris con rabia y se escondió después de completar su parte en el espectáculo. Los bailarines se levantaron. – La bruja – anunció el portavoz – se quedará en la plaza durante el resto del día, todos podrán verlo y ninguno de nosotros se acercará a aquellos que han sido señalados. Iris retrocedió hacia una mesa, se sentó en una silla blanca y dejó que ataran tus manos. – Desde Galea hasta Crisade, muchos han sido quienes dudaron del poder de la bruja, y todos, al llegar el momento de su muerte, se lamentaron por no despedirse de sus seres queridos ni dejar sus testamentos en orden, dos de ellos volvieron del jardín de otoño para convertirse en espíritus errantes. Hubo varias exclamaciones. – Disculpe, bruja, ¿cómo moriré?, aún soy muy joven, no puedo morir. El portavoz se acercó a Iris – dame algo niña. Iris se lamentó – no lo sé, es muy joven, un accidente – intentó adivinar. – Señorita, la bruja ha dicho que sufrirá un trágico accidente que vendrá de las manos del dios del destino, lamento su muerte. El destino era un martillo cayendo sobre una mujer joven que decidió dar un paseo a escondidas de su familia, era una mujer embarazada llegando al tercer trimestre en el mismo día de su muerte, ese era el destino, ¡inevitable! Después de tres años jugando el papel de bruja, Iris aprendió esa importante lección. El viento sopló con fuerza acompañando el anuncio del vocero y fue tomado como una señal de la diosa de invierno, siendo que, en Lleledomort, todos los días el viento soplaba. La plaza se volvió ruidosa, Iris suspiró, en el pasado, se preguntó por qué era capaz de ver a los mensajeros del dios de otoño o qué había en ella que fuera diferente, pensó que podría cambiarlo y que por eso los dioses le habían dado ese poder, pero luego descubrió que no era posible detenerlo sin importar lo que dijera y entonces, significaba que nació de esa forma, para llenar los bolsillos de Charlotte. – Hoy fue grandioso, mi patrocinador está muy feliz, dijo que montamos un buen espectáculo, mañana la plaza estará abarrotada, asegúrate de mirar bien – habló Charlotte y se paseó por la habitación – sí tan solo pudieras predecir sus muertes con más de un día de anticipación sería grandioso. La muerte era triste, nada dolía más que perder a un ser querido e Iris no podía ni comenzar a imaginar cómo sería saber que sería ella quien muriera, pero en labios de Charlotte, todo se transformó en una negociación. Al final del espectáculo Iris volvió a su habitación y esperó al amanecer mirando por la ventana sin entender por qué, en los días en los que no pasaba hambre y frío, se sentía tan inmensamente triste. El sonido del metal contra metal la despertó. – Buenas noches – sonrió Timothy y se sentó del otro lado de los barrotes. A diferencia de Iris, él siempre sonreía y encontraba el lado amable de la vida, incluso cuando parecía que ese lado no existía. – ¿Recuerdas cuando Lesli dijo que éramos ladrones? – Si – se sentó para hablar con él. – Pues, ¡mira lo que me robe! – ¡Galletas! – dijo en voz muy alta y tomó una tan velozmente que asustó a Timothy, hacía un largo tiempo desde que podía comerlas y las galletas de nuez eran sus favoritas, las cortaba en pequeños pedazos para que duraran más. En el silencio de esa noche, el único ruido era el que producían sus dientes al comer las galletas. Timothy recargó la cabeza sobre los barrotes y miró hacia el techo – sí pudieras dejar este lugar y hacer lo que quisieras, ¿qué harías? Era una pregunta fácil – cocinar. – ¿Eh? – se sorprendió Timothy y comenzó a reír – creí que dirías otra cosa, ¿en serio quieres eso? Sus mejillas se sonrojaron – el año pasado, en Crisade, había un restaurante con una mesa afuera y las personas cocinaban al aire libre, ¿lo recuerdas? – Si, olía increíble. Si Iris pudiera pedir un deseo, desde el fondo de su corazón, no sería entrar a las casas a robar, o anunciar la muerte de las personas, lo que ella quería, era mezclar ingredientes y cocinar todo tipo de platillos extraños, no importaba que no fueran comestibles y a menudo soñaba que cocinaba – y tú, ¿qué harías? – Vas a reírte de mí. – Tú te reíste de mí. El clima endurecía, en noches como esas se recargaban contra los barrotes sintiendo el aire frío y escuchaban el sonido del viento que silbaba junto al oído. – Escuché una historia divertida, ¿la quieres escuchar? – Me la contarás, aunque te diga que no. Timothy sonrió – dicen, que si pones la palma de tu mano sobre la superficie de un espejo circular y dices en voz alta ¡Luna de octubre!, la diosa de la tempestad escucha tus peticiones. Una historia tonta, los dioses no escuchaban peticiones, menos una diosa ascendida, pero al girar la mirada Iris vio a Timothy con la palma extendida y notó el destello en sus ojos, en secreto ella también levantó la mano y pronunció la frase en su mente. ¡Luna de octubre! ***** Comenzó el mes de enero, los días se volvieron más fríos y las noches más largas, la música de tambores resonaba mientras Iris salía y miraba alrededor en busca de un gato con un cascabel en el cuello, su cuerpo se entumía y evitaba mirar a las personas a los ojos pensando que algún día sería fácil, los señalaría y no le importaría quienes eran, sí tenían familia, sueños, tareas o sí extendían sus manos en el aire imaginando que la diosa de la tempestad los escuchaba. – Ella es, ¡la mensajera de la muerte! – clamó el vocero. Entre los aplausos y las expresiones de sorpresa había un sabor amargo en su boca, dio la vuelta, escuchó los gritos y al ir hacia la mesa una mujer tomó su brazo con fuerza. – Es mentira, ¡cierto!, dilo, yo no voy a morir, tengo veinte años, acabo de casarme, ¡estoy embarazada y mi hijo nacerá pronto!, es mentira, no moriré, ¿me escuchaste?, ¡no moriré! Sus uñas se enterraron en los brazos de Iris, ella trató de alejarse, los guardias de Charlotte la rodearon y alguien logró sacarla del tumulto, mientras se alejaba podía escuchar los gritos de la mujer con un gato junto a su falda. – Luna de octubre – pensó – quiero dejar de verlos. ***** La mañana del festival de invierno Iris escuchó un sonido de tintineo y levantó la mirada para ver a Timothy, tenía un brazalete nuevo con una piedra negra que colgaba y hacía juego con sus aretes – hola bruja. – Hola. – Oye, ¿quieres escapar? No lo pensó, dijo ¡sí!, de inmediato y entonces pasó. Miau* Justo cuando esa palabra dejó sus labios, un gato se posó sobre el hombro de Timothy e Iris se dio cuenta de que en verdad era la mensajera de la muerte y dejaba dolor a su paso.
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