Puedo sentir las gotas de sudor que se forman sobre mi frente, el calor de la flama que ilumina la vela, juraría que se expande por todo mi cuerpo, necesito respirar por la boca y al hacerlo, mi pecho se infla y el roce con la tela se vuelve una tortura, Nicolás también está sudando, apoya la frente sobre su mano y mira la vela con odio, su brazo se extiende y… ¡no!
No logré detenerlo a tiempo, apagó la vela presionando la palma de su mano sobre la flama, la cera caliente, el calor del fuego, temo que se haya hecho daño, sostengo su mano mirando la marca ligeramente enrojecida, antes él lamió mi dedo para sanar una herida, sí yo lamo la palma de su mano, su piel sanará.
¿Cierto?
Sus manos son ásperas, con cayos en la palma y en los dedos, el tacto es agradable, el sabor de su piel, el t
