POV LIAM
Nada iba bien.
Llegaba tarde, y odiaba llegar tarde.
Olive se salpicó por todo el vestido, y eso desencadenó una rabieta que no le había visto en meses. Tardé casi una hora en calmarla y meterla en el auto para poder devolverla a casa de Josie.
El efecto dominó de eso fue que no pude recoger a Emily como habíamos planeado, y me presentaría en casa de sus papás solo.
Se había mostrado comprensiva cuando le envié un mensaje. Después de dejar a Olive en casa de Josie, ni siquiera tuve fuerzas emocionales para llamarla, porque todo el estrés inesperado de la tarde y el estrés esperado del encuentro con los Andersons se estaban combinando en un mal humor épico para conducir hacia el pequeño pueblo de Sisters.
Ya había estado ahí una vez, en un acto benéfico con Parker y otros compañeros de equipo.
Pero sus papás no habían podido venir, así que nunca los conocí.
Ahora iba a entrar sola en una casa llena de gente -las advertencias de Emily sobre lo ruidosa y caótica que era siempre significaban que no llevaría a Olive- y fingir que estaba perdidamente enamorado de alguien a quien apenas conocía.
―Mierda ―murmuré sombríamente, un vistazo al reloj de mi tablero mostró una hora que hizo que mis nudillos se apretaran contra el volante. Sisters estaba a dos horas en auto de mi casa, y aunque Emily me aseguró que estaba bien que se trasladara temporalmente desde su apartamento del centro, la distancia no hacía muy convenientes eventos como éste.
El sol aún estaba en el cielo cuando entré en su camino de entrada bordeado de árboles, que serpenteaba a través de hectáreas de propiedad boscosa. Fuera de la vista de la carretera, en medio de un enorme claro entre abetos, había una enorme cabaña de madera de dos plantas.
De una chimenea de piedra en medio del tejado salía un simpático rizo de humo a pesar de que era un suave día de primavera. El porche abierto rodeaba toda la casa, con bicicletas alineadas contra los troncos y sillas agrupadas para conversar entre las altas ventanas.
Era una casa muy querida, eso estaba claro. Detuve el auto junto al de Emily y respiré hondo, tratando de entender por qué esto era tan distinto de cuando Emily entró en mi casa dos noches antes y tuvo a Josie comiendo de su mano en menos de diez minutos.
Tal vez fuera porque se suponía que iba a llegar con ella, lo que permitiría que parte de su contagiosa energía me desconcentrara. Ahora, no había distracción.
Solo yo entrando en su casa, listo para decir la mentira más grande de mi vida.
Sí, amo a su hija, y sí, quiero casarme con ella.
Mis manos se tensaron sobre el volante antes de empujar la puerta para abrirla, y tuve que traer a mi mente el rostro de Olive.
Era lo único que podía ayudarme a superar esto.
Ella era lo único que podía hacerme hacer esto en primer lugar.
Pensé en ella mientras lloraba bajo las sábanas, incapaz de calmarse lo suficiente como para dejarme verla.
Levantando la barbilla, salí del auto y exhalé un breve suspiro de alivio cuando Emily se deslizó de la puerta principal para encontrarse conmigo en el porche.
―La encontraste ―me dijo. Su sonrisa -brillante y feroz- fue como un puñetazo en mi pecho. Parecía realmente contenta de verme, y yo no sabía si le resultaba más fácil llevar todo esto o si mi futura esposa realmente disfrutaba de mi compañía.
―Siento mucho llegar tarde. ―Me pasé una mano por la cara y exhalé pesadamente―. Espero que no hayan esperado a que llegara para comer.
Con una rápida mirada por encima del hombro, Emily se acercó. Desde el interior de la casa, podría parecer que nos estábamos besando, y se me apretó el estómago al pensar en los labios de Emily.
―Parece que vas a vomitar ―dijo en voz baja, enderezando el cuello de mi camisa―. Aquí tenemos un hogar muy informal. Si alguien tiene hambre, come; si no, nos amontonamos en el sofá y esperamos. Mi mamá y Poppy están jugando a las cartas y Tim está viendo SportsCenter y fingiendo que no se duerme.
Su cabello olía a algo cítrico, fresco y limpio.
―Poppy es tu hermana menor, ¿verdad? Parker me advirtió sobre ella.
Emily se rio.
―Es la única hija que tuvieron juntos después de casarse. Todos los miembros de esta familia la miman muchísimo y, aunque los hermanos mayores nos quejamos de ello, todos haríamos retroceder un tren en marcha si eso significara protegerla. ―Los ojos de Emily se pusieron un poco tristes―. Últimamente está mucho en casa. La enfermedad de Tim es más duro para ella.
―¿No es duro para todos ustedes?
Su mirada se movió por mi cara, pero finalmente, asintió.
―Sí, supongo que sí. A veces me dedico tanto a facilitar las cosas a los demás que olvido lo mucho que duele.
Mis nervios desaparecieron con ese pequeño toque de honestidad entre nosotros.
No tenía que imaginarme a Olive ni sus lágrimas ni todas las batallas a las que se enfrentaba y que yo no podía quitarme. Con un rápido vistazo al interior de la casa, vi a un hombre delgado y calvo dormitando en un gran sillón reclinable marrón, y fue suficiente recordatorio de que mi razón para hacer esto no era la única que importaba.
La verdad, pensé con un súbito pensamiento cegador.
―¿Y si...? ―Se me cortó la voz―. ¿Y si les decimos la verdad?
Se le desencajó la cara de asombro.
―¿Qué?
Sacudí la cabeza.
―No toda la verdad. ¿Y si les contamos a tus papás lo de Olive? ―pregunté. El pensamiento creció y creció hasta que fue completo y sólido y correcto.
Los ojos de Emily se volvieron especulativos, los engranajes de su mente cambiaban al mismo tiempo que los míos.
―No es una idea horrible ―dijo lentamente―. ¿Y Josie?
Inspiré rápidamente.
―Le contamos a Josie lo de tu papá. A las dos les contamos la verdad. Si es lo único que hacemos, nos ceñimos a la verdad todo lo posible. Entre nosotros también. Necesitamos honestidad donde sea que podamos conseguirla, Emily.
Su pulso se agitó salvajemente en la base de su garganta. Luego asintió lentamente.
―De acuerdo. Vamos a hacerlo.
―¿Cuál es tu comida favorita? ―le pregunté.
Aunque la pregunta me salió áspera, con la voz rasgada y cansada y en absoluto como yo...
Emily soltó una breve carcajada.
―Tarta de manzana ―dijo.
―Eso es un postre.
―¿Y? ―Le brillaban los ojos―. ¿Quién dice que el postre no puede ser tu comida favorita?
―Pero… ―Me rasqué un lado de la mandíbula―. Tu comida favorita es algo que tomarías para comer.
―Está claro que nunca has desayunado sobras de tarta, y se nota. ―Me dio una palmadita en el estómago―. Te encontré justo a tiempo, Liam Black.
―¿A tiempo para qué? ―pregunté, innegablemente intrigado por ella, incapaz de resistirme a la atracción de su energía.
―Para enseñarte todo lo que sé. ―Había un brillo en sus ojos al decirlo, me tomó de la mano y tiró de mí hacia el interior de la casa.
―¿Estás seguro de que no quieres más, Liam? ―preguntó Sheila Anderson.
―No, gracias, señora. ―Me puse una mano sobre el estómago―. Si como más, me dolerá.
Ella sonrió.
―¿Señora? No oigo eso muy a menudo de hombres de tu edad.
Asentí con la cabeza.
―Soy un chico sureño de corazón. Mis papás vivieron en Tennessee hasta que cumplí diez años, luego necesitaron el clima seco de Arizona por la salud de mi papá. He perdido un poco con los años, pero sigue saliendo de vez en cuando.
Tim estiró el brazo detrás de la silla de Poppy.
―¿Todavía viven ahí?
―No, señor. Mis papás fallecieron hace unos años. Eran mayores cuando me tuvieron, así que vivieron una buena y larga vida.
Emily dio un sorbo lento a su agua, mirándome por encima del borde del vaso. Toda la cena había ido de maravilla. Tim y Sheila eran amables y simpáticos, Poppy era divertida y enérgica, como sus hermanos, y la conversación fluyó con facilidad durante toda la comida.
Pero el cambio de tema, y la respuesta sincera tras la silenciosa rama de mi árbol genealógico, asentaron una nube sobre la mesa.
―Siento oír eso ―dijo. Tim tenía el aspecto ligeramente demacrado de un hombre que no gozaba de plena salud, pero aun así caminaba bien por su cuenta, comía una comida completa y demostraba ser exactamente el tipo de papá que yo siempre había querido ser para Olive.
Poppy dejó su bebida y me clavó una mirada inocente.
―Así que Emily y tú se conocieron por Parker, ¿verdad?
―Así es. ―Puse mi brazo a lo largo del respaldo de la silla de Emily―. No puedo decir que esté muy contento con este desarrollo, pero...
Sheila sonrió, al igual que Tim.
―¿Y cuánto tiempo llevan juntos? ―preguntó Poppy.
Emily deslizó la pierna hacia delante y sentí el chasquido del impacto cuando pateó a su hermana por debajo de la mesa.
Poppy juntó los labios y entrecerró los ojos mirando a Emily.